Estrategias para sobrevivir: Conversación con María Aparicio
En una escena de Sobre las nubes, Ramiro, un joven cocinero en proceso de adaptación a la ciudad de Córdoba, finalmente consigue entablar una conversación más allá de lo casual con un kioskero amigo. Los intercambios anteriores entre ambos personajes eran amistosos, pero discretos, con el tipo de humor ligero que se mantiene con la gente del barrio. Si bien sus encuentros sintetizan esta forma de lo casual, los planos y contraplanos que Aparicio dedica a sus miradas también sugieren un "algo más", un deseo de amparo que Ramiro cree poder encontrar en él, ya sea como primer amigo en la ciudad o como interés romántico, no lo tenemos del todo claro. Este esperado encuentro en el que ambos se ve interrumpido, sin embargo, por el llamado a la responsabilidad: conversar y conocer a alguien significar estar un rato fuera del kiosko y, por tanto, no produciendo. En la película de Aparicio, la dimensión económica cruza cada momento de la vida de los personajes, su relación con la ciudad y con el resto de la gente. Comentamos estos cruces y algunas cosas más en la siguiente conversación:
Héctor Oyarzún: Partiendo por una idea general, te quería preguntar por la estructura coral y la presentación de los personajes con preguntas del censo. ¿Cómo pensaste esta estructura y la presentación de cada uno como un prólogo?
María Aparicio: Me gusta que menciones lo del censo. En el estreno en Francia en el Festival de Marsella, el público no interpretaban que eso era un censo. Esto de ir casa por casa, hablando de a uno con la gente. Ellos no lo entendían así, no veían que era una herramienta del estado para tomar nota de la cantidad de gente y la situación de la población.
El censo para mí en la película funciona como la voz del estado, del gobierno preguntándole literalmente a ellos quienes son, qué hacen, con quienes viven, cuanto dinero ganan, cómo son sus casas, etc. Me parecía un recurso para conocer a los cuatro personajes de manera sencilla, dejando en claro la situación laboral de cada uno, que era algo importante para la película desde el inicio.
Respecto a la estructura coral, me interesaba poder trabajar desde una idea de comunidad, de grupo social. Para eso, tener personajes diversos en lugar de un protagonista me ayudaba a construir una historia en plural. A su vez, muchas de las cosas que pasan en la película las tomé de la calle, desde la observación. Muchas de estas cosas que observaba ocurrían a personas de un rango etario muy amplio y procedencias distintas, entonces, era importante tener una diversidad de edades y sectores.
Siempre estuvo la idea de tener varios personajes que no se cruzan. El que no haya cruces me obligaba a pensar en maneras no lineales de vincularlos. Me parecía un buen ejercicio tratar de retratar a estas cuatro personas viendo de qué manera el espacio público podía hacer rimas entre ellos y de qué manera lo que les pasa resonaba entre uno y el otro. Esto estuvo muy trabajado desde el guion y el montaje, poniendo atención a los vínculos invisibles que se trazan.
María Aparicio
HO: Me llama la atención las referencias que tiene la película a lo contemporáneo. Al ser un retrato del trabajo, podría tener una idea más atemporal, pero las referencias a los problemas laborales y económicos son de años recientes y muestran las nuevas formas y test que existen para conseguir trabajo en la actualidad. Entonces, existe este marco más amplio y atemporal de los problemas de la clase obrera junto a un marco más reducido y actual. ¿Cómo pensaste esa combinación de pasado y presente?
MA: Creo es muy difícil pensar y hablar del presente. Por un lado siento que es importante y necesario poder hacerlo activamente, porque lo demanda el estado de las cosas. Hay una urgencia. A veces siento que algunos sectores de izquierda a menudo son lentos a la hora de reaccionar a lo actual. En ese sentido, lamentablemente la derecha tiene una velocidad y una capacidad de acción que gana terreno cada minuto, y por eso creo que el momento exige reaccionar rápidamente, tomar decisiones, estar atentos.
A su vez, esta urgencia de la actualidad puede ser un poco engañosa. Cuando uno tiene que pensar demasiado rápido la cosas, la falta de profundidad también puede ser un problema. De todos modos, en Argentina, es un problema transversal a la época o los gobiernos. Ahora estamos en un gobierno supuestamente más amigable y la situación sigue siendo grave, cada vez más grave. Hace mucho tiempo que ya es un problema estructural. Por supuesto que también hay cosas específicas, como la vuelta del FMI con Macri, lo que sin dudas fue como volver a un pozo profundo. Eso es un hecho concreto que tendrá consecuencias durante varios años.
