Rara (2): imagen y enfoques
Hay verdades que el cine sabe mostrar y no por medio de discursos (la verdad), sino en base a lo que su dispositivo le permite: los cuerpos, los movimientos, los gestos, el espacio y el tiempo. El lesbianismo, por ejemplo: como si eso se redujera a mujeres teniendo sexo y no a lo que está “entre el sexo”.
Uno de los mejores momentos de Rara está asociado a la constitución del humor o el gag sobre la falsa inocencia de la aparición de un gato. Sabemos quién lo colocó, quién alertó su descubrimiento a las familias y cómo llevó el animal hasta la segunda casa, pero todo el desafío de su planificación no es mostrado. El gag funciona como sorpresa y como suspense: no lo veíamos venir, pese a ciertas señales, al mismo tiempo que sabemos algo más que los personajes a los que apela la “trama” de Catalina, la niña.
Que haya humor no implica que sea el eje primordial de la película, en cambio sí establece una separación del código melodramático de la women’s pictures que aparece como a contrapelo de su contemporaneidad cinematográfica. En la casa de cuatro mujeres, dos adultas, dos niñas, la hermana e hija mayor se asoma a un llamado de madurez. Está en el momento preadolescente, cuando la vida, el mundo, atrae con fuerza imantada tanto como genera curiosidad por lo que se encuentra afuera del hogar, el colegio, los traslados en auto.
Con Sara recorremos pasillos, umbrales, calles asumiendo su sesgo para el conflicto que presenta el costado “político” de la película y su entrada en el cine del presente: el tratamiento sobre la familia homoparental, la visión homofóbica, con que otros personajes (no solo el padre de Sara) descreen de esta familia de cuatro y la pareja homosexual. Hay algo de “campo ciego”, definido por Pascal Bonitzer, en los asomos al plano y encuadres que van situando a Sara. La distancia asumida por la formación del plano y la disposición del niña y el entorno, estableciendo en determinados momentos un efecto de emborronamiento en la imagen tanto espacial como auditivo en las oídas de pasillo, en el desenfoque de personajes al fondo del plano, en el bajo volumen off proveniente de los cuartos a los que no entra. A esto se añade ya un factor cognitivo que busca compartir la película: la propia implicancia e inmadurez de Sara.
El casting funciona tan bien que Julia Lübbert tiene un aire a Mariana Loyola y un cuerpo de 12 años pero con un rostro que parece tener más. Se aprecia en las escenas con su amiga compañera de curso, al revés, ella es alta, físicamente más desarrollada, y aunque use pelo teñido o se haga peinados su rostro sigue teniendo aún algo de infantil. Junto con Las plantas, de Roberto Doveris, hay una presencia juvenil (aquí infantil y preadolescente, allá adolescente en plenitud) que me temo puede ir pasando desapercibida siendo que es lo más evidente. En otras palabras: mi temor es que el “tema” se coma la posibilidad de dejar correr ante nuestros ojos otros mundos. Mejor dicho ¿qué pensaran niños y jóvenes si vieran estas películas?
Sara va aprendiendo lo que cuesta moverse en la vida siendo hijo. Incapaz de explicarse completamente o con percepciones ingenuas cuando intenta ser directa en expresar sus conflictos, sin embargo no es tan distinta a los adultos. Ser adulto es incorporar la contención (para que nos vamos a pelear, que la situación la decida tribunales) a los malentendidos que continuaran pasando. En este sentido la masculinidad, delegada en el personaje del padre, no es representada con menosprecio o destitución de rol. El marido queda como un engañoso vacío, “un hombre es un hombre”, forzado al momento de expresar afecto, silencioso y pragmático, intentando actuar magnánimo.
Sin discursos en boca de los personajes ni ser una película basada en el caso Atala, o sobre una niña debutando en el espacio social adolescente que va encaminado a la adultez, hay rastros, fenómenos indiciales que van coligiendo la postura de la película. A partir de movimientos, gestos, posiciones, estados anímicos, palabras y entonaciones Rara va mostrando cómo rigen las pasiones de sus personajes y qué los conflictua al descubrirse actuando en los juegos civilizados. El final abrupto, pero evidente en su implicancia entraña que la pelota caiga en nuestro terreno de juego: abrir el debate a posiciones sobre la familia y la tenencia homoparental, los quiebres familiares, las divisiones de y por género, la crianza, los jóvenes, los niños. Pero ese es el mundo. Rara es el cine.
Álvaro García
Nota comentarista: 8/10
Título: Rara. Dirección: Pepa San Martín. Guión: Pepa San Martín, Alicia Scherson. Fotografía: Enrique Stindt. Música: Ignacio Pérez Marín. Reparto: Julia Lübbert, Emilia Ossandón, Mariana Loyola, Agustina Muñoz, Daniel Muñoz, Sigrid Alegría, Coca Guazzini. País: Chile-Argentina. Año: 2016. Duración: 93 min.