Informe Fidocs (3): Regilaul, Todos en Larzac, Five broken cameras, Museum Hours
Junio de 2013, en medio de una semana llena de actividades políticas, con un paro nacional de estudiantes y trabajadores, orden de desalojo a muchos de los liceos que estaban en toma y que serían lugares de votaciones para las elecciones primarias del día domingo, se llevó a cabo el décimo séptimo Festival de Documentales de Santiago FIDOCS, una instancia que si bien estuvo teñida especialmente por lenguajes academicistas e intelectuales, intentó mantener su compromiso político y de lucha por los discursos y prácticas en desigualdad. El festival estuvo marcado por una gama variada de elementos audiovisuales y argumentales: focos-retrospectivas; revisión al panorama internacional y su contingencia; documentales que reflexionan sobre el cine y otras artes; un amplio espacio al cine de autor- directamente observado en la extensa oferta de documentales franceses-; un pequeño espacio otorgado a películas que cuestionan los límites documentales y de ficción; algunas muestras de cine experimental; miras a los 40 años del Golpe de estado en Chile, entre otros. Misticismo, lucha por la tierra, activismo político y la nostalgia por la cultura. Entre los más de 20 documentales que vi, hubo cuatro que me parecen muy destacados en términos audiovisuales, así como por los discursos desde los cuales reflexionaban. Dos corresponden a la muestra Desde otra (p)arte, el primero de ellos de Ulrike Koch (que había estado en FIDOCS en años anteriores con Los hombres de la sal del Tibet y Ässhäk, historias del Sahara) y ahora con Regilaul, canciones del aire un documental sobre el Regilaul, que son canciones que se estructuran en ocho sílabas que se repiten, formando una melodía monótona, y que como un mantra actúan a nivel simbólico y energético en quienes la cantan y la escuchan. El documental se desarrolla en una zona rural de Estonia, en que la mayoría de sus personajes viven en medio del bosque, rodeados de cerros, lagos y de muchísima nieve en invierno. El argumento transcurre como transcurren las estaciones y el clima, no nos damos cuenta cómo cambia de invierno a verano, ni tampoco podemos asociar directamente una voz a un cuerpo en el film, una voz que entona el Regilaul, que bien como canción, puede ser una tradición, una forma de vida, una cultura. Regilaul, canciones del aire, desencadena en una obra llena de sincretismos, y se nos presenta como un placer auditivo y visual, de los mayores que vi en este FIDOCS, en que la fotografía de los paisajes, de los campos de Estonia, y los retratos, son presentados en una belleza que deja atónito a los espectadores. Así como se muestra la riqueza extraída de la cultura de Estonia, colmada de misticismo, conexión con la tierra, con diosas y dioses, con una relación muy estrecha con la vida de campo y con una filosofía de vida en que el ritual y el apego a las tradiciones (previo a la invasión rusa) ocupan un lugar trascendental, casi religioso en la vida de los protagonistas de la obra fílmica. Al igual que el Regilaul, en que se reiteran las ocho sílabas, hay una imagen que se repite, podría aventurarme a decir ocho veces, en el desarrollo del documental, dos águilas construyendo su nido, encubando y protegiendo a sus crías, así como los protagonistas y sus ancestros han protegido su cultura y tradiciones. Siguiendo con la relación entre ser humano y naturaleza, asociado en muchos de los documentales vistos a la vida en el campo, Todos en Larzac, presente en la muestra de Panorama Internacional, retrata la lucha no violenta de 103 campesinos en el centro de Francia, ante la amenaza de perder sus tierras debido a la ampliación de una zona militar. La lucha que se ha extendido hasta hoy, pero que luego de una lucha pacífica de 11 años en que los campesinos logran que las tierras no sean usurpadas por el gobierno francés, es presentada en el documental como la esperanza y confianza en que la organización colectiva y no violenta de la gente, y superando sus intereses individuales, puede llevar a buen puerto, por supuesto que en un estado democrático y de bienestar como es el francés. La historia es contada por sus propios protagonistas de una manera casi testimonial, donde se resaltan valores como la solidaridad, el pertenecer a un colectivo y por lo tanto, hacer una lucha colectiva y no violenta. En el documental se utilizan algunas imágenes como