Informe IV Black Canvas: Escrituras del yo, territorios y autoficciones

En su cuarta edición con un formato híbrido, el Black Canvas, Festival de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México, mostró un par de cortometrajes filmados durante el encierro y varias películas que parten de la experiencia personal para experimentar con los cruces entre la ficción y el documental.Este antecedente nos ayuda para pensar la presencia de correspondencias, diarios fílmicos, ensayos o películas con un claro acento en la configuración del sujeto.

Durante los primeros meses de cuarentena, después de que varias productoras y directores de cine liberaran sus películas de manera gratuita, cineastas en diferentes lugares del mundo empezaron a filmar y filmarse en el encierro; algunos con más imaginación que otros, pienso en el caso de la serie colectiva de Netflix Homemade (2020) o en el mediometraje Lejano interior (2020) de Mariano Llinás. Esta suerte de vuelta al interior también se acompañó de un regreso a los “clásicos” personales o a las retrospectivas sobre ciertos directores organizadas por cine clubs e incluso impactó en la crítica de cine al repensar los modos de escritura con escrituras colectivas. El encierro sacudió la realidad en el modo en el que la entendíamos.

Este antecedente nos ayuda para pensar la presencia de correspondencias, diarios fílmicos, ensayos o películas con un claro acento en la configuración del sujeto en varios festivales de este año; Frontera Sur, por ejemplo, tuvo una retrospectiva del cine de Jonas Mekas. En su cuarta edición con un formato híbrido, el Black Canvas, Festival de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México, mostró un par de cortometrajes filmados durante el encierro y varias películas que parten de la experiencia personal para experimentar con los cruces entre la ficción y el documental. En ese sentido, la retrospectiva dedicada al cineasta José Luis Torres Leiva, por ejemplo, subraya muy bien la intención por reflexionar dichos cruces.

En su sección Más allá del Canvas, An Unusual Summer (2020) dirigida por Kamal Aljafari reconstruye, a partir de la recopilación de imágenes grabadas por una cámara de vigilancia, una película que funciona como un álbum familiar: el padre del director, poco antes de fallecer, instaló la cámara para descubrir quién rompía los vidrios de su auto, de repente lo vemos en las imágenes capturadas por la cámara, a veces también aparece la madre del director en sus compras semanales y la voz en voz en off de una niña dota a la película de una dimensión afectiva y política porque hace comentarios a propósito del hogar, una zona conocida como “el gueto” en una ciudad de Palestina.

En su libro Rhetoric and Representation in Nonfiction Film, Carl Platinga construye una definición del cine de no ficción a partir de la pragmática y del uso intersubjetivo de las ideas de realidad y ficción. Para él, la búsqueda por la realidad pura en el cine es imposible porque siempre hay una mirada intencional detrás de la cámara, de existir una imagen sin un sujeto ésta sería la que captura una cámara de video porque en ella no habría manipulación alguna, sólo el dispositivo grabando. An Unusual Summer cuestiona esta tesis de Platinga, las imágenes de la cámara de vigilancia desafían la ilusión de realidad porque están montadas como una crónica que también juega con las fechas de su registro.  

En línea con la manipulación de dispositivos, Aquí y allá (2019) de la argentina Melisa Liebenthal juega con la geolocalización de google para evocar su historia familiar: el matrimonio de su abuelo alemán y su abuela china y las migraciones y exilios de ambos: primero el del abuelo durante la persecución de los judíos en Alemania y después el del matrimonio durante los años de Mao en China. Aquí y allá revisa la historia familiar a través de una mirada geopolítica que cuestiona el sentido de hogar y pertenencia. El lugar físico (el lugar de pertenencia): la casa de los abuelos y la casa familiar en Argentina se encuentran a miles de kilómetros de distancia del lugar de residencia de la directora (Francia). Es quizá esta distancia la que funciona como detonadora de reflexión. 

Los lugares, los espacios como la casa y el muso y la distancia con el hogar también son temas que están presentes en Point and Line to Plane (2020) de Sofia Bohdanowicz, uno de los cortometrajes más comentados entre los que vimos de manera virtual el festival. Bohdanowicz parte de una búsqueda similar a la que había emprendido en Veslemøy’s Song (2018) respecto al rescate de la obra de artistas olvidadas. Point and Line to Plane refiere al libro homónimo de Vasili Kandinsky, pero estudia, sobre todo, la obra de la artista visual Hilma af Klint, las reflexiones sobre el arte visual y la música clásica se corresponden con las ideas de la propia directora a propósito de los soportes materiales: la cámara de video y el sonido. 

La película está entre el ensayo y el diario fílmico (con sus elementos autobiográficos) pero también recurre a la ficción para relatar un proceso de luto, la actriz Deragh Campbell interpreta a la propia Bohdanowicz y es quizá en esta introducción de emotividad en donde radica la potencia del corto y no tanto en sus recursos formales. En este sentido, me parece que hay un ejercicio de autoficción similar al que se ha estado explorado en Latinoamérica en el trabajo de directoras como Albertina Carri (Los rubios, 2003): la representación del yo es diversa, no radica sólo en la voz en off del cineasta o sus apariciones (o fugas) en la cámara, la autoficción pone en tensión la distancia desde la que se filma.

Un ejercicio bellísimo con la distancia y la autobiografía está en la película A Metamorfose dos Pássaros (2020) de la directora Catarina Vasconcelos. El matrimonio de sus abuelos (al modo de Aquí y Allá) le permite a la directora dibujar una genealogía en donde es vital la figura materna; así Triz (Beatriz) -la abuela- se nos presenta a veces desde la mira infantil de Jacinto (el padre de la directora) y a veces desde la historia de espera de su esposo, eterno marinero que parece siempre anhelar el regreso al hogar. La película tiene ecos de El sonido de la tierra al temblar (Rita Azevedo Gomes, 1990) en sus imágenes del mar y el deseo amoroso siempre anhelante.

El mundo infantil de los hermanos y hermanas de Jacinto que transcurre entre fantasías con pájaros, cartas desde África y árboles frutales eventualmente se cruza con el relato de la pérdida de la madre de Vasconcelos y ésta es quizá una de las partes más íntimas del film porque, a partir del duelo compartido, la directora cuenta un sueño en el que se encuentra después de muchos años con su madre difunta. A Metamorfose dos Pássaros también experimenta con las formas narrativas tradicionales, a veces se asemeja a un ensayo fílmico en donde las imágenes y la voz en off se complementan sin que lo que vemos sea una ilustración de lo que escuchamos.