En ese sentido, para mi es un desafío pensar en cómo la ficción genera una imagen del presente. Es muy difícil indagar en la efervescencia del presente, intentan representarla, sin caer en ideas reaccionarias, cínicas o demasiado clausuradas. Pienso que la ficción y la narrativa pueden ser herramientas políticas fuertes porque están atravesadas por un sentido común, todo el mundo tiene asimilada la idea de relato, hay una idea narrativa que está dentro de los seres humanos desde los orígenes. Me parece fascinante que la ficción pueda pensarse en términos políticos y desmitificar la idea de que la ficción son cuentos que no tienen conexión con la realidad.
HO: A propósito de esta inclinación por los relatos, te quería preguntar por tu relación con la literatura y su lugar en la película. Entre las historias que aparecen, la de la librería tiene un lugar especial por ser un lugar de trabajo algo más amable, que permite un espacio de distracción que los otros no. ¿Cómo ves el lugar de la literatura en la película?
MA: Para mí, era importante también retratar las veces en que el trabajo puede ser una vía de escape ante otras cosas. Me gustaba que aparezca una idea del trabajo que no tuviese que ver exclusivamente con la parte más dura y oscura de este. Quería que el trabajo fuese, al menos para algún personaje, un camino que se abre. En ese sentido, la librería y el personaje de Lucía cumplen esa función. No quiere decir que ella vaya a vivir después un amor permanente con la literatura, pero si es una especie de descubrimiento que tiene. Hay una pequeña comunidad que se forma en esa librería escuchando a la gente leer. También me parecía lindo y antiproductivo retratar a un grupo de gente que se junta a leer en grupo. Yo quería que los textos del taller funcionan como pequeños paisajes dentro de la película.
Después, a mí me interesa la literatura, trato de leer. Me da salud, me genera entusiasmo. Siento que es una herramienta que tenemos muy a mano para mantener una inquietud por las cosas. Tampoco soy una gran lectora, pero trato de leer y aprendo mucho de eso, y creo que esas fascinaciones se terminan colando en la película.
HO: Pensando en la oposición clásica de ocio y negocio, hay un par de situaciones que se ven interrumpidas debido a esta diferencia. El show del imitador de Maria Callas se ve directamente parado por una guardia, o está el encuentro con el kioskero que se termina porque tiene que volver a la pega. Son situaciones de ocio interrumpidas por el deber del trabajo. ¿Cuál era tu idea para representar esta diferencia?
MA: Yo siento que está todo muy mezclado hoy. Si pensamos el concepto de clase obrera en la actualidad, fuera de la mistificación de las grandes teorías socialistas, se vuelve todo más complejo. El trabajo en la actualidad tiene muchas formas y la digitalización de la vida cambió mucho la situación, y no estamos pensando mucho en eso. A propósito de la urgencia que hablábamos al comienzo, me parece que no estamos pudiendo pensar realmente la situación actual del trabajo. Por esto, el límite actual entre ocio y trabajo es un poco difuso.
En la escena de las barrenderas en la madrugada era relevante también mostrar que eran mujeres. Acá en el hotel donde paro, quien limpia mi habitación todos los días es una mujer. Probablemente en muchos hoteles del mundo, quienes limpian son las mujeres. Si alguien duda de las luchas feministas, en ese tipo de detalles es donde se puede ver lo arraigada que está la distinción de género, es cosa de ver a quién le toca hacer cada trabajo, como si existiera un puesto asignado para cada uno, y la idea de que eso no se puede quebrar es el eje central para que la cosa siga igual.
Mientras unos descansan, otros trabajan. El personaje de Hernán no trabaja, sin embargo, su ocupación es buscar trabajo, y mucho de lo que él hace es para colaborar con el ocio de su hija.
HO: Otra cosa que me llama la atención es el estilo actoral que utilizas. Hay momentos un poco más distendidos o "naturales", pero también muchísimo deadpan o rigidez en las escenas de la calle. ¿Cómo trabajaste esa diferencia?
MA: En la pandemia vi todo Kaurismäki. Ya había visto algunas películas de él, pero en pandemia vi todo. Como cineasta que filma el trabajo, me interesaba ver cómo trabajaba eso desde la ficción. El registro actoral de Kaurismäki es frio, los personajes son tiesos, hay muy poca expresión, y aún así siempre hay muchísima emoción en sus películas.
