Marguerite: La cruda realidad
En el cine generalmente estamos acostumbrados a relatos que nos cuentan historias de grandes personajes o de gente común que logra sobresalir sobre el resto y que se sobreponen a la adversidad, en este contexto muy pocas veces alguien se atreve a relatar la historia de aquellos personajes que aparentemente no tienen nada relevante que decir o que no tienen ningún talento aparente. Por contraparte, la mayoría de los espectadores se involucran con esos grandes personajes que les gustaría ser en la realidad o con los que se identifican. Pero, ¿qué pasa cuando nos involucramos con alguien que no solo podría considerarse un perdedor que niega su realidad, sino que termina volviéndose entrañable y entramos en cierta complicidad con el protagonista de la historia?
Marguerite nos relata la historia de una mujer adinerada de la alta sociedad francesa de los años ’20 aficionada a la música y al canto. Regularmente Marguerite Dumont canta ópera en su círculo de amistades, pero nadie se atreve a decirle que su voz es realmente una tortura para cualquier espectador. Marguerite pareciera vivir en mundo paralelo, alejado de la realidad, nadie en su círculo se atreve de decirle la verdad, ni sus amigos, sus múltiples sirvientes o su marido, que ella realmente canta mal. Todo pareciera salirse de control cuando Marguerite, en su ceguera, comienza a organizar un gran espectáculo para un público real.
El tono que propone el director Xavier Giannoli es interesante y algo ambiguo, la película transita en una variable que podría ser un drama con ciertos tintes de comedia, pero apegado a cierta realidad que en un principio incomoda y de alguna forma hace que cueste entrar en sintonía con ella. Su ritmo, algo lento, sobre todo al comienzo, juega en contra. Otro punto que genera discordancia es la formalidad del filme, ya que toma distancia de la personalidad de Marguerite Dumont.
La película de Giannoli tiene ciertos ripios que de alguna forma se pueden dejar pasar en favor del propio personaje de la película. Esto porque al avanzar entramos en el mundo de Marguerite, su inocencia frente al mundo nos hace cómplices de esa mentira que su círculo de confianza no se atreve a confesar. Ahí me parece está uno de los factores que hacen que en cierto momento entremos definitivamente en el mundo de este personaje, al que podríamos catalogar como una artista que, sin importar su talento, pretende expresar algo que va más allá de lo que el público espera ver.
Al final el trabajo de Xavier Giannoli termina convenciendo por la brillante interpretación de su protagonista (a cargo de Catherine Frot), quien logra transmitir una sincera actuación sin caer en la caricatura y que expone los límites de la verdad y lo falso, emocionando desde la inocencia y la fragilidad de un personaje que no sabe ni puede enfrentar lo que termina siendo la cruda realidad.
Raúl Rojas Montalbán
Nota comentarista: 7/10
Título original: Marguerite. Dirección: Xavier Giannoli. Guión: Xavier Giannoli, Marcia Romano. Fotografía: Glynn Speeckaert. Reparto: Catherine Frot, André Marcon, Christa Théret, Michel Fau, Denis Mpunga, Sylvain Dieuaide, Aubert Fenoy, Sophia Leboutte. País: Francia. Año: 2015. Duración: 127 min.