Lucy Oporto: "Salinas atribuía a la crítica y la programación en el cine un rol formador y didáctico, cuyo horizonte era acrecentar la percepción y la conciencia del espectador"

En un mundo donde el ejercicio de la crítica de cine pareciera desaparecer el libro Sergio Salinas. Cine, humanismo, realidad. Textos reunidos (Editorial Usach, 2017) es un oportuno homenaje a una de sus figuras nacionales más relevantes y a la vez eclipsadas. Me refiero al fallecido Sergio Salinas, cinéfilo, crítico, docente y programador. A lo largo de tres tomos que tienen vocación de una summa, el recorrido compilado, editado y organizado por Lucy Oporto Valencia devela las múltiples facetas de Salinas que van de partícipe en las más relevantes revistas de cine de nuestro país, como Primer Plano y Enfoque, pasando por su participación en medios periodísticos (La Tercera, entre otros) a su destacada labor como programador y gestor de espacios, como el Cine club Nexo y la Sala Toesca, cristalizando toda su labor en lo que posiblemente sea su proyecto más ambicioso: una sala fundada en plena dictadura enfocada a realizar un ejercicio responsable de programación cinematográfica desde una mirada tanto cinéfila como social, como es el Cine Arte Normandie. Lucy Oporto no escatima en buscar los materiales. Se encuentran en estos tres tomos desde tempranas críticas realizadas en distintos marcos (periodismo escrito, televisión, cine club) hasta cartas dirigidas a las autoridades culturales de democracia. Valiosas son, también, las completas entrevistas que acompañan en el tercer tomo del libro, donde Salinas historiza su recorrido y lo que considera su misión como un gestor, crítico y programador comprometido con la formación del espectador. Un botón, no menor, es el del rol que adjudicó combinadamente a la crítica y la programación en el marco de los famosos “folletos” del Cine Normandie, que sirvió como “escuela cinéfila” para muchas generaciones.

Diversas presentaciones, ponencias y cartas dejan rastros de un legado enorme que, bien a contrapelo, Salinas forjó y construyó, aunque a lo largo de los años tuvo distintas decepciones: con la crítica de cine de las generaciones más jóvenes (que no brillaron por su humildad ni solidaridad) y sobre todo con toda la política cultural concertacionista que dejó desprotegidas a distintas iniciativas de vocación formativa, entre ellas dejando en un claro abandono del Cine Normandie, el que ya recién iniciada la democracia tuvo que cambiar de sede mientras Ravinet fundaba en ese mismo espacio un fallido centro cultural (que luego pasaría a ser el Cine Alameda). El sabor amargo que dejan varias de sus intervenciones, entre ellas las mentadas cartas, no debiese sorprender a la luz de los hechos históricos, y queda este documento de tres tomos como una iniciativa inédita y única en nuestro ámbito que quedará para nuestra generación saber comprender y retomar para la construcción de una cinefilia actual en diálogo con su tradición. El libro debiese ser clave para escuelas de cine, periodistas, críticos, investigadores y docentes de esta área cinematográfica.

La autora del libro, la investigadora, escritora y filósofa Lucy Oporto, nos cedió gentilmente esta entrevista para hablar del legado de Sergio Salinas.

                                                        

Sergio Salinas Roco

Cine, humanismo, realidad. Textos reunidos. Tres volúmenes.

Introducción, compilación, transcripción y notas críticas, a cargo de Lucy Oporto Valencia. Editorial USACH, 2017.

 

¿Cómo descubriste a Sergio Salinas y cómo llegaste a sus archivos? ¿Qué te motivó a hacer este enorme trabajo?

Vi y escuché a Sergio Salinas Roco por breves momentos, en el marco del Festival Internacional de Cine de Valparaíso, realizado a fines de agosto de 2007. Él había sido invitado a exponer acerca de la revista Primer Plano, de la que había sido uno de sus redactores. Yo no lo conocía, ni sabía bien quién era. Me impresionó su profunda inteligencia y su amor por el cine. No alcancé a volver a hablar con él después, pues falleció en noviembre de ese año. Su muerte me provocó un profundo dolor. Sentía que desaparecía un ser fundamental no sólo para el cine, sino también para la cultura en general. Además, al escucharlo supe que estaba ante un auténtico maestro, con una visión muy amplia en términos culturales y espirituales. Pero para mí ya era tarde, y eso acrecentó mi dolor. Ante su muerte, sentí la necesidad de reunir sus textos, sus vestigios, como un modo de no perderlo del todo. Accedí a éstos por intermedio de sus hermanas y de los investigadores del ICEI Hans Stange y Claudio Salinas, principalmente, además de bibliotecas y parte del archivo del Cine Arte Normandie, actualmente a cargo de Mildred Doll. Fui reuniendo este material en el curso de un largo tiempo. El proceso hasta la edición de sus textos se extendió durante diez años.

