Neruda (3): La estrategia comercial de Fábula Producciones
Hitchcock dijo una vez que el cine no es más que cuatrocientas butacas que llenar. Dejando de lado el matiz comercial de estas palabras, siempre he sido de la idea de que cuando uno habla de cine no es provechoso reducir la conversación a la película en sí misma –a lo proyectado en la pantalla–, por más que se esté realizando una crítica cinematográfica. Creo esto porque el espectador es el punto culminante del ciclo cinematográfico: sin público el cine no es nada. No quiero que este pensamiento se tome como una simplificación pues está claro que las películas “comerciales” no son más cine que las películas de autor. Lo que quiero decir es que es provechoso que una película –en realidad, su realizadores– tome en cuenta esas cuatrocientas butacas vacías al momento de concebirse. Toda película debe poseer un elemento de seducción para con el espectador, pues de lo contrario sufre el riesgo de convertirse en un ejercicio egoísta; en un ego trip.
Debido a cómo está constituida la industria cinematográfica en la actualidad, la labor de destacar estos elementos seductores recae en el equipo de distribución –la distribuidora–. Este equipo humano es responsable de diseñar una campaña publicitaria basada en los aspectos más comerciales de una película y, en este sentido, están facultados para mentirnos de la forma más descarada en el caso de que una película no posea nada seductor. A nivel internacional esto es pan de cada día y a nivel nacional no hay mentiras…pero tampoco hay seducción.
En este sentido, que un amigo me haya comentado –casi de pasada– que el primer tráiler de Neruda le haya parecido “interesante” y que iría a ver la película me hizo pensar que algo está cambiando para bien. Busqué el tráiler y lo volví a ver con más atención y noté que destilaba seducción pura, pues plantea, en sus dos minutos de duración, el tono y el humor de la película. Incluso toma una malacostumbre norteamericana, un montaje de escenas que no aparece en la película para enganchar al espectador: la escena cuando Gabriel González Videla le pregunta a Peluchonneau si conoce al poeta y éste responde que “no” y luego “sí” ante la mirada atónita de Videla.
En este sentido, la evolución de los hermanos Larraín –Pablo y Juan de Dios– y de su productora Fábula no solo se ha limitado al ámbito artístico sino que también al aspecto “comercial” de sus películas. Pongo comercial entre comillas porque no solo se limita al resultado económico de una película.
Lo anterior se manifiesta en la forma como se abordan dos elementos publicitarios y de difusión de la película. La primera, el tráiler, que demuestra en forma seductora la temática, y la segunda, los conceptos que maneja la campaña publicitaria, que explotan y realzan el carácter mismo del film. Creo que esto queda muy bien resumido con la frase que se ve destacada en los afiches: “Una cacería salvaje” y “Olvida lo que sabes”.
Esto no es menor porque rompe con una tradición nacional muy arraigada para atraer al público. Antes se podía ver el afiche de una película con todos sus palmarés destacados, como diciendo: “vengan a verme porque tengo muchos premios”. En los afiches de Neruda eso no sucede; solo puede verse –y si uno se acerca mucho– el pequeño logo de “Director´s Fortight” –ojo que aparece en inglés incluso–. Con esto, los hermanos Larraín dicen: “venga a verme porque verá una persecución… una cacería salvaje”.
Por el lado de la película en sí misma, desde el comienzo y a lo largo de todo el metraje, Neruda se define como una ficción antes que un biopic. En esto ha sido enfático Pablo Larraín al momento de comentar sobre la película. Esto lo interpreto como una especie de guía para que la gente no piense que es una película biográfica más –ergo, aburrida–. Ahora bien, es más probable que Larraín diga esto con el fin de “justificar” su aproximación a la vida del poeta, pero también da cabida a esta otra interpretación. Pues, por lo demás, que se haya seleccionado el momento de la huida del poeta no es solo por un tema artístico, también de seducción para con el público. En este sentido, Larraín y Calderón se cuelgan de un acto físico interesante y atrayente –escapar y perseguir– para desarrollar su visión de la vida del poeta. Esto nos permite pensar que a nivel de guión se está pensando en el espectador, esto convierte a Neruda en una película entretenida en el buen sentido de la palabra; en un buen ocio, seductor y nutritivo.
Se requiere de mucha fuerza para romper la inercia que ha mantenido a los espectadores nacionales lejos de nuestro cine. No creo que esto vaya cambiar pronto. Sin embargo, creo que lo que están haciendo los hermanos Larraín en su conjunto es un excelente comienzo.
Josemaría Naranjo