Informe X Femcine (3): La vida invisible de Eurídice Gusmão. Vivir de la no presencia

Vemos el sufrimiento silencioso tanto en el plano físico como psicológico de las dos protagonistas, tenues en sus formas, álgidas en el espíritu, en encuentros y desencuentros, soñando siempre en la otra, como una vida prestada, más invisible en el lenguaje que en el ansia. La cinta está compuesta de una rabia enmarcada, controlada; con maestría nos muestra enunciados testarudos, curiosamente inspiradores, acaso diciéndonos que en la vida no hay justicia posible, sólo lo bello de su posibilidad imaginaria.

Bendita fue la suerte de encontrarse con el sexto largometraje del director brasileño Karim Aïnouz, como cierre de la reciente edición de Femcine, quien en su cinta La vida invisible de Eurídice Gusmão nos cuenta la trágica historia de dos hermanas que, producto de la lamentable construcción de los destinos, deben vivir una vida separadas añorando el eventual reencuentro. Una historia cargada del despropósito más bello, lidiando con la frustración y la eterna búsqueda de la realización personal, ese sueño tan moderno, como dijo un viejo filósofo hace ya una décadas.

Eurídice y Guida son dos hermanas (18 y 20 años respectivamente) que habitan en la clase media de la sociedad brasileña, hijas de un padre severo y una madre silenciada, deben combatir con la forma de dar rienda suelta a sus aventuras vitales en un Brasil expuesto en sus desigualdades tal como lo mostró Meirelles hace 18 años con Ciudad de Dios. Guida, más tenaz que una Eurídice suave y sutil, decide dejar la casa para partir con un amor efímero, un griego que poco tiempo después la abandonará, quedando embarazada y sin posibilidad alguna de volver a casa tras la negación férrea de su terco padre. Eurídice, por otra parte, se ve forzada a las directrices de su familia, intentando llevar esa vida maquinada junto a su incesante sueño de tocar el piano en Austria. Así, pasarán los meses y los años y Guida se asienta en un barrio bajo de Brasil buscando la sobrevivencia a toda costa, luchando con el peso de una burocracia castigadora. Eurídice, si bien toma el “camino correcto”, se mantiene en el lamento del horizonte difuso, extrañando con su alma a la hermana que partió locamente.

La cinta posee elementos similares al cine de Wong Kar-wai, por mencionar alguna de tantas, su clásico Con ánimo de amar estrenada el año 2000. No sólo en la seducción de los planos, también en la fosforescencia de vidas hundidas en la miseria del camino que se hace al andar, más allá del bien y del mal. Con escenas de sexo que recuerdan el lado más tenso de Gaspar Noé (acaso tuviera un lado no tenso), vemos el sufrimiento silencioso tanto en el plano físico como psicológico de las dos protagonistas, tenues en sus formas, álgidas en el espíritu, en encuentros y desencuentros, soñando siempre en la otra, como una vida prestada, más invisible en el lenguaje que en el ansia. La cinta está compuesta de una rabia enmarcada, controlada; con maestría nos muestra enunciados testarudos, curiosamente inspiradores, acaso diciéndonos que en la vida no hay justicia posible, sólo lo bello de su posibilidad imaginaria.

Ganadora de Un Certain Regard en Cannes, el premio del público en Mar del Plata, fotografía y dirección artística en el Festival de La Habana, entre otros tantos, Karim desea plantarnos esta hermosa fotografía extendida del paisaje desolado de las vicisitudes, de la bifurcación de los caminos, de los inconvenientes azarosos de las decisiones. Aparecen los frutos de las siembras de Eurídice y Guida, el tiempo corre a pasos agigantados, no hay tiempo que perder, o hay que perderlo todo. Con un camino hacia el final que tiene la esencia del despertar, del descubrimiento de un tesoro, el espectador sabrá si perdona, si admite estas oscuridades con luces a medias en su vida, si dejamos entrar al sombrío visitante de la noticia definitiva.

Vivir de la no presencia, vaya cosa. La película nos muestra a cada instante esa laberíntica fenomenología, estar y no, los personajes abandonados en sí mismos, la pantalla los deja en atisbos, a nuestros ojos enjuiciadores o empáticos, estamos a la siga del final feliz, educados en el alero de Hollywood, veamos qué ocurre, a ver si habitamos de nuevo, junto a Guida y Eurídice, a ver si el mismo viento que rompe nuestras naves, es el que hace volar a las gaviotas, como dijo Hahn.

                                             

Título original: A vida invisível de Eurídice Gusmão. Dirección: Karim Aïnouz. Guion: Murilo Hauser, Inés Bortagaray, Karim Aïnouz (adptación de novela de Martha Batalha).  Productora: RT Features, Pandora Film. Fotografía: Helene Louvart. Música: Guilherme Garbato, Gustavo Garbato. Elenco: Carol Duarte, Júlia Stockler, Fernanda Montenegro, Gregório Duvivier. País: Brasil.  Año: 2019. Duración: 139 min.