Informe 70 Festival de Berlín (1): Hallazgos latinoamericanos en Berlinale 2020
América Latina siempre marca su presencia en Berlín, también bajo la nueva dirección de Carlo Chatrian (Locarno), quien asumió para la edición del festival Nº 70 después del largo reino ejercido por el crítico alemán Dieter Kosslick. En varias secciones del festival se han podido ver películas muy diversas producidas en la región. Aquí van apuntes sobre tres de ellas que me llamaron la atención: El tango del viudo y su espejo deformante, de Raúl Ruiz y Valeria Sarmiento; El prófugo, de Natalia Meta; y Los conductos, de Camilo Restrepo.
América Latina siempre marca su presencia en Berlín, también bajo la nueva dirección de Carlo Chatrian (Locarno), quien asumió para la edición del festival Nº 70 después del largo reino ejercido por el crítico alemán Dieter Kosslick. En varias secciones del festival se han podido ver películas muy diversas producidas en la región. Aquí van apuntes sobre tres de ellas que me llamaron la atención.
El tango del viudo y su espejo deformante, Raúl Ruiz/Valeria Sarmiento, Chile 2020
Fue la apertura de la sección Forum este año: el estreno mundial del primer largometraje (64´) hecho por Ruiz en el año 1967, filmado cuatro años después del corto La maleta y uno antes de Tres tristes tigres, recuperado y editado por Valeria Sarmiento durante 2019. Para identificar y reconstruir los diálogos que quedaron sin sonido en las imágenes, Sarmiento trabajó con asesores sordos que leyeron los labios de los actores, y montó las nuevas voces para este divertimento ruiziano.
Asistimos a una pieza en clave surrealista y expresionista sobre la pérdida de un ser querido, la esposa del señor Iriarte, viudo enloquecido. Ruiz juega con las temporalidades propias del cine al convertir la reversibilidad de las escenas en una estrategia para enfatizar las deformaciones y espejismos en la percepción del mundo de las que padece el protagonista. Al acompañar al viudo en la visita a la casa de unos amigos, la cámara inquieta se mueve entre los amigos como un personaje más, se acerca a las caras, fragmenta los espacios y produce una sensación de delirio. No hay distancia, no hay respiro. Parece que el proceso de digitalización del material visual y sonoro aumenta el grado de espectralidad de estas imágenes, que en algún momento, empiezan a moverse para atrás y para adelante, repasando las mismas escenas con los movimientos al revés, junto a los diálogos ahora deformados e incomprensibles, hasta alcanzar la imagen del principio del film. Hay una voice over, no obstante, que en momentos comenta lo visto y oído al revés, y quiebra la simple lógica del rewind y flashforward.
El cine de Ruiz es un experimento que no se agota: pone a prueba la percepción (cinematográfica) del mundo y las posibilidades poéticas de las imágenes y sonidos técnicos que en El tango del viudo y su espejo deformante, como en películas posteriores, parecen llegarnos desde frecuencias y materialidades espectrales, de un más allá de este mundo y del propio cine.
El prófugo, Natalia Meta, Argentina/México 2020
Esta segunda película de la directora argentina (Muerte en Buenos Aires, policial de 2014, no obtuvo las mejores críticas), basada en la novela de terror El mal menor (1996) del escritor argentino C.E. Feiling, formó parte de las 18 películas en la Competencia internacional.
Inés (Érica Rivas) es cantante de un coro y dobla películas asiáticas de horror al español. Tiene pesadillas y sufre la paranoia de ser invadida por los seres de sus sueños. De hecho, los intrusos parecen deformarle su voz de cantante y en los doblajes se escuchan sonidos extraños provenientes de las cuerdas vocales de Inés. El prófugo es una película inquietante sobre la magia y la fuerza de lo onírico que se potencia con el cine. Consciente del juego con los géneros clásicos, Natalia Meta mezcla el terror con el thriller psicológico y erótico, hasta explorar ciertos elementos del realismo mágico, y a veces provoca la sensación en los espectadores de haber visto alguna escena en otra película.
El guion y la estructura narrativa del film logran que las diferentes capas de realidad, entre sueño y ficción, se vuelvan indiscernibles. Hay momentos en los que no sabemos si los personajes son puros inventos de la protagonista, si las escenas tienen lugar en la diégesis del film o en los sueños o alucinaciones de Inés. En todo caso, la figura del prófugo -¿de dónde se habrán escapado estos seres?- se convierte en intruso que se apropia del cuerpo y de la mente de Inés; una invasión que se expande a lo largo del film hasta llegar a formar parte de las obsesiones de las y los espectadora/es.
Los conductos, Camilo Restrepo, Francia/Colombia/Brasil 2020
Esta obra en clave experimental, filmada en 16 milímetros y posteriormente digitalizado, es parte del programa de la nueva y sorprendente sección berlinesa Encounters, y ganó el premio a la mejor opera prima del festival. Hay un narrador principal, Pinky, integrante de una secta de delincuentes y traficantes de droga que mantiene una fábrica ilegal de polleras, imitaciones de las grandes marcas. Es el personaje que nos cuenta, desde una voz en off, la historia oscura y fragmentada de parte de su vida y de esa pandilla, cuyo líder es “El padre”, a quien parece que Pinky mata en una escena enigmática del comienzo y que se repite varias veces. Vemos a Pinky matando, conduciendo una moto robada por las calles de una ciudad ardiente, comprando droga, fumando pasta base y escuchando música, o enmascarado junto a otro chico del grupo en un bosque, pero nada en esta pieza es demasiado claro.
La estructura del film es elíptica y alusiva, las imágenes son esos conductos -como las tuberías de las máquinas de la fábrica- que se componen de impresiones, alucinaciones y delirios, siendo contrapuntos de la voz insondable del narrador. La obra sorprende por su ritmo excepcional, narcótico, y por su poesía experimental en la combinación de palabras e imágenes apremiantes en su voluntad política: son fragmentos que emergen de una realidad latinoamericana que clama justicia y cambios profundos en el tejido de una sociedad corroída.