XV Sanfic: Programación y recomendaciones

Por: Aldo Padilla y Marisol Aguila

Nuevo año de Sanfic, festival que puede denominarse como uno de “Los 3 grandes de Chile” junto con Valdivia y Fidocs, aunque caracterizado por una programación más conservadora respecto a los otros certámenes. Una breve mirada hacia el pasado muestra una leve evolución de Sanfic, desde un 2017 que fue una de edición bastante multicultural o un 2018 marcado por Cannes, con muchos títulos de su sección oficial y la alianza con la Semaine de la Critique.

A la hora de entender a Sanfic en el contexto sudamericano es posible asociar al festival santiaguino (y casi hermanarlo) con el Festival de Lima, salvando las escalas de tamaño, dado que ambos tienen líneas programáticas muy similares, además de compartir cierta tendencia hacia el concepto de alfombra roja; también es posible añadir que Sanfic mira muy de cerca al BAFICI, en especial a la hora de traer títulos argentinos del festival bonaerense. 

Este año la programación de Sanfic presenta una mayor consistencia en las competencias respecto al 2018, aunque la ausencia de documentales en la sección internacional parece ser un gran punto en contra. De todas formas, puede destacarse dentro de sus grandes hitos: la premiere mundial de lo nuevo de la dupla Sepúlveda-Adriazola y el regreso del palestino Elia Suleiman, uno de los directores fundamentales de la década pasada, aunque esto se contrasta con una sección “Maestros del Cine” un tanto alicaída y, de nuevo, con invitados que generan algunas dudas. A la vez Sanfic ha ido desarrollando nuevas actividades de industria y series, las cuales, si bien pueden ser relevantes, no forman parte del análisis de este texto.

Es posible hacer un análisis de la programación del festival usando como hilo conductor el factor paridad de género en sus tres secciones principales, ya que los títulos más pesados del año en las competencias vienen de la mano de directoras. En la Competencia Internacional existe una casi paridad con 4 mujeres en las 9 películas que la componen, esto se ve como un avance respecto al 2018 cuando hubo una ausencia total de directoras en esta sección. Este año la película más estimulante es The Third Wife, dirigida por la vietnamita Ash Mayfair; pasando por la uruguaya Los tiburones, de Lucia Garibaldi, un particular coming of age ambientalista con pequeños guiños a Spielberg; o la única película que viene de la selección oficial de Berlín, con la alemana Nora Fingscheidt y su System Crasher.

En la Competencia Nacional se repite el patrón, ya que los filmes más estimulantes de la sección también tienen mujeres en su dirección, en este caso dos duplas mixtas muy conocidas, como son Adriazola-Sepúlveda y Perut-Osnovikoff, además del esperadísimo documental Lemebel, de Joanna Reposi.

El caso de la sección “Maestros” es donde la situación se revierte, ya que el único nombre femenino es el de la recién fallecida Agnés Varda, con un documental que tiene una esencia a masterclass de despedida donde repasa su carrera, y que contrasta con nombres que hace años tienen poca relevancia en el circuito festivalero como Andreas Dresen y Kenneth Branagh, además de la sátira bastante superficial y gris del mundillo cinematográfico, Ituzaingó V3rit4, del irregular Raúl Perrone.

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It Must Be Heaven, Elia Suleiman

¿Qué esperamos de Sanfic?

Algunos puntos y críticas surgen a la hora de pensar en qué es lo que se esperaba y lo que llegó a Sanfic, esto tomando en cuenta sus últimas ediciones: 

- Se esperaban algunos grandes nombres de Cannes, en especial aquellos que ya tienen distribución en Chile. Este año Sanfic no recurrió a uno de sus sellos programáticos, ya que, si bien se tiene un mega titulo como es It Must Be Heaven, de Elia Suleiman, y unos incondicionales y amigos de la casa como son los Dardenne, hay nombres ausentes como Bong (Palma de Oro), Jarmusch (con estreno suspendido) y Sciamma, con películas que ya tienen distribución en Chile, pero que no estarán en el festival. Si bien los anteriores nombres pueden parecer un capricho quien firma estas líneas, es bueno tomar en cuenta que cinco de las seis últimas Palmas de Oro tuvieron su estreno en Chile en el festival. Como anexo de este punto es bueno resaltar que por un año más se renovó la alianza con la Semaine, en un año particularmente atrayente, tanto por el debut del animador Jeremy Clapin en el largometraje; el segundo film del islandés Hlynur Pálmason A White, White day, después de su muy buena opera prima Winter Brothers (2017); la doble presencia del cine centroamericano con la presencia de la costarricense Sofía Quirós con Ceniza Negra (una de las autoras más esperadas del festival, luego de su gran corto Selva) y el guatemalteco César Díaz ganador de la Cámara de Oro con Nuestras Madres.