material de archivo, en que muestran la cobertura de la prensa, el movimiento de campesinos, las marcha en Paris dos años después de mayo del 68, las barreras humanas en los campos en defensiva a los militares, etc. Todos en Larzac presenta la lucha de los campesinos alejada de una revolución intelectual, pero apoderándose también del contexto de revolución de Francia en la década de los 70, como decía uno de los protagonistas: “tuvimos nuestro propio mayo del 68”. Estos dos documentales nos llevan a reflexionar quizás de manera indirecta sobra la situación en que se encuentran los Mapuche en Chile. Por una parte Regialul canciones del aire, en relación a la cosmogonía, la filosofía de vida de los que continúan con esas canciones y esa cultura, haciendo un parangón con los Mapuche, en que pesar de la incesante imposición de una cultura alóctona y occidental, intentan mantener sus tradiciones, costumbres, ritos, etc. Y por otro lado Todos en Larzac, en que hay una confianza en la lucha colectiva, la lucha por el espacio y territorio que pertenece a los habitantes de esas tierras, al igual que los Mapuche que por más de dos siglos han intentado defender territorios ancestrales. También presente en la muestra de Panorama Internacional y como uno de los documentales más esperados en FIDOCS, Five Broken Camaras lo sitúo en la misma línea de relación de los seres humanos con la tierra, la lucha colectiva y la paradoja de lo íntimo como reflexión sobre lo político. Un documental biográfico, y hasta cierto punto autobiográfico en que el palestino Emad Burnat, filma incesantemente como dos ramas de un mismo árbol, la historia de su hijo menor desde que nace y el muro que construyen los israelí en el pueblo Bil’in en Cisjordania. El conflicto palestino israelí, entonces, es contado a través de cinco cámaras rotas, en un recorrido por los cinco años del hijo menor de Emad, la historia familiar, la lucha de una comunidad y la historia de un pueblo. Las cinco cámaras fueron rotas durante la lucha de la comunidad de Emad por defender sus tierras, tierras cubiertas de olivos, árboles sagrados y fuente de alimentación para las familias de Bil’in, tierra ocupadas ilegalmente por los israelí, pero legitimadas para que esto ocurra. Desde una óptica íntima, Emad Burnat graba los inicios de la polarización del conflicto palestino-israelí, mostrando cómo desde pequeños el rencor e ira que sienten los palestinos, es un sentimiento difícil de evadir en esa situación, cómo madres y padres educan a sus hijos en el conflicto, y la más importante herramienta de lucha es que los niños lo observen con sus propios ojos. Este documental, devuelve la esperanza de un cine político, activista, crítico, en definitiva del cine como una herramienta de lucha vigente y necesaria en tiempos de hiperconectividad y saturación de imágenes e información. La segunda película perteneciente a la muestra Desde otra (p)arte, es Museum Hours, de Jem Cohen y de los films que vi, el que más cuestiona las categorías de documental y ficción. La historia se centra en la relación inocente y circunstancial entre Johann (Bobby Sommer) admirador de Brueghel y guardia del Museo de Historia del Arte de Viena, y Anne (Mary Margaret O’Hara) una mujer canadiense que está de visita, forzadamente, en Viena. Una película en que los grandes ejes son la pintura y lo cotidiano, la relación entre éstos, y la reflexión en torno a la pintura y el cine como intertextos y lenguajes que desde los orígenes del cine se comunican. Viena y la vida de estos dos personajes, aparecen como imágenes nostálgicas pero vivas de cultura, la comunión entre el arte de siglos XVI-XVIII y el modernismo, vistos a través de los cuadros de Brueghel y en conversaciones en torno al heavy metal (AC/DC, Judas Priest), que causaban ternura y risas en quienes veíamos con atención devota la película de Cohen. Como retratos e imágenes pictóricas, vemos la fotografía de Museum Hours, la textura, colores empastelados que acentuaban el carácter nostálgico de un arte que se reconoce fuera de tiempo, la expresión calma y sin cuestionamientos de Johann, tal como un vividor en su espacio de relajo, haciendo, lo que al parecer, realmente quiere hacer y Anne con su encanto e impulsividad como vestigios de una juventud intensa. En definitiva una de las obras maestras de FIDOCS, de esas que luego de una larga jornada vale penas y alegrías adentrarse. Por: Carla Olivares