Tiempos malos de Cristián Sánchez (2)
“Aproveche esta ocasión peligrosa, que los tiempos malos hacen al hombre”, dicen en la última película del director chileno Cristián Sánchez. Tiempos Malos, cuenta la historia de Ángel, un adolescente de 16 años que, después de la muerte de su padre y la partida de su madre y hermana al sur, se sumerge en el mundo nocturno, de las armas, los matones, las bailarinas y prostitutas, los excesos y la mafia. Una noche, casualmente, salva de un fuerte atraco a la nieta Don Eulalio, un importante narcotraficante. Así, y sin querer queriendo, Ángel entra al círculo más cercano del capo, convirtiéndose en uno de sus muchachos de confianza.
Aunque la película se sitúa desde el punto de vista de Ángel, el film es un relato coral, donde nos encontramos con memorables personajes, como El burro, El Percha o El Caraemuerto, que en su conjunto articulan la imagen de un Chile marginal. Sin embargo, la construcción de este Chile está lejos de una imagen lastimosa, caritativa o caricaturesca, más bien se presenta en un estado puro, como una imagen en bruto, sin artificios, donde los actores y los no actores se entremezclan y ya no podemos diferenciar la puesta en escena de la realidad capturada por el director.
Ahora bien, esta realidad convive perfectamente con el mundo onírico construido por Sánchez, que durante la historia establece un diálogo entre lo real y fantástico. En el relato nos encontramos con una muchacha sin rumbo, que siempre lleva consigo un ovillo color rosa, y está acompañada por el sonido de lobos y ovejas; o por si esto fuera poco, a Don Eulalio van a visitarlo sus muertos preguntando por qué los mató. O el mismo Ángel que, en un gesto en la línea de Buñuel por parte de Sánchez, nunca logra concretar el acto sexual, porque siempre hay algo que lo impide.
De esta forma, la realidad se va distorsionando y volviendo cada vez más extraña. Y Ángel parece entrar en un letargo, un sueño en el hampa, donde se deja arrastrar para emprender un viaje errático, pero que, de alguna manera u otra, lo hace crecer. Sin embargo, cuando el muchacho parece despertar ya es demasiado tarde, como si el destino estuviera tejido y ya no pudiera salir de ese mundo. Sus amigos, o más bien sus nuevos padres adoptivos, en una suerte de gesto de respeto y fraternal, pero también como la imposición de un favor que siempre les va deber, le han comprado una casa a su madre. Ángel ya no tiene escapatoria.
Así, Sánchez, en acción similar al de la niña errante, va forjando costuras, entretejiendo una ficción cargada de realismo, con elementos oníricos, que parecieran vaticinar el destino trágico del protagonista. Este gesto termina por construir la realidad en un mundo verosímil, donde nada sería creíble si no viéramos el devenir de los personajes, marcado por las pulsiones del propio mundo que habitan, en una suerte de fantasía que se escapa de lo demasiado real para ser cierto.
Ahora bien, sin duda donde Tiempos Malos juega sus mejores cartas es en la puesta en escena. La coreografía de sus actores; los planos secuencias; los movimientos de cámara; los reencuadres a través de puertas, ventanas y espejos; la profundidad de campo; los personajes siempre vestidos con la misma ropa; y por supuesto, el lenguaje. La sumatoria de palabras, frases, modismos, dichos, van conformando un espacio sonoro, donde lo que los personajes dicen, a ratos, deja de tener sentido, porque nos sumergimos un universo donde el cómo se dicen, o suenan, las cosas es más importante que el qué. Tal vez, es en ese ejercicio cuando mejor se lograr construir este Chile marginal, alejado de las maquetas y artificios.
Asimismo, la película se vale de referencias filosóficas para articular su punto de vista, y que marcan el pensamiento de su protagonista. Así, al inicio del relato, vemos cómo el portero del liceo de Ángel le pregunta si ha leído a Nietzsche, si sabe sobre la voluntad de poder, del súper hombre. El auxiliar le pasa al muchacho Más allá del bien y el mal, y mientras el joven emprende su viaje por la marginalidad de la ciudad, lo lee. Y es, justamente, ese mismo mundo que Ángel conoce sin juzgar, el que Sánchez representa sin posicionar a sus personajes como buenos o malos (por más que podamos empatizar con unos u otros). Vemos las diferentes dimensiones, marcadas por una moral flexible, donde nadie es bueno o malo; son sólo hombres, y el joven Ángel, caído en tales Tiempos Malos, se está convirtiendo en uno.
Nota comentarista: 9/10. Título: Tiempos Malos. Director: Cristián Sánchez. Guión: Cristián Sánchez. Fotografía: Raúl Heuty. Montaje: Cristián Sánchez, Lucía Pérez. Reparto: Fernando Farías, Diego Bizama, Rodrigo Muñoz, Lorene Prieto, Claudia Pérez, Xaviera Vleugels Ángela Vallejo, Cristian Cottet, Juan Carlos Ramírez, Salvador Soto, Daniel Pérez, Andrés Quintana. Duración: 160 minutos. País: Chile. Año: 2008-2015.