Viajo sola: Soledad incompleta, soledad superficial
¿Qué significa la soledad en nuestros días? Me hago esa pregunta unos minutos después de ver Viajo sola, y sin duda la película me resulta un retrato incompleto como para poder dar siquiera un atisbo de respuesta a esa pregunta. La película se centra en la vida itinerante que lleva Irene, que viaja por el mundo calificando hoteles de lujo, trabajo que trae consigo un estilo de vida desapegado de cualquier relación estable. Desde esta construcción de autonomía y desapego se intenta representar de una forma superficial lo que sería el retrato de una mujer moderna.
En gran parte de la película la protagonista recorre varias ciudades de Europa y África, dejando en claro el contexto, la forma y el estilo de vida que lleva, lo cual parece pertinente para graficar su visión de mundo. No obstante, el despliegue de imágenes cae en una redundancia y una repetición innecesaria que termina dejando de lado la interioridad del personaje, evidenciando la poca profundidad desde el punto de vista del subtexto, dando por resultado intenciones obvias y predecibles, las que junto a un par de diálogos cercanos a la comedia y a un par de frases ingeniosas constituyen lo único rescatable. No es hasta ya avanzada la historia que se encuentra un punto interesante cuando la protagonista conoce en un hotel a una profesora de estudios de género, de ahí en más surgen ciertos cuestionamientos a ese estilo de vida itinerante y desaprensivo que no logran desarrollarse y que terminan en una pobre resolución, como si gran parte de la trama de la película hubiera sido un recorrido para llegar a ninguna parte.
El desfile de lugares turísticos hacen de la película una admirable publicidad hotelera, con viajes a destinos soñados que se vuelven un relleno superficial, distractores del eje temático sobre el que, a priori, debiera girar el relato: la soledad de la protagonista y cómo esta se desenvuelve en un mundo que mira con cierto recelo o el cuestionamiento a una mujer ya en edad madura sin ninguna relación estable. Este punto es uno de los rescatables de la película, que de alguna forma no juzga al personaje, pues intenta, de manera superficial, presentar una radiografía de la mujer empoderada en nuestros días, visión que se confronta con la vida y los momentos de otras mujeres que alternan en distintos pasajes durante la película, como su hermana, con dos hijas y un marido que ya no siente deseos sexuales, o la mujer de su exnovio que queda embarazada.
La película termina en un intento fallido por retratar la soledad femenina, la cual carga con muchos más prejuicios que la masculina. Queriendo enarbolar un discurso desprovisto de prejuicios el filme incurre en un desarrollo vacío, enfocándose en situaciones anecdóticas que no aportan en nada para una resolución coherente al tema que se plantea. Es más, los puntos que realmente podrían ser provechosos para confrontar a la protagonista se pierden en los constantes viajes que hace para su trabajo, negligencia imperdonable en una directora que al final del día banaliza la propia temática que intenta plantear, entregándonos una película que, en virtud de sus temas y las escasas escenas de valor, se asemeja más a un comercial para una agencia de viajes.
Raúl Rojas Montalbán
Nota comentarista: 3/10
Título original: Viaggio Sola. Director: Maria Sole Tognazzi. Guión: Ivan Cotroneo, Francesca Marciano, Maria Sole Tognazzi. Fotografía: Arnaldo Catinari. Música: Gabriele Roberto. Reparto: Margherita Buy, Stefano Accorsi, Fabrizia Sacchi, Gianmarco Tognazzi, Alessia Barela, Lesley Manville. País: Italia. Año: 2013. Duración: 79 min.