Informe XIII Sanfic (5): Los números y la patria grande
Los diagramas de Venn son una representación matemática de conjuntos que se interseccionan, el cine podría representarse de alguna forma mediante estos diagramas: países que se interseccionan con géneros, que a la vez forman conjuntos con ciertos festivales y otros muchos más pequeños conjuntos con otras características. En ese eclecticismo que es el cine este texto interseccionará dos de sus partes. Por un lado, la primera habla de algunos datos sobre la competencia internacional y un diagrama de Venn imaginario que las caracteriza; y en la segunda se hace un análisis de dos películas latinas que estuvieron en el festival: la ganadora de la competencia internacional y uno de los grandes descubrimientos en las secciones paralelas.
Ficciones, geografías y recorridos
Hay un poco de frialdad a la hora de analizar un festival a partir de números y cifras, pero también nos puede ayudar a entender algo de la línea de programación. Para este caso en particular el conjunto de datos será la competencia internacional con sus 9 películas participantes, de la cual es posible extraer algunos datos sueltos. Respecto al género la competencia estuvo equilibrada con 4 documentales y 5 ficciones. La participación femenina lastimosamente solo contó con 2 direcciones (La novia del desierto y Verano 1993). Geográficamente la situación es un poco más compleja de resumir, ya que no todos los directores rodaron en sus países de origen, aunque hay una predominancia latina con 6 directores, aunque también se destaca la presencia de 2 directores europeos y uno coreano. La presencia nacional se limitó al director chileno-canadiense Carlo G. Proto con La resurrección de Hassan, aunque con la particularidad que dicho filme está totalmente rodado en Canadá.
Sobre la "experiencia" o recorrido de los directores, la competencia contó con 4 óperas primas (Rondón, Pivato-Atan, Granovsky, Simón), 3 segundas películas (Jang, Klinger, Proto), Gras que presentaba su tercera película y Moreira con su quinto film. Es notorio que la competencia estuvo enfocada a directores haciendo sus primeras armas, lo cual condice al hecho que 7 de ellos estén en sus primeras dos películas y aunque frente a este panorama desentonaría la presencia de Moreira Salles, un director que está más que consolidado, es posible tomarlo como una forma de elevar el reconocimiento de la competencia.
Finalmente, retomamos algo que llamamos la dinámica de festivales, ya que dado el calendario, se ve cómo SANFIC tiene una fuerte influencia de Cannes y Berlín, lo que se reflejó en que 6 de las películas debutaron en algunas de las múltiples secciones de ambos festivales (3 en cada uno), los 3 restantes tuvieron su premier en Rotterdam, San Sebastián y Montreal. Además, es posible resaltar que la película que llegaba con más premios bajo el brazo era Verano 1993 de la española Carla Simón, ganadora absoluta en la sección Generation de la Berlinale, en el competitivo Festival de Málaga y recientemente nominada para representar a España en los Oscar.
A pesar del énfasis sobre los datos premios y filmografías en los párrafos anteriores, aquello ayuda a entender la línea de la competencia, donde documentales y ficciones se unen sin mayor discriminación y el cine latino joven es el principal invitado. En una competencia muy sólida en cuanto a la calidad de los filmes y aunque esto no puede ser cuantificable, en conjunto puede notarse como existe un diálogo interno entre los filmes sobre las relaciones humanas con el entorno (Los Territorios, No intenso agora, Makala), con la familia (Estiu 1993, Resucitando a Hassan, La familia) y con una pareja inesperada (Porto, Autumn, Autumn, La novia del desierto).
La fuga interna
La delgada línea entre el miserabilismo y el retrato de la realidad es una frontera en la cual el cine latinoamericano siempre ha oscilado. La imagen que ciertos festivales esperan de Latinoamérica es que muestre la pobreza y violencia en la cual se mueve parte de la sociedad latina, cuando el cine está al servicio de dicha idea el resultado es una obra que solo enfatiza estos puntos, volviéndose previsible y cruel con sus personajes.
