Estación zombie: Comunión de muertos
Es ineludible, a estas alturas, pensar en separar la película en sí de lo que fue la experiencia de ver la película, las condiciones emocionales en que se vieron, el lugar, las personas que acompañaron, y un largo etcétera que afecta de manera positiva (o negativa) la reacción que tenemos. Creo que sería nefasto ocultar o asumir que la cinta existe en un vacío emocional, sobre todo cuando considero que esta película de zombies de Corea del Sur es una de las mejores películas del año que ya se está acabando. Y, pese a ser un fanático más del género, no creo haber puesto una película de este tipo en una lista en más de una década.
Entonces, ¿cuál fue la experiencia trascendental que tuve con esta película que me hace hablar en estos superlativos? Dentro del contexto del Festival Internacional de Cine de Valdivia se la exhibió como inauguración de una nueva sección que se dedicaría a películas de género y que estén más relacionadas con la función de media noche, denominada Nocturama (nombre que también toma la última película de Bertrand Bonnello, ambos basados en una canción de Nick Cave). Estuve presente en la primera función de la película y si eso es indicación de algo, es de que la sección tendrá un futuro brillante si sigue programando películas que ponen por encima de todo la diversión y la comunión entre los espectadores.
No pasó mucho tiempo entre la presentación y la primera vez que todo el público estalló en aplausos ante la aparición del título de la cinta. Hay ahí una euforia inesperada a la cual resulta imposible unirse, entonces es en la experiencia dentro del cine donde más sentido tiene experimentar la que es hasta ahora la película que más público ha llevado en la historia de Corea del Sur. Los aplausos, gritos, risas y emociones del público se repartían por todo el visionado del metraje, reaccionando ante situaciones de horror, humor y tensión, las cuales provocan los efectos deseados gracias a la estructura y montaje, las cuales se alimentan entre sí.
La historia parte con un padre que lleva a su hija a visitar a su madre, que vive en la ciudad de Busan, en un tren de alta velocidad. Como es común en las tramas que transcurren en trenes, tenemos a nuestra disposición una enorme cantidad de personajes, cada uno construido de manera cabal, dándonos la posibilidad desde el inicio de elegir favoritos y ver cómo evolucionan las relaciones entre ellos, una tradición que proviene desde Hitchcock y que ha dado en varios géneros las mejores de sus películas. La estructura de la película da la idea de una progresión de caos en aumento, donde tan sólo basta un infectado que entra a último momento al tren para que empiece una cadena que terminará con todos los vagones invadidos por el virus que hace que los muertos vuelvan a la vida.
Aunque no es necesariamente original en su tratamiento de las criaturas en sí (los zombies andan lento y luego corren, comen carne humana, son violentos… tal vez la única novedad sea que en la oscuridad se quedan quietos y no pueden ver, por lo que sólo localizan a sus presas a través del oído), sí lo es en la forma en que trata el tren como un sistema en sí mismo, donde no necesariamente cada vagón representa algo, sino que cada personaje indica una muestra de la actualidad ultra capitalista que domina la economía y la sociedad de Corea del Sur (y buena parte del mundo también). Es, por tanto, una cinta que rememora las pretensiones sociales de las cintas de Romero, que aparecían en los momentos más tensos de la historia norteamericana, y logra tener una universalidad en torno a temas como la velocidad de la información, la ubicuidad de la internet y sus desgarros de información, el peligro del capitalismo apabullante, su deshumanización y finalmente la solidaridad, que distingue claramente de la caridad.
Pero por sobre todas las cosas que uno podría asumir, es una película entretenida, una de las más entretenidas en años, con grandes momentos que logran que una audiencia reaccione y se divierta. Ya llevo varios años revisando en funciones de cine las películas basadas en cómics de superhéroes, y debo decir que en ellas nunca he visto una audiencia tan comprometida con lo que estaba ocurriendo en pantalla como sucedió con este filme de horror proveniente de Corea del Sur. Es una pequeña joya, de esas que no se repiten, esas que tienen que verse en el cine para formar una momentánea pero unida comunidad entre todos los asistentes que estén en la oscuridad de la sala.
Jaime Grijalba
Nota comentarista: 9/10
Título original: Busanhaeng/Train to Busan. Dirección: Yeon Sang-ho. Guión: Park Joo-suk. Fotografía: Lee Hyung-deok. Edición: Yang Jin-mo. Reparto: Gong Yoo, Ma Dong-seok, Jung Yu-mi, Kim Su-an, Kim Eui-sung, Choi Woo-shik, Ahn So-hee. País: Corea del Sur. Año: 2016. Duración: 118 min.