Gritos del bosque: Susurros fallidos
Ya desde su primera muestra en territorio nacional, durante el festival Sanfic 2014, que el inevitable estreno comercial de la última película de nuestro único (hasta hoy) asentado director de cine de terror se avecinaba, y sin embargo, se fue atrasando de manera perpetua y constante con el correr de cada año. Se decía que se buscaba el momento adecuado, una fecha en la cual la cinta pudiera florecer dentro de la cartelera tanto nacional como internacional. Además, al tratarse de la primera producción filmada y hecha para ser mostrada en 3D, resultaban (hasta cierto momento) comprensibles los constantes retrasos, esperando el instante adecuado en que las salas estuvieran vacías de los filmes “evento” que acapararían los lentes y salas especiales de los multisala. Todo eso cambió en diciembre, cuando el estreno llegó… solo a una sala, en 2D, en la Cineteca Nacional. Las razones para tan mermado mercado no las conozco, y tampoco sé si su recorrido se expandirá eventualmente a salas que le sacarían mayor provecho… pero resulta curioso que esta haya sido una oportunidad perdida, algo que se condice mucho con la película en sí.
El filme retrata a Ailén y Ana Catrilef, hermanas que viven en la región de la Araucanía, e hijas de padre y madre mapuche. Ambas son contratadas por un empresario argentino que planea una excursión por una zona de bosques que hace 500 años fue escenario de una feroz batalla entre españoles y nativos durante la conquista. Este empresario (interpretado por Paulo Brunetti) tiene miedo a los posibles ataques mapuches ante la posibilidad de que averigüen las intenciones detrás de la excursión, la construcción de una represa en el río que pasa entremedio del bosque, lo que en la práctica resultaría en la destrucción de toda la flora y fauna nativa que le rodea. En la excursión también viaja un geólogo norteamericano, que hace que buena parte de los diálogos del minuto diez en adelante sean en el inglés chapurreado tanto por las actrices principales como por los otros actores. La necesidad del personaje foráneo se vuelve sospechosa y se entiende en tanto subproducto de un acuerdo de co-producción con Estados Unidos, ya que el hecho de que hablen inglés o que sea gringo, no tiene un peso especial para la trama.
Ana, interpretada por Carolina Arredondo, pronto ocupa el protagonismo, al sentirse mucho más cercana que Ailén a la causa mapuche por la defensa de las tierras, proponiéndose así como antagonista natural a la empresa llevada a cabo por los internacionales. Pero es también a través de ella que experimentamos el bosque y cómo poco a poco se transforma en un escenario sobrenatural, donde ella empezará a ver criaturas voladoras, escuchará susurros (o gritos) en mapudungún y se verá acechada por una criatura enorme que pareciera estar hecha de madera, al mismo tiempo que toda vegetación, rama, hojas y flores pareciera apoderarse de su cuerpo. Con el tiempo entenderemos que parece ser la “elegida” del bosque para defenderlo y cuáles serán las estrategias que tiene este lugar para poder cuidarse de quienes quieren destruirlo.
Hay ahí una oportunidad muy grande para el filme, el de proponerse como una especie de “pseudo cinta de superhéroes” sobre los valores del pueblo mapuche, pero que eventualmente queda reducido a una mirada ecológica, ya que aunque forma parte de la cultura y lo intrínseco de la lucha por el propio territorio de su nación indígena, dista mucho de poder atacar el tema de forma lo suficientemente cabal como para resultar satisfactoria.
Sí resulta interesante el personaje y la actuación de Paulo Brunetti, alguien que nunca se ha destacado por interpretaciones profundas o siquiera memorables. Acá hace lo posible por causar un impacto, al ser él solo la representación de la violencia que vive la zona mapuche. Es él quien en momentos de desesperación recurre a una pistola para poder solucionar los conflictos, sobre todo luego de que su campamento es atacado y se quedan sin provisiones para poder sobrevivir en el bosque, de alguna manera reaccionando ante el rechazo por parte del territorio con una violencia insospechada. Entonces la película da un par de pasos conceptuales muy interesantes a la hora de establecer que no es el bosque en sí el que ataca a las personas que están ahí “violándolo”, sino que sólo se defiende, y la violencia proviene de quien está invadiendo. Con cada minuto que pasa Brunetti se vuelve más y más histérico, llegando a la sobreactuación, algo que muchos querrían evitar, pero que en una cinta de terror resulta muy bienvenido, sobre todo en una que parece ser un tanto estéril en otros momentos de entretención.
Es que, en tanto película de terror, en términos de sustos, Gritos del bosque no logra mucho. Y eso es culpa de la ambición terrible por parte de los realizadores al manejar una moderada cantidad de efectos especiales, los que aún así no se encuentran a un nivel lo suficientemente destacable para que no resulten irrisorios o, al menos, que no salten tanto a la vista. Pero juzgar a una cinta de terror por sus efectos especiales, o si da miedo o no, es un poco pueril, por lo que lo dejaremos tan sólo como una nota al margen para quienes le interesan ese tipo de cosas. Lo que sí sucede es que hay un gran número de oportunidades perdidas, tanto respecto a posibles miedos como relativas una creación de atmósfera más opresiva o que diera cuenta de un lugar con identidad potente, evidencia que en esta cinta (por sobre cualquier otra) debía transformarse en un personaje más, lo que lamentablemente no se logra. En ese sentido, incluso la olvidada Blair’s Witch (2016), malignada por la crítica, lograba al menos una atmósfera y un bosque con reglas sobrenaturales que resultaban tremendamente interesantes y que al menos dejaban al espectador lo suficientemente enganchado para ver el desenlace.
Gritos del bosque dista de ser la película de terror chilena que queremos, y aunque resulta respetuosa del legado mapuche, no logra elevarse por encima de una serie de errores no forzados (la presencia del inglés, los pobres efectos especiales, la falta de sustos interesantes), así como de un ritmo lentísimo que no logra que uno pueda insertarse en ese mundo sobrenatural que el filme quería construir. Hay la intención, las buenas intenciones nunca van a faltar en el corazón inocente de Jorge Olguín, pero hace falta mucho trabajo para poder lograr un producto que podamos llamar la primera buena cinta de terror made in Chile.
Nota comentarista: 5/10
Título original: Gritos del bosque. Dirección: Jorge Olguín. Guión: Carolina García. Producción: Jorge Olguín, Macarena Keller, Chris Sablan, Soledad Sahie, Francisca Cifuentes. Fotografía: Víctor Santos. Montaje: Sandra Jiménez. Música: Esperanza Restucci, Luciana Taulis. Reparto: Fernanda Urrejola, Paulo Brunetti, Carolina Arredondo, Tiago Correa, Felipe Contreras, Will Edgar, Nicolás Allendes, Yerko Farías. País: Chile. Año: 2014. Duración: 87 min.