Costa-Gavras: Celuloide y compromiso
En el pasado Festival de cine de San Sebastián le fue otorgado al realizador francés de origen griego Costa-Gavras el premio Donosti. Además se estrenó su último film: "Comportémonos como adultos". Costa-Gavras, director de famosos thrillers políticos, como "Z", "Estado de sitio" y "Missing", aunque muchas veces discutido en sus formas, sigue representando un cine comprometido en el que capitalismo y fascismo, intolerancia y militarismo, vienen a ser las dos caras de una misma moneda. Esta nota resume la carrera del homenajeado por el festival español.
Costa-Gavras ha obtenido, por derecho propio, el premio Donosti en el pasado festival de cine de San Sebastián. Un realizador comprometido, coherente, irregular, discutido en sus formas pero honesto casi siempre en un mensaje en el que el capitalismo y el fascismo, la intolerancia y el militarismo, vienen a ser las dos caras de una misma moneda, observada desde diferentes ángulos. El ángulo de la violencia del capital, de las dictaduras, de las falsas democracias, del paro y la des-estructuración social, mezclando humanismo y tensión, humor negro y sátira social, filme de tesis y de suspense individual o colectivo.
En su país natal realizó películas contra el totalitarismo y la violencia de Estado que han pasado a la historia, como en el caso de la mítica Z (1969) o con Estado de sitio (1972). Fue adoptado por el cine francés, donde ha realizado en diversas coproducciones sus últimos filmes -coherentes con su línea ideológica- sin descartar ocasionales incursiones en el Hollywood independiente, como sucede en La caja de música (1989), sobre una abogada liberal (encarnada por una excelente Jessica Lange) que lucha contra su pasado familiar marcado por el nazismo, o Mad City (1997), donde satiriza el poder de los mass-media al tiempo que vuelve a romper una lanza, sin descuidar el sentido del humor y el ritmo, en favor de los desheredados y los desempleados.
Su primera película en Estados Unidos sigue siendo, no obstante, la más famosa y dolorosa de su carrera: Missing (Desaparecido, 1982), sobre la represión bestial de la dictadura chilena, protagonizada por Jack Lemmon y Sissy Spacek, que luchan por recuperar a uno de los muchos desaparecidos al comienzo del golpe de Augusto Pinochet, todo ello basado en un libro y una historia real. Una dictadura que orquestó una represión fascista con miles de muertos y desaparecidos, tras el golpe de estado militar contra el gobierno legítimo de Salvador Allende y con apoyo ya explícito de un sector del gobierno norteamericano. Suspense, memoria y compromiso político que se repiten en filmes menores como El sendero de la traición (1987), un thriller sobre el poder de la extrema derecha en el sur de los Estados Unidos.
Su regreso a Europa ha sido de la mano del cine francófono con títulos tan dispares como Amen (2001), despiadada con el lado oscuro de las altas instituciones eclesiásticas y su colaboración con el nazismo, Arcadia (2004), una comedia negra, sarcástica y tenebrosa sobre cómo el miedo al fracaso puede provocar la violencia, o El capital (2012), con Gabriel Bryne, uno de sus filmes más vitriólicos, acerca de una familia que trata de salvar su empresa anteponiendo los fines a los medios, donde vuelve a unir lo trágico y lo sarcástico, llegando al esperpento. En un terreno más ligero se mueven títulos como la semimágica Edén al oeste (2009), sobre la odisea de un joven inmigrante griego a la búsqueda de la paz y la estabilidad económica en una Francia insolidaria que se revela profundamente racista.
El cine de Costa-Gavras equivale al compromiso sin descuidar la forma, y el realizador, sin ser un maestro del séptimo arte, se ha ganado a pulso un puesto único e indispensable en el cine europeo y mundial contra el capitalismo salvaje, las dictaduras (disfrazadas o no) y sus efectos en la vida de seres humanos de diferente extracción social. Su último filme, que se estrenó en el festival de San Sebastián, es Comportémonos como adultos. Una adaptación mordaz de las memorias de Yanis Varoufakis, el ministro de finanzas griego que quiso hacer frente al euro y la Troika y tuvo que abandonar el partido -inicialmente izquierdista- al que pertenecía debido al chantaje y las presiones de las grandes corporaciones bancarias. Costa-Gavras no se despide, sino que vuelve con uno de sus filmes más ácidos y polémicos que esperamos con verdadera impaciencia.