En suma, yo quería que Salinas resucitara. Ésta es, en sus grandes líneas, la motivación fundamental que me llevó a realizar esta obra. Pero siempre será un misterio para mí la naturaleza última de mi necesidad de recuperarlo de alguna manera.

Pensando su intervención tanto en la crítica como en la gestión institucional, ¿qué rol te parece que cumple el trabajo de Sergio así como su figura en el ámbito de la cinefilia?

El trabajo de Salinas cumplió y sigue cumpliendo un rol fundamental no sólo en el ámbito de la cinefilia, sino también en términos culturales más amplios. Salinas tenía una concepción filosófica tanto acerca del cine como acerca de su observación. Estaba guiado por un humanismo profundo y una concepción realista del cine, basados en André Bazin y otras fuentes. Además, como correctamente sostienen Stange y C. Salinas, su concepción del cine se inscribe en el proyecto ilustrado. Según esto, el espectador debe ser formado y orientado respecto de cómo apreciar el cine. Uno de los horizontes últimos de Salinas era poner de relieve al ser humano y sus valores constructivos, enfrentado al conflicto moral, y desde una perspectiva social amplia, ajena a toda simplificación. Actualmente, su obra es fundamental, sobre todo en razón del avance de la tecnología digital, que ha dado lugar a una proliferación de imágenes invasivas, frente a las cuales el espectador debe tener un adecuado discernimiento.

El libro establece un antecedente inédito en torno a un crítico de cine. Aunque ha habido otros libros compilatorios, el recorrido que estableces en los tres tomos dedicados a su obra, que recopila no sólo críticas sino también intervenciones y documentos, transforma el trabajo en un hito fundamental. ¿Cuál te parece es el destino lógico del libro? ¿Quiénes debiesen acercarse a él?

Esta obra está dirigida a un público amplio. Desde personas interesadas en el cine, pero carentes de un conocimiento orientador, hasta los investigadores en materia de cine y otras, y artistas en general. Tienen un valor didáctico preciso respecto de distintas tradiciones cinematográficas, si bien Salinas se interesaba sobre todo por el cine clásico. Desde luego, también las instituciones culturales, como las escuelas de cine y de arte, entre otras, debieran interesarse.

El libro cubre varios períodos de su vida, entre ellos como parte de la revista Primer Plano y su actividad cineclubística en Nexo, su programación en el Cine Toesca y finalmente la fundación y gestión del cine Normandie. Sobre esto último, ¿qué rol crees que cumplía el cine Normandie en la época de dictadura? ¿Eso siguió cumpliéndose en democracia?

El Cine Arte Normandie fue el proyecto más importante en su trayectoria, precedido por su trabajo en el Cine Club Nexo, revista Primer Plano, Canal 4 UCV Televisión, Cine Arte Toesca, Programa CineUC y, junto con el Cine Arte Normandie, el Cine Arte Viña del Mar. Dicha trayectoria como programador y profesor de cine comenzó a fines de la década de 1960. El Cine Arte Normandie conoció su auge durante la dictadura, pese a las dificultades propias de ese período tan duro para la cultura chilena. Pero a fines de la década de 1990 se vio afectado por una aguda crisis económica, que fue superada años después del fallecimiento de Salinas. Esta crisis se debió principalmente a la falta de políticas estatales en materia de cine, que sólo en estos últimos años se han ido desarrollando de mejor modo, tras la promulgación de leyes de cine en la década de 2000. Por otro lado, también se vio afectado por la expansión de la tecnología digital, que provocó una disminución del público que asistía a las salas de cine, lo cual también afectó a otros espacios, hoy desaparecidos. Salinas y Alex Doll, socios de Filmoarte, a cargo del Cine Arte Normandie y el Cine Arte Viña del Mar, se retiraron de dicha sociedad en enero de 2007. Poco después, Salinas ingresó al ICEI, como profesor de Cine Clásico, y falleció en noviembre de ese año, debido a un colapso cardíaco fulminante.

¿Qué rol crees atribuía Sergio a la crítica y la programación en el cine? ¿Por qué crees que es relevante pensarlo en conjunto?