- Se esperaba una buena parte del cine latino (en especial argentino) que ha tenido cierto éxito en festivales grandes. No se repitió la avalancha del cine trasandino del año pasado, aunque de todas formas se mantiene cierta cuota, incluso en “Maestros” con el prolífico Raúl Perrone, aunque su fuerza principal está en la sección visiones del mundo con cinco títulos (algunos de ellos bastante desconocidos). El reemplazo de este cine argentino ha llegado de cinematografías como la colombiana, con filmes como Monos, del muy buen director Alejandro Landes, y Litigante, de Franco Lolli; además de un gran arsenal de cine brasileño y el único largometraje peruano de Sanfic: Canción sin nombre, de Melina León, que generó cierta división en su paso por la Quinzaine de Cannes.

- No se esperaba cine clásico, aunque había una leve esperanza de alguna retrospectiva de un director(a). Por ese lado Sanfic no “decepcionó” este año. Lejos están los años en los cuales los invitados eran Cantet, Ferrara o Denis, ya que ahora Sanfic ha virado hacia la presencia de actores, aunque en este caso con un breve recorrido en la dirección, como es la presencia de Gael García Bernal. El mexicano trae su deplorable segunda película Chicuarotes, una de los filmes más denostados en su paso por Cannes (con toda razón). También el festival contará con la presencia del brasileño Wagner Moura, reconocido principalmente por su asociación con Padilha en Tropa de Elite 1 y 2, quien presentará varias películas de su filmografía como actor, además de su opera prima, Marighella.

 

LOS REYES

Los reyes, Bettina Perut e Iván Osnovikoff

Recomendaciones I (por Aldo Padilla)

En los anteriores párrafos se daban algunas pistas de varios títulos presentes en Sanfic 2019, pero en las siguientes líneas se darán argumentos más concretos de algunas películas ya vistas que merecen ser consideradas por el lector, listadas en orden de prioridad.

The Third Wife (Ash Mayfair, Vietnam, Competencia Internacional). La elegancia y sutileza de la opera prima de la vietnamita Ash Mayfair, permite recordar de cierta forma al cine de Hou Hsiao-Hsien, mediante un cine de época donde las formas y la teatralidad de la propuesta han hecho que la directora haya hecho explotar los festivales de Toronto y San Sebastián en septiembre del año pasado, no solo por la delicadeza de la propuesta, sino también por la fuerte impronta de reivindicación de género a través de una mirada hacia un Vietnam feudal donde la protagonista pasa abruptamente de la adolescencia a una aristocracia impuesta.

Los reyes (Bettina Perut e Iván Osnovikoff, Chile, Competencia Chilena). Perut- Osnovikoff han ido consolidando un estilo documental a partir de la gestualidad, tanto en Surire (2015) como en Los reyes es notorio cómo la cámara se va haciendo más invisible, y que los ha llevado al máximo nivel de observación que corresponde a la filmación de seres que no son conscientes de su registro. El documental sobre los perros Futbol y Chola y su rutina que se va repitiendo día a día en un parque, demuestra una dinámica de la libertad absoluta, la que se encuentra en armonía con los esporádicos diálogos de los adolescentes y jóvenes skaters que permiten entender el entorno en el cual los canes han encontrado un hogar a su medida.

Ghost Town Anthology (Denis Côté, Canadá, Maestros del Cine). La primera de las dos películas del año del autor canadiense, que definen un director que va alternando proyectos documentales y ficción. Mientras sus trabajos de no ficción apelan a cierta observación del tipo mosca en la pared, su trabajo de ficción recurre a menudo a la extrañeza y que en Ghost Town Anthology se hace más evidente, aunque con una esencia ruiziana, ya que los muertos conviven de una forma casi directa con los vivos en un pequeño pueblo canadiense, donde un aroma de fascismo parece romper el equilibrio entre ambos mundos. De todas maneras no está demás complementar esta mirada con el informe del agente Franco Abello durante la Berlinale, quien además habla de Varda y Ozon.

Litigante (Franco Lolli, Colombia, Semana de la Crítica). El cine de Lolli apela nuevamente al entendimiento de las dinámicas familiares, en este caso a través de una madre soltera que se ve rodeada por problemas en múltiples flancos, en especial con una madre con una enfermedad terminal con quien a menudo mantiene una tensa relación. En este punto es inevitable pensar que la protagonista no solo lleva todo el peso de la familia de ficción en sus hombros, sino también que se puede extrapolar ese peso a la película en sí, ya que es el primer papel de la escritora e intelectual Carolina Sanin, quien logra entender el personaje a través de recursos de una no actriz y que convierte al film en una continua lucha de la destreza dramática de la madre de la protagonista y la naturalidad exacerbada de Sanin.

By the Grace of God (François Ozon, Francia, Maestros del Cine). Ozon es uno de los infaltables de Sanfic, aunque en este caso es el tema del cual trata la película lo que se come totalmente cualquier rastro del director, ya que se pone al servicio de la causa de las víctimas de los abusos del padre Preynat en Lyon. El compromiso del director se manifiesta en un film desprovisto de sus señas particulares, desde el metacine o la sensualidad de sus dos anteriores trabajos, de forma de construir una ficción que refleje de la mejor forma posible las secuelas de las víctimas reales de Preynat y sus múltiples perfiles. Además es destacable el riesgo que toma Ozon, incluso desde el punto de vista judicial, ya que su estreno en Berlín estuvo a punto de ser cancelado, debido a un proceso que en el momento de la premiere mundial aún estaba en desarrollo. 