El complejo panorama por el cual ciertos países atraviesan es posible ser retratado sin caer en la violencia gratuita, tocando el tema sin abusar de la pobreza y mostrando los matices en medio de la crisis. El filme venezolano La familia de Gustavo Rondón Córdova se maneja con equilibrio dentro del retrato de la violencia de la gigante Caracas, mediante dos personajes contrapuestos que luchan a su manera para sobrevivir en el entorno en el cual han sido asignados por el azar. Por un lado, el padre protagonista se maneja dentro de la prudencia -lo que en cierto momento puede ser confundido con una mezcla de humillación y miedo-, y por el otro lado, un hijo que se maneja entre la temeridad y la confrontación directa, lo que de cierta forma se muestra como un arma de doble filo, ya que precisamente esa actitud genera el problema que llevará a los protagonistas a escapar de la extraña zona en que viven, una mezcla entre chabolas y enormes edificios donde la delincuencia predomina. Las diferencias sociales también se ven notoriamente marcadas entre la marginalidad y la ostensible riqueza de la clase que vive lejos del mundanal ruido del centro, pero aunque ambos están diametralmente separados, comparten la paranoia por la constante amenaza de la delincuencia, donde la seguridad es un derecho que solo la clase pudiente puede pagar.
Es interesante que una de las ideas principales del filme se base en el crecimiento del adolescente protagonista y el aprendizaje sobre cómo sobrevivir en esa zona en base a un equilibrio entre la prudencia y la valentía. También es importante resaltar cómo el cine venezolano en los últimos años ha ido retratando el complejo momento actual de violencia en la ciudad de Caracas a través de la mirada de niños y adolescentes. La ganadora de la Concha de Oro, Pelo malo, lo hacía mediante un niño en busca de su identidad con el trasfondo de la difícil situación económica y la violencia en los guetos horizontales;, una visión un tanto más juvenil venía de la mano del León de Oro 2015, Desde allá, la que muestra la transición de un adolescente hacia la juventud y que busca suplir la figura paterna mediante el crimen y el afecto de un extraño. En cambio, en el caso de La familia la figura paterna sí cumple con su rol en la medida de lo posible, debido a la larga jornada laboral del padre, pero la ausencia materna pareciera generar en el hijo una fuerte tendencia hacia la desobediencia y rebeldía. El filme logró el premio principal de la competencia de forma muy merecida, ya que en base a un relato sobrio y sin recurrir a la crueldad sin sentido logra mostrar la evolución de la relación paterno filial y la relación con una sociedad que, a pesar de los problemas, se da modos de salir adelante.
El sur de todas partes
La filmación del infinito es un ejercicio que en esencia genera una belleza visual directamente proporcional al espacio que abarca; ese infinito no siempre es fácil de ser captado, esquivo y un poco caprichoso, el espacio necesita la luz adecuada, que no siempre está al servicio de la causa. La paciencia es la única herramienta que puede permitir captar esos instantes donde el infinito se muestra en su máximo esplendor. El sur de Argentina, es un espacio apenas poblado y parece el lugar ideal para capturar esa noción, el invierno que parece arrasar con todo acentúa esa idea de soledad en medio de la nada.
La ópera prima de Emiliano Torres redescubre aquellos espacios olvidados, en el cual pastores totalmente desconectados del entorno reciben suministros de forma esporádica, y cuyo ritmo de vida parece estar limitado por el lento ciclo de vida de ovejas, que estación a estación cumplen una rutina y que se ven amenazadas por números que indican que dicha forma de vida ya no es rentable.
Los protagonistas de El invierno son la representación de polos opuestos con un mismo destino, un joven trabajador con gran habilidad para distintas labores y un anciano capataz que pareciera ser parte del inventario de la granja, la cual ha cuidado buena parte de su vida (un monumental y muy contenido Alejandro Sieveking). Incluso esta rivalidad se traslada a ciertos aspectos geográficos, ya que el joven apodado Misiones viene precisamente de una región del noreste argentino -caracterizada por su clima caluroso extremo- donde los colores inundan la zona, desde el rojo del suelo hasta el verde constante de la selva, contrastando frente a los distintos tonos de azules y blancos de la Patagonia agreste. Aunque la confrontación es uno de los argumentos del film, los hilos que están detrás de ella son el trasfondo de la historia, donde se aprecia cómo el capitalismo duro solo busca beneficios sin mirar rostros.
A pesar que el filme se desarrolla en clave de western, en especial en la parte final, la contemplación y el entorno son los grandes protagonistas. La calma con que el paisaje va transformándose hasta llegar a un estado salvaje e incontrolable, se contrasta con la paciencia con la cual cada elemento es filmado. La belleza intensa y sobrecogedora del territorio, que parece hablar mediante el clima, nos lleva al concepto inicial de este artículo, una lucha que se intersecciona con otra, la lucha contra el mismo hombre, contra una generación y contra la naturaleza implacable.