Informe XVI Sanfic (2): Los sonámbulos: Las represiones elocuentes

Ganadora de mejor película, guion y actriz principal en el Festival de La Habana y nominada a mejor largometraje en el Festival de Mar del Plata,se presentó en la sección Maestros del Cine del 16° SANFIC Los Sonámbulos, de la argentina Paula Hernández, quien además fue jurado de la Competencia Internacional. Se trata de un estudio sobre relaciones familiares, la jerarquía y sus posiciones, la revolución de la adolescencia y los terrenos nebulosos del deseo. 

Paula Hernández expone en su cuarto largometraje, Los sonámbulos, una atractiva y sombría aproximación al despertar de lo recóndito, del inconsciente, de las ansias castigadas, del ocaso de una familia ritual; con una cámara incesante detalla la frustración y el deseo, la molestia y el desenfado, la tenacidad y el desencantamiento de quien perdura en sus lamentos. La cinta argentina nos invita a cuestionar las formas más acabadas del periplo vital junto a un lúcido retrato de las engorrosas relaciones familiares.

Luisa y Emilio son padres de Ana, una joven ad portas de la adolescencia que padece sonambulismo. Tras una tensa imagen inicial, vemos como esta familia se dirige a la casa de campo de la madre de Emilio, un lugar místico, ceremonial, donde hermanos y primos se reúnen para festejar rodeados del imponente bosque. Lo que parece una clásica cita con quienes más creemos amar, continúa como balas silenciosas de un lenguaje represivo, diálogos agudos, implícitos, buscando que gobierne la norma por sobre lo que nos acusa en la mente. Se conserva la calma, pero cuerpos jóvenes y adultos se entremezclan en un juego aletargado de decires y pulsiones. Se nos presenta entre estos personajes a Alejo, un joven ya en los veinte que, con una apariencia de poeta despreocupado y aventurero, entabla una crepitante relación con Ana, que ve en él una figura de admiración y adrenalina. Pero Alejo pareciera estar interesado en la madre de ésta, quien en un declive matrimonial ronda por la casa con actitud difusa al borde del desarraigo. Los hermanos de Emilio se disputan la venta de la casa, la abuela se niega con la vida entera, los primos sólo quieren diversión, alcohol, fogatas, días de pesca, el brindis de la hecatombe se mueve por los personajes como una alerta inminente, los dados están sobre la mesa.

El ritmo de la cinta es curiosamente desbocado, la cámara es un personaje más, documental, punzante, no deja espacio para desviar nuestra mirada, un recuerdo acaso del mejor cine francés, diestro en desnudar a sus personajes cuadro a cuadro. A ratos una comedia negra, por segundos una cinta de Haneke, la película de Hernández es un manifiesto a carne viva de las frustraciones, del silencio matrimonial, de la fragilidad del parentesco, de la sexualidad creciente. Un portento las actuaciones de Érica Rivas y Luis Ziembrowski, entregan de sobra personalidad y robustez a una historia que habla como punto genérico de la familia, pero bombardea desde las esquinas con todos los vestigios y resabios de la vida misma, de lo ajado, una exposición esencial para comprender el estilo con el que hemos aprehendido las formas de convivencia. Al parecer, el cine argentino ha reformado su ideología cinematográfica, tras un incesante visionado de cintas sobre dictadura y sus herencias de cultura críptica, han optado los últimos años por interiorizar la región del hogar y sus componentes: Hernández no se queda atrás y nos regala como un trozo de carbón prendido su perspectiva.

Ganadora de mejor película, guion y actriz principal en el Festival de La Habana y nominada a mejor largometraje en el Festival de Mar del Plata, Hernández continúa deambulando por el drama intimista, aprisionado, sin embargo, latente, vivo. Lo que parecían unas pequeñas vacaciones familiares se transforman en un cuento de terror delicado, amante de la virtud en la narración, dejando pistas para un desenlace de sobresalto, tenue y ensimismado. Nunca ha sido un asunto sencillo la negociación de las relaciones, la jerarquía y sus posiciones, la revolución de la adolescencia y los terrenos nebulosos del deseo. Los estudios sobre familia son dilatados y vastamente analizados, volviendo dicha institución en un eje clave para la comprensión de la vida social, Hernández lo vuelve sencillo en el mirar, macabro en el sentir.

Según los entendidos en materia de definir, sonámbulo significaría un sueño anormal, donde nos levantamos y caminamos, realizando ciertos actos que no recordamos al despertar. ¿Seremos acaso una sociedad de sonámbulos, dirigidos como títeres por nuestros afanes subrepticios? ¿Habrá algo más elocuente que lo que callamos en la mente? ¿No es el sueño el estado perfecto del olvido, una tregua misteriosa de la propia vida? Los personajes de esta cinta están dormidos, pero furiosos por despertar, no sólo por las señales de una vida cansina, sino como la alarma más chirriante, pidiendo a gritos decir la verdad, ¡y qué verdad!

 

Título original: Los sonámbulos. Dirección: Paula Hernández. Guion: Paula Hernández.   Fotografía: Iván Gerasinchuk. Música: Pedro Onetto. Elenco: Érica Rivas, Ornella D´Elía, Daniel Hendler, Luis Ziembrowski. País: Argentina.  Año: 2019. Duración: 107 min.