El Príncipe (1): El amor negro

Ganadora del Queer Lion en el Festival de Venecia del 2019, donde impactó la soberbia y desprejuiciada actuación de Alfredo Castro, El Príncipe tuvo su premiere en Chile en la reciente edición del Amor Festival de Cine LGBTI+ y se estrenó a nivel nacional a través de la nueva plataforma de Centro Arte Alameda TV, Matucana 100 y Cinepolisklic, donde el público nacional encontrará una nueva mirada artística y erótica a los hasta ahora poco explorados cuerpos masculinos.

La paleta de colores tierras y ocres de una cárcel real (el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Buin, abandonado desde el terremoto del 2010) donde se filmó El Príncipe del director chileno Sebastián Muñoz Costa del Río, que combina con los anaranjados cuerpos de hombres deseantes y desafiantes, casi siempre semi o frontalmente desnudos, que se mueven dentro de la celda con la naturalidad de un espacio territorializado como propio.

Los baños compartidos, tan característicos del subgénero carcelario con rayados en las paredes incitando el erotismo, donde los privados de libertad deben bañarse todos juntos estimulando las miradas y el deseo por el otro del mismo sexo (que deben disimular), pero también donde se consuma el abuso y la dominación del que tiene mayor poder al interior de la prisión, sobre el recién llegado que debe someterse para obtener protección.

El cotidiano acto de tomar once al interior de la celda -donde hombres que constituyen una cofradía de lealtades conforman lo más parecido a un hogar- como escenas que parecen posadas para un cuadro del pintor barroco Caravaggio, de quien Muñoz reconoce inspiración, construyendo una atmósfera que resalta las figuras humanas reunidas en el encierro.

O la moda setentera en que Jaime (Juan Carlos Maldonado), el joven protagonista encarcelado por el crimen pasional de su mejor amigo, intenta emular al cantante Sandro, develan el oficio de dirección de arte que Sebastián Muñoz ha ejercido en una docena de películas anteriores y que en su primer largometraje como director logra condensar en una atmósfera de otra época, con una puesta en escena a veces sombría y decadente, pero, a la vez, paradójicamente acogedora detrás de los barrotes y puertas blindadas, en ese espacio interior donde para los presos la vida sigue mientras afuera la que era su vida se congela.

La calidez de una imagen sepiada, interrumpida por azules, verdes o por el rojo de la sangre y de la chaqueta del otro bando deseada por el aspirante a artista, envuelve al espectador en una atmósfera sensitiva en que se reproduce la vida cotidiana en míseros metros cuadrados, donde los cuerpos se mueven en su espacio como si fuera propio a pesar del encierro.

En esta película de ficción -posiblemente la más explícita del cine sobre diversidad sexual nacional- suena la canción “Ansiedad” en la versión de Albert Hammond en los inicios de los setenta, cuando Allende era elegido por un pueblo esperanzado y la orientación sexual era el secreto mejor guardado. La misma que bailan abrazados, en piño, bamboléandose de un lado a otro (que en algo recuerda al baile de hombres ebrios en la clásica La Frontera) cuando logran zafarse de una actividad y arman un “zangoloteo” fuera de la mirada de los guardias, mientras cantan mirando hacia arriba "que la ansiedad es de tenerte en mis brazos y en la boca volverte a besar".

Lo oscuro de los personajes de El Príncipe se manifiesta en noches sin luz, en celdas hacinadas y camas compartidas donde las siluetas se mezclan y relacionan unas con otras en silencio, siguiendo la pulsión del deseo y del instinto, sin emitir ruidos, “pues ningún machito quiere que al otro día lo tilden de maricón”. Es el “amor negro” que se experimenta en la cárceles, como lo llama Muñoz, donde los hombres se ven forzados a relacionarse entre ellos -pasional y afectivamente- más allá de su género, porque están encerrados.

La película está basada en la novela de baja circulación del mismo nombre escrita por Mario Cruz en los setenta (que no era parte del circuito de librerías y sólo estaba disponible en los puestos de la calle San Diego), que con sus apenas 60 páginas cautivó a Muñoz por su erotismo explícito y por la forma de trabajar el deseo como el primer instinto de los personajes. La historia transcurre en la pueblerina comuna de San Bernardo, donde Jaime se debatirá entre su pulsión homosexual y las inhibiciones que le imponen su familia y la época.

"El Príncipe", como lo apodan al llegar a la cárcel por los privilegios que comienza a experimentar, se somete a los deseos y protección de "El Potro" (Alfredo Castro), con quien va construyendo un sensible vínculo y una profunda relación de afecto además de física, en contrapunto con la violencia y salvajismo de la prisión, donde sin embargo hay códigos y rituales que se respetan.

A pesar de la crueldad y la soledad que representa, la cárcel se va constituyendo para Jaime en un espacio donde puede expresar sus emociones reprimidas allá afuera por una sociedad que condena la diversidad sexual y sus preferencias, no sin antes haber pasado por pruebas de sometimiento y violación como brutales ritos de iniciación y bienvenida propios de la mitología sobre espacios carcelarios.

Ganadora del Queer Lion en el Festival de Venecia del 2019, donde impactó la soberbia y desprejuiciada actuación de Alfredo Castro, El Príncipe tuvo su premiere en Chile en la reciente edición del Amor Festival de Cine LGBTI+ y se estrenó a nivel nacional a través de la nueva plataforma de Centro Arte Alameda TV, Matucana 100 y Cinepolisklic, donde el público nacional encontrará una nueva mirada artística y erótica a los hasta ahora poco explorados cuerpos masculinos.

 

Título original: El príncipe. Dirección: Sebastián Muñoz. Guion: Luis Barrales, Sebastián Muñoz (adaptación de novela de Mario Muñoz). Fotografía: Enrique Stindt. Montaje: Danielle Fillios. Música: Ángela Acuña. Reparto: Alfredo Castro, Juan Carlos Maldonado, Gastón Pauls, Sebastián Ayala, Lucas Balmaceda, Jaime Leiva, Catalina Martin, Cesare Serra, Paola Volpato, Nicolás Zárate, Paula Zúñiga. País: Chile. Año: 2019. Duración: 96 min.