Un viaje de diez metros (Lasse Hallström, 2014)
En su último film, Lasse Hallström nos plantea un choque cultural que parte desde el punto de vista culinario y que nos llevará, finalmente, al encuentro y entendimiento de dos mundos que, hoy en día, conviven con mayor frecuencia.
Este choque cultural parte bajo la premisa de la aventura del inmigrante, de la búsqueda de un lugar propio. En este caso, una familia india que escapa de su país natal para, después de pasar por Inglaterra, recalar en un pequeño pueblo al sur de Francia, todo esto en un tono de comedia romántica.
La comida va a ser el hilo conductor del film, ya que luego de establecerse en Saint- Antonin, la familia abre un pequeño restaurant de comida típica india; aquí es donde se produce el choque cultural llevado a través de los sabores ya que, a exactamente diez metros de ahí, se encuentra un exclusivo restaurant de comida francesa, dirigido por Madame Mallory e interpretado por la eterna Helen Mirren, lo que llevará a los integrantes de la familia a enfrentarse con la hostil regenta del lugar.
La verosimilitud del film juega en clave de comedia romántica, en donde se articula un tema que hoy en día puede ser mucho más difícil de abordar: los inmigrantes en Europa. Una problemática actual que es mucho más relevante de lo que se logra, apenas, apreciar en el transcurso de la historia, incluso entendiendo que es una simple comedia, pero no por eso menos importante. Un tema que con los años se ha vuelto recurrente y relevante y que en el film se construye de una forma ingenua y con una resolución algo facilista para el tema que aborda, incluso para los entendidos y para los no tanto, el guion se vuelve algo obvio y la puesta en escena no ofrece nada distinto dentro del género en que se mueve film.
El gran logro del film es poder transmitir la sensación de estar en el lugar, de estar mirando un atardecer en el sur de Francia, donde los escenarios fluyen con los personajes de tal forma que se mimetizan con los bosques y las calles del lugar. Otro punto alto es cuando el protagonista del film e hijo del patriarca de la familia, prepara comida típica india… Una vez más, es imposible no tentarse frente a tal mezcla de ingredientes. Para lograr esto, la cinta es construida por completo bajo una gran paleta de colores cálidos, lo cual contribuye a la idea de que la ciudad y todo lo que la rodea es un lugar idílico; esto también se reafirma cuando el protagonista viaja a Paris y, de alguna forma, los colores se vuelven grises y monótonos. Ese lugar tan bien representado es quizá un sueño y sería un excelente destino para viajar y perderse fuera de las grandes urbes.
La cinta, que en algún momento pierde intensidad en su relato por el viaje del protagonista, se resuelve bajo la premisa de la asimilación de la cultura inmigrante por la cultura francesa o dominante, esto se expresa en cómo la tradición culinaria francesa, a modo de intercambio desigual, toma ciertas características de la comida India y, principalmente, en cómo el protagonista se adapta a su entorno y lo asimila de mucha mejor forma que su padre, quién es el que más conflictos de los llamados “culturales” enfrenta durante el relato. Lo primero cobra mayor relevancia en la historia, incluso dejando de lado la relación que establece el protagonista con la chica de turno, otro punto que no aporta en nada al género y donde se pierde el foco, incluso se deja de lado una relación que parecía importante en el principio y que solo se resuelve por compromiso hacia el final.
El complejo tema de la asimilación cultural que el director Lasse Hallström trata de construir mediante un discurso solapado y poco frontal, donde pareciera tener claro que es el más importante a desarrollar. La temática se puede comparar con el del film Soul Kitchen (Fatih Akin – 2009) que, en el mismo tono de comedia, aborda el tema de una forma mucho más directa. Aquí es donde podemos comparar dos discursos que se encuentran sobre mismo tema y cómo se sobrevive gracias a lo primero ¿a qué se puede echar mano en un país extranjero? Esta lectura también tiene relación con la situación actual de Europa, donde se está llegando a un punto en que la gran cantidad de inmigrantes no se adaptan a las costumbres del país a donde llegan. Cabe preguntarse frente al film de Hallström si es posible renunciar a cierta identidad en pos de la convivencia pacífica en un país que no es el propio.
Raul Rojas Montalbán