Divino amor (Gabriel Mascaro, Brasil-Uruguay-Chile, Visiones del Mundo). La distopía religiosa de Mascaro es parte del gran momento del cine de ciencia ficción (y cine de género) en Brasil, como respuesta al proceso reaccionario por el cual atraviesa el país. La fuerza y enorme presencia de la iglesia evangélica ha contribuido a un clima de intolerancia que el cine ha plasmado de gran manera en varios filmes de la última década y Divino amor se interpreta no solo como la transformación de ciertas corrientes religiosas en sectas, sino también en un control extremo del estado sobre la vida íntima de las familias brasileñas. 

Breves títulos. Además de las recomendaciones centrales pueden recomendarse unos cuantos filmes que pueden tomarse en cuenta a la hora de armar la grilla del festival, desde la anteriormente nombrada Los tiburones de Lucia Garibaldi; el documental Varda by Agnès; la dramedia romántica alemana En los pasillos de Thomas Stuber; el maravilloso cortometraje americano After/Life de la directora Puck Lo, parte de la sección Berlinale Spotlight y, finalmente, el filme guatemalteco Nuestras madres de César Díaz.

 

LEMEBEL

Lemebel, Joanna Reposi

Recomendaciones II (por Marisol Águila)

Además de las recomendaciones del autor de este texto, Marisol Águila agrega algunos títulos valiosos que forman parte de un alentador mapa de una nueva edición de Sanfic.

Lemebel (Joanna Reposi, Chile, Competencia Chilena). Corriendo contra el tiempo y con el mandato de no dejar de grabarlo del propio escritor que asumió la voz de los homosexuales pobres en plena dictadura, Joanna Reposi construye en Lemebel un homenaje en conjunto con el mismo homenajeado, antes de su muerte. En las conversaciones con la directora cuando el cáncer a la laringe le va consumiendo la vida, Pedro Lemebel le sugiere imágenes, fotos y música para dejar testimonio de cómo hizo de su homosexualidad una bandera política, cuando creía en la utopía juvenil de que podía ser artista, pobre y homosexual. La cercanía de los ocho años de reuniones intermitentes entre Lemebel y Reposi, que la directora y su amiga desde 2001 registra en Super 8 mm, es probablemente lo que más contribuye a mostrar el legado de quien de adolescente ya tenía la intuición de que podía decir algo a través del gesto y de la pirotecnia corporal, mientras vivía en la pobreza y la exclusión, y que el Festival de Cine de Berlín premió con el Teddy en 2019; pero también es el espacio muchas veces desaprovechado con una pregunta no hecha, lo cual sorprende siendo Reposi periodista. Desnudo sobre una yegua como si anunciara el apocalipsis, ardiendo en las escalinatas del Museo de Arte Contemporáneo o quemando letras en el pavimento subido en sus tacos altos, Lemebel es cuerpo político y testimonial de quien se reconoció como “marica” y pobre en dictadura, y denunció tempranamente la “cueca democrática” en que se convirtió la transición chilena.

Apuntes para una película de atracos (León Siminiani, España, Visiones del Mundo). No caben los conflictos éticos para el ladrón de bancos Flako, que heredó de su padre (tras las rejas cuando él nació) el oficio y la técnica de usar las alcantarillas de Madrid para irrumpir desde el subsuelo en los subterráneos de los edificios que planificaba asaltar. Flako conoce al dedillo los laberintos de las cloacas, hasta donde desciende el director del documental -un admirador del subgénero policial- para encontrar las motivaciones e historia del hombre al que le siguió la pista desde que leyó en la prensa su original modus operandis, que luego contactó en la cárcel y que a lo largo de los años ganó su confianza hasta conformarse en parte de su vida y casi de su familia. 

Meeting Gorbachev (Werner Herzog y André Singer, Estados Unidos-Alemania-Reino Unido, Maestros del cine). Sin innovar en lo formal, en su último documental el director alemán Werner Herzog evidencia su admiración personal y agradecimiento a Mijaíl Gorbachev por haber influido en la reunificación alemana, en la urgencia de la cuenta regresiva de un líder político clave del siglo XX en sus últimos años de vida. Basado en tres entrevistas que tuvo con Gorbachev en seis meses, el más reciente trabajo de uno de los fundadores del nuevo cine alemán muestra la claridad y agudeza política que a sus 88 años mantiene quien fuera el último presidente de la entonces URSS, que impulsó la Perestroika y la Glasnot que sentaron las bases de las reformas para la apertura del bloque soviético.

Los miembros de la familia (Mateo Bendesky, Argentina, Competencia Internacional). Una mano ortopédica fue lo único que les quedó de su madre a los hermanos Gilda y Lucas, que vuelven a la casa de playa encintada por la policía para despedir un cuerpo ausente que aún no pueden cremar, que sufrió una muerte trágica, probablemente en el baño al que no quieren volver a entrar. Varados en una ciudad balneario por el paro de transporte, los adolescentes viven su duelo en paisajes oníricos del mar gris de invierno, entre el dolor de su pérdida, las vicisitudes de la adolescencia y el humor absurdo durante su espera.