Informe VI Proceso de Error: La creación más allá del resultado
En Valparaíso se llevó a cabo la sexta versión del festival de cine Proceso de Error, donde cada año se reúne un nicho específico de artistas y espectadores abocado a promover un cine que tanto se distancia de las grandes salas como del genérico “cine arte”. El festival es una de las principales actividades de INVE, una plataforma de video experimental de Artes abocada a la creación y difusión del cine experimental. Se plantea no sólo como una instancia de exhibición de obras ya finalizadas, sino que como una ventana a proyectos aún inconclusos, que fueron desarrollados en el LAB PDE, una de las residencias de INVE. Con una programación organizada por temáticas, “modalidades” y compilaciones de la obra de artistas invitados, Proceso de Error acoge distintas formas de experimentación cinematográfica, como animación, video-danza, found footage, cine ensayo, experimentación de soportes, viajes visuales a partir de glitch o desgastes análogos de celuloide, entre otras.
Desde el pasado 30 de septiembre al 5 de octubre, se llevó a cabo la sexta versión del festival de cine Proceso de Error en la ciudad de Valparaíso, en el que cada año se reúne un nicho específico de artistas y espectadores del séptimo arte, abocado a promover o consumir un cine que se distancia audazmente del de las grandes salas de la industria, e incluso de aquel que se ha denominado genéricamente como “cine arte”. Desde una programación organizada por temáticas, “modalidades” y compilaciones de la obra de artistas invitados el festival acoge distintas formas de experimentaciones cinematográficas, que van desde la animación hasta el video-danza, pasando por el found footage, el cine ensayo, y la experimentación de soportes y viajes visuales a partir de glitch o desgastes análogos de celuloide, entre otros.
Fundado por Daniela Lillo, el festival es una de las principales actividades de INVE, una plataforma de video experimental de artes abocada a la creación y difusión del cine experimental. En este marco es que el festival se plantea no sólo como una instancia de exhibición de obras ya finalizadas, sino que como una ventana a proyectos aún inconclusos, y que fueron desarrollados en el LAB PDE, una de las residencias de INVE. Semanas previas al festival, el equipo de INVE selecciona a los postulantes de la convocatoria para participar en este laboratorio durante cinco días. Los cineastas dejan su rutina para internarse en la ruralidad y tranquilidad de Colliguay, donde se realiza la residencia. La conexión con la naturaleza y la abstención de vida urbana se propone con el fin de sumergirse en el proceso creativo, en donde los realizadores viven un proceso individual junto a su propia obra, en un contexto de convivencia grupal y diálogo con los pares y tutores. Este laboratorio se transforma en un vertiginoso desafío, cuyos resultados pueden desembocar en una obra final, en una obra inacabada o en una suerte de maqueta de anteproyecto, pero todas dignas de exhibirse como muestra inaugural del Festival Proceso de Error.
El transcurso de la programación consistió en asociaciones y lazos que INVE ha ido tejiendo año a año, tanto con festivales internacionales como nacionales. ULTRACinema de México, VIDEOPLAY de Argentina y Frontera Sur de Chile. Todas ellas muestras invitadas con su propia curatoría y que incorporaron animación, found footage, videodanza, cine ensayo, y que en su conjunto logran tensionar radicalmente los límites de las narraciones en su sentido aristotélico. Esta lectura se puede llevar a cabo como espectadora/o después de una disposición a sumergirse en las obras, sin antes advertir ese aprendizaje condicionante y adquirido por el consumo de un cine habitualmente predecible.
En Insomnia, teatro Condell, sede principal del festival desde el año 2017, se llevó a cabo la inauguración el día lunes, y cuya curatoría se reservó para exhibir los resultados de los asistentes al LAB PDE. Para esta versión 2019, el estreno de los resultados de la residencia se permeó con la identidad de Perú, México, Argentina y Chile, en trabajos que, de cierto modo, mostraban la faceta más individual de la figura del cineasta, encaminada hacia una búsqueda del cine de autor. Los relatos se volcaron a lo íntimo siempre en diálogo con lo político y lo público, y la presencia de found footage, o material de archivo, tanto público como familiar, sirvió de dispositivo con un resultado interesante en cuanto a forma y fondo.
Desde Perú, el trabajo de Mayra Villavicencio consistía en el rescate de un registro casero de la ceremonia de boda de sus padres. La experimentación radicó en la deconstrucción del propio registro: distorsionando los tiempos, ralentizando, repitiendo fragmentos y deteniéndose en instantes, con el fin de centrarse en los detalles de la memoria devenida en archivo y en las evidencias y simbolismos que anuncian el fracaso de una relación. Los símbolos culturales eclesiásticos (cadenas en los cuellos) o las manos inquietas (corrigiendo uno al otro, como actos imperceptibles) desde el montaje adquieren una nueva dimensión. Así, y cómo en otros trabajos del festival, la reapropiación del archivo familiar constituye un acto político y un camino autoral para la cineasta. Desde la misma técnica, pudimos ver la obra de Victoria Maréchal, de Argentina, focalizado en temática de género. La reapropiación fue sobre un archivo público de un importante campeonato de atletismo en Francia, donde la atleta africana Caster Semenya obtiene el primer lugar. El cortometraje explora los limites del registro de los últimos segundos de la carrera, trabajando con el ralentizado y voces en off de comentarios que suscitaron en torno a la ambigua sexualidad de la deportista, y que la invalidaban como ganadora y como mujer. Estos son solo dos de los ocho resultados de LAB PDE, que le dieron a la muestra un tinte político desde lo híbrido, en tanto que muchos de ellos siguieron aún en proceso. Pero más que destacar resultados individuales, es necesario mencionar esta muestra por su valor al abrir al espectador una pequeña ventana poco común en salas de cine y también en festivales, que tienden a separar ambos espacios -exhibición para obras “acabadas”, e instancias de formación como talleres cerrados a público- y que invita a entender desde cerca las implicancias de la creación o, al menos, instala la pregunta sobre el principio y el fin en un proceso creativo.