Para mí, hay muchos lugares comunes en la actuación que hay que desmitificar. El actor como estrella, los grandes actores, la importancia de la versatilidad. No quiero menospreciar el trabajo de actores y actrices, me parece muy fascinante la tarea que hacen. Pero en el cine me parece complejo, no se puede pensar que solo hay que filmar personas que tengan el oficio actoral. Puedes ser un gran actor y la manera en que te filman lo puede convertir todo en un fracaso absoluto.
En ese sentido, me interesaba poder trabajar con gente que no viene del cine, con amigos, con personas que conozco gracias a las películas. Por ejemplo, a Leo, el chico transformista que hace la imitación de Maria Callas. Había circulado por las redes un video donde un policía lo echaba, como más o menos ocurre en la escena. Logramos contactarlo, filmar esa escena y ahora tenemos un vínculo con él. A mí me encanta eso, poder establecer vínculos con gente que de otro modo no conocería.
La destreza actoral es algo secundario, se puede trabajar. Todo me parece posible a la hora de trabajar con una actuación. Hay que poder mirarlo con soltura para trabajar con alguien con menos experiencia, hay que tratar de hacerlos sentir cómodos, sin la presión de que tienen que ser “buenos actores”. Es un desafío que me gusta, trabajar con gente que nunca actúo en su vida, intentar construir profundidad con su presencia por fuera del virtuosismo.
HO: Creo que este trabajo que hiciste con tus no actores y actrices se refleja en la película en el descubrimiento que tienen los personajes de otros intereses artísticos, sea la actuación, la magia o el aikido. Las personas que se piensan como artistas, por sentido común, no tienen un horario de trabajo regular, y quienes sí lo tienen se ven excluidos de esta práctica. En la película, los personajes practican esos intereses personales en sus escasos tiempos libres, viendo YouTube de paso mientras hacen otras cosas. Todos los personajes tienen un interés secundario, sea artístico o no, que pueden practicar a duras penas en los pocos ratos de ocio.
MA: Sí, en la película esto se relaciona con el azar de la ciudad. En una ciudad, todo el tiempo te encontrás con cosas diferentes a vos. Te encontrás con gente que piensa distinto, que vive una vida distinta. Eso no significa que siempre se produzca un diálogo, pero estás todo el tiempo en presencia de la diferencia.
Entonces, para mí, ese aspecto de la ciudad va generando en los personajes un pequeño destello. Por ejemplo, Nora decide ir al taller de teatro porque le dan un folleto en la calle. A mí me interesaba más la decisión de ella que pensar que hay una especie de redención en el acto de practicar el teatro. Un personaje se cruza con un volante en la calle y decide ir. Me interesaba esa decisión.
Ramiro va al kiosko porque algo le interesa del chico que atiende. No sabemos si le gusta o no, o qué le interesa. Se encuentra con alguien que lo trata bien y esto le llama la atención. Gracias a este interés, su cabeza hace un tipo de sinapsis que le hace pensar que podría hacerle un truco de magia, y empieza entonces a estudiarla. Se puede hacer uso de esas cosas, de ese elemento azaroso que tiene la ciudad. Si estamos atentos a esas cosas, la vida se vuelve más soportable.
Creo que todos estamos en ese plan, viendo cómo sobrevivir, cómo conciliar el deseo, la necesidad de dinero, el vínculo con los otros. Si uno está un poco permeable a las cosas que se cruzan, quizás todo puede volverse un poco más amable. La película tiene que ver con eso, son personajes que están receptivos ante las cosas que aparecen en su camino. El teatro era eso, el aikido, los trucos de magia. Ramiro cuando se frena a escuchar a Maria Callas.
HO: O el eclipse.
MA: El eclipse, por ejemplo. El cielo es socialista, en el sentido de que está ahí para todos. El cielo es de las pocas cosas que están ahí para todos o casi todos, como el sol, la luna o la lluvia. El eclipse era un elemento medio extraordinario que ocurrió ese año, supongo que también lo vieron acá. En Córdoba, se hizo un avistaje comunitario del eclipse que fue muy lindo. Pensaba un poco en eso, que era otro elemento que podía unir a los personajes.
El darle lugar a lo que aparece, buscar gestos de amabilidad, son al fin y al cabo estrategias para sobrevivir.