Salinas atribuía a la crítica y la programación en el cine un rol formador y didáctico, cuyo horizonte era acrecentar la percepción y la conciencia del espectador. Evitaba todo reduccionismo en su apreciación de las películas. Pensaba, además, que el crítico debía estar al servicio de dicho rol formador, y no al revés. El lucimiento personal no le interesaba. Salinas era una persona de bajo perfil, que consagró su vida a la cultura cinematográfica y a la formación del espectador como parte de ésta. En este sentido, su importancia cultural es muy amplia, pues va más allá de una especialización en el cine, y está totalmente vigente.

Por otro lado, pensar su trabajo en conjunto tiene una importancia histórica. No sólo por las películas que él analizó durante su vida, la cuales, entre otras cosas, dan cuenta de las tradiciones cinematográficas y autores que él admiraba. Por ejemplo, el neorrealismo italiano, y el cine norteamericano clásico y de inspiración social. O autores como Hitchcock, Peckinpah, Visconti y Sirk. Su importancia es histórica, además, porque su obra da cuenta de períodos durísimos para la cultura chilena y, en especial, el cine, tanto respecto de aspectos como la distribución cinematográfica, la exhibición (un asunto poco atendido) y el cine realizado tanto en el exilio como en Chile, ante la carencia de políticas institucionales en esta materia.

Finalmente, su obra también da cuenta de una concepción filosófica del cine, un modo de entenderlo, que debiera ser considerado por las actuales generaciones sobre todo. Pues es necesario tener presente que sus esfuerzos estuvieron precedidos tanto por los de Salinas como por los de otros actores y salas de cine en su época.

El libro está lleno de “batallas” de Salinas con distintos contextos. Uno de los más duros es con la cultura concertacionista ¿Cuál crees que fue el motivo de su frustración al respecto?

En una entrevista ofrecida a mediados de 2007, Salinas afirma que el surgimiento de políticas institucionales en materia de cine casi 16 años después del término de la dictadura era demasiado tiempo. Al igual que muchos otros, tuvo la esperanza de que con el anunciado advenimiento de la democracia iba a haber un auge en materia cultural y cinematográfica. Pero esto no ocurrió. Los fondos concursables han impedido hasta ahora que los procesos culturales se extiendan en el tiempo, los cuales necesariamente demoran años en desarrollarse, hasta alcanzar su maduración. Durante la dictadura, el Cine Arte Normandie pervivió gracias al apoyo del público, y eso permitió que se desarrollara en el tiempo, hasta su crisis en la década de 1990. El desgaste sostenido durante años que ésta provocó a Salinas fue una de las causas de su muerte temprana.

Por último: el tema de la crítica no es indiferente, no sólo por la cantidad de producción, sino también por su preocupación por el estado de la crítica. ¿Cuál era su diagnóstico, particularmente vinculado a las revistas de cine?

Salinas admiraba mucho a críticos como André Bazin y, en Latinoamérica, a Homero Alsina e Isaac León Frías, entre otros. Él no se consideraba a su altura. Sin embargo, en su homenaje póstumo, publicado en Páginas del diario de Satán (Perú) León Frías lo considera como una de las figuras más importantes de su generación en la región. Mientras que Ascanio Cavallo lo considera “la inteligencia más preclara que han tenido la crítica y la docencia de cine en Chile”. Salinas tenía, además, una gran cultura, nutrida por su aguda observación de la realidad y por muchas lecturas. Pensaba que el crítico debía tener una posición frente al cine, una condición que para él tenía un sentido moral. Respecto del estado de la crítica de cine en Chile, observaba que ésta era realizada en condiciones muy precarias. Y, respecto de las revistas, guardaba distancia de publicaciones como Enfoque (que era vendida en el Cine Arte Normandie, entre otros lugares, y en la que participó brevemente, para después retirarse). Pues consideraba que carecía tanto de unidad en su concepción como de una posición clara frente al cine. Poco antes de morir, sostuvo que era muy difícil el surgimiento de una publicación como Primer Plano (1972-73), considerada la mejor revista especializada de cine aparecida en Chile hasta la fecha. También tenía distancia de los formatos digitales. Sin embargo, sostuvo que los críticos de la revista Mabuse tenían un muy buen nivel, muy superior al de los críticos jóvenes de su época, como los de Enfoque, quienes habían puesto un gran énfasis en las diferencias generacionales.

 

Lucy Oporto Valencia

Valparaíso, 7-11 de mayo de 2018