El festival prosiguió con importantes invitados nacionales e internacionales. El reconocido y excéntrico cineasta de California, Craig Baldwin, presentó en persona parte de su obra basada en found footage, donde incorporó desde films antiguos, como el largometraje Tribulation 99 (1991), hasta trabajos más actuales, como el cortometraje Bulletin (2016), y un conjunto de cortometrajes que mezclaban los efectos especiales con el archivo. El acercamiento a su obra también se alimentó de extensas charlas y foros en que el cineasta puedo explicar su metodología de trabajo a partir de material de época y de su archivo personal. Como coleccionista de cintas en celuloide, su material expande las fronteras de los géneros y reutiliza lo que alguna vez fue filmado con fines comerciales u otros. Estos collages le sirven de soporte para construir relatos ficticios cargados de humor negro y crítico a la vez, como ocurre en la mencionada Tribulation 99, en que la invasión de marcianos a la tierra se fusiona con la historia de los EE.UU. y las imágenes funcionan como alegorías de la sociedad norteamericana de consumo, e invasora de países del cono sur, haciendo, por ejemplo, una extensa referencia al golpe de estado ocurrido en Chile.
El segundo invitado internacional fue de IVAHM, International Videoart House Madrid, con la presencia de su director Nestor Prieto y su director técnico Francisco Brives. Invitación que afianzó los lazos entre ambos festivales, puesto que el año anterior la invitación se realizó a la inversa y la cineasta Daniela Lillo pudo presentar en España piezas artísticas de INVE realizadas por artistas nacionales. Para esta ocasión, la muestra se tituló Paisajes Humanos y se compuso de cortometrajes realizados por artistas de distintas nacionalidades que tuvieron su paso por la escuela de IVAHM en Madrid. La curatoría puso el foco en la performance, la danza y las artes escénicas como manifestaciones expresivas y, a medida que avanzaba la muestra, adquiría un tinte más crítico y agudo. La muerte, el hermafroditismo, la crítica al sistema y sociedad de consumo, fueron algunos de los temas abordados en los cortometrajes, que se insinuaban en su condición de tabúes sociales, en donde la exhibición de los cuerpos nos interpelaba al mirar de frente aquello invisibilizado en nuestra sociedad. La invitación a la dupla también dio lugar a una charla para profundizar los alcances de la performance y el videoarte como herramientas de expresión.
Desde la misma vereda del videodanza, el festival contó con la presencia de Patricia Campos y Francisco Ríos (Chile), quienes además de cineastas ejercen como bailarina y músico respectivamente, en tanto que su obra utiliza el video como un medio de expansión de estas expresiones artísticas. También destacó la presencia de la dupla Leon&Cociña, que ya habían participado del festival el año 2017. Para esta versión exhibieron obras incompletas, que consistió en un extenso recorrido por diez de sus cortometrajes, presentados en orden cronológico. Desde Lucía (2007) hasta Extrañas criaturas (2019), siempre utilizando la técnica del stop motion, e incorporando, en trabajos más osados, la presencia de actores reales que posicionan la obra en los límites de la experimentación ensayística. En este recorrido cronológico se visibilizó una incorporación de guiños a la historia de Chile, e incluso, la mención explícita de personajes como Jaime Guzmán desde una posición performática de sátira hacia elementos de la dictadura (La bruja y el amante, 2012) y también de injusticias sociales en forma de fábulas infantiles, como en Extrañas criaturas. Pareciera así, desde el estreno de su primer largometraje Casa lobo, que la dupla de artistas ha ido mostrando interés en elementos que complejizan, a su modo, la narrativa y el trasfondo social de sus trabajos, como una preocupación incipiente, aunque tímida aún, con los discursos que emanan de la experiencia sensorial y estética que son capaces realizar.
El festival hizo su cierre con una actividad que ya forma parte de su tradición, en la que invita a los porteños y cinéfilos a subirse a una lancha para visionar una película con el puerto de Valparaíso nocturno como telón de fondo. Para esta ocasión, la exhibición consistió en parte de un largometraje que tuvo su estreno el día anterior en el teatro Condell. Fragmentum Cinema: Sueños, consistió en un experimento colectivo de más de cuarenta cineastas, a los que se les propuso hacer una pieza audiovisual de dos minutos bajo el concepto de sueño. El resultado devino en un interesante panorama de estilos independientes uno del otro, pero unidos por la condición del tiempo y la temática, y que permitió apreciar un panorama general y plural de artistas nacionales, afianzados por el simple gusto de crear. VE EN LA OLA es el nombre que lleva la actividad de clausura, una que tiñe de frescura la noción de experimentación como parte de las vivencias y la reflexión en torno a la apropiación de los espacios que podemos habitar.
Como primer acercamiento a un festival que ya cumple seis años, pude apreciar un momento de crecimiento que va consolidando sus redes a pulso desde los lazos humanos y el interés constante de parte del equipo por descubrir y brindar hospitalidad desde un sentido más colectivo. Detalles cotidianos como el hostal CasaPlan, punto de encuentro y convivencia para los invitados junto al equipo de INVE, hacen del festival una experiencia amena y comunitaria a partir del cual comienza todo vínculo con la creación y el cine.