Claudia Huaquimilla: “Nunca hay que dejar de prestar atención a quienes no pueden defenderse por sí solos y no tienen espacio para que su voz de denuncia sea escuchada”

Entrevista a la directora de Mis hermanos sueñan despiertos, película chilena que aún se puede ver en salas.

Iván Pinto: Lo primero que me interesa saber sobre Mis hermanos sueñan despiertos tiene que ver con la mención que sale al final sobre el Hogar de Menores del 2007. Quería saber algo sobre ese período de investigación o de escritura. ¿Está basado en eso de algún modo? Me gustaría saber un poco sobre la investigación de guion.

Claudia Huaquimilla: Bueno, sí, está inspirado más que basado, pero no solo en un caso, sino que en varios casos que nos tocó conocer con el guionista, Pablo Greene. Tuvimos la fortuna de visitar centros de Sename proyectando nuestra primera película. El cine, de algún modo, nos abrió las puertas para conocer este espacio y entrar. 

Conocerlo en primera persona distó bastante de lo que nosotros conocíamos de la institución a partir de las noticias, y eso que vimos tratamos de hacerlo parte en una investigación testimonial con niñes, con jóvenes, con profesores que tratan con chicos. También hubo investigación de libros que recabamos en el guion, especialmente algunos hitos como el que mencionas. A partir de esta historia de ficción buscamos una idea fuerza que hiciera dialogar todas estas voces, testimonios e historias que conocimos.

Pinto: La locación, particularmente, es muy potente, absorbe gran parte de la película, le sacaron mucho rendimiento visualmente. Me gustaría saber si ese es efectivamente un lugar de reforma del Sename.

Huaquimilla: Sí, efectivamente, filmamos en uno de los centros con quienes ya teníamos una relación por haber exhibido la película y también por otras instancias culturales que se han realizado ahí. Pero no solo tuvimos que ponernos de acuerdo con la red Sename, sino también con gendarmería. Estas no son casas de acogida, son cárceles, entonces el perímetro está a cargo de gendarmería, que es algo que van a poder ver en la película. Entonces, fue muy difícil poder acceder, grabamos solamente una jornada ahí, el resto se hizo en otras locaciones para empatar con ese centro real.

Pinto: Perfecto. Me llama mucho la atención la línea de continuidad con Mala junta (2016), pero, a diferencia de aquella película, es como que siguiéramos el itinerario post de estos dos hermanos. Uno de los temas que está cruzando que me resultó interesante es el contrapunto con el chico del mohicano y el protagonista. Hay como dos polos en la película, uno que efectivamente quiere surgir y salir de ahí, y el otro. Quería preguntarte por ese contrapunto, está muy marcado, la primera en escena en que aparece el personaje del mohicano está medio ralentizado y hay un punto de encuentro entre sus miradas.

Huaquimilla: Sí, cuando partimos la coescritura con Pablo, una cosa muy importante fue la construcción de los personajes en primer lugar. Tratar de ver cómo las fuerzas se van a encarnar, se van a poner en choque, en potencia. Sobre todo, lo que nos interesa mucho a la hora de escribir es ver a los personajes bajo presión. 

Al conocer esta instancia, al nosotros mismos acceder a este espacio en donde uno pierde la noción del tiempo y el espacio, conocimos en uno de estos casos la situación de dos hermanos. Ahí me empecé a preguntar qué pasaría si tuviese que estar con mi hermane en esa situación, y si estuviese puesta en riesgo hasta dónde sería capaz de -a lo mejor- traicionar mis propias convicciones por protegerlo. De ahí viene un poco el contraste de este otro personaje que ofrece un panorama opuesto al del protagonista sobre cómo habitar ese espacio. Sin embargo, bajo presión, empieza a verlo como la única opción.

Entonces, yo creo que esta es una historia resiliencia, de amor y de ver cómo bajo presión, para proteger lo que uno quiere, tal vez lo único que queda es traicionar lo que uno piensa, traicionarse, o tomar una decisión así de precipitada como la que van a ver la película. Está basado en el amor, la protección y la falta de oportunidades más allá de que Ángel las quería. No es que haya un país en donde se les pueda juzgar a estos chicos porque no han tenido el espíritu o las ganas, sino que pareciera que es un panorama mucho más complejo y desigual.

Pinto: Absolutamente. Justo ayer celebramos, o conmemoramos, lo que sea, los dos años del estallido. Una de las frases más repetidas del estallido era “No + Sename”. La película me parece que hace eco muy fuerte de ese llamado, me pareció muy potente eso. ¿Cómo ves tú eso? ¿Cómo ves los cambios que han ocurrido? Supuestamente ahora que cambiaron nombre al Sename, no sé, ¿qué te pasa a ti políticamente con esto?

Huaquimilla: Creo que, primero, los cambios de nombre y la institucionalidad que hubo en el pasado, con la privatización y con la falta de fiscalización, fue lo que generó la gran vulneración de derechos. Por lo demás, están absolutamente impunes y hay mucha desinformación de lo que ocurrió en estos centros. 

Este cambio, obviamente, intento mirarlo con esperanza de que no sea solamente un cambio de nombre sino un cambio real. Sin embargo, para mí, creo que lo importante no es solo desde el ámbito político, sino como sociedad completa, sea una urgencia y atendamos cada uno desde nuestro lugar el resguardo de los derechos de la infancia y la adolescencia, cómo sea que podamos aportar desde nuestro lugar.

Creo que en este momento en el diálogo -la película llama a eso-, que cada uno desde su rol pueda atender este espacio, pero que también sea parte de la nueva constitución, que sea parte institucional, que esté escrito el resguardo de estos derechos. Pero, nada, miro con reticencia y creo que esta película también es un llamado a que pongamos atención a cuáles van a ser esos cambios de protección de la niñez y reinserción juvenil, como se le ha llamado, esperando que eso sea un cambio. Pero creo que todos tenemos que estar ahí atendiendo y fiscalizando, nunca hay que dejar de prestar atención a quienes no pueden defenderse por sí solos y no tienen espacio para que su voz de denuncia sea escuchada. 

Pinto: Tengo dos preguntas más. Una muy chica: ¿trabajaron con no actores también? ¿Había efectivamente niños del Sename ahí?

Huaquimilla: Trabajamos con actores naturales, muchos, pero no directamente con quienes conocimos en el centro para poder resguardar su identidad y su privacidad. Compartimos con elles y con ellos cuando estuvimos en las jornadas de filmación, no están sus rostros, pero sí sus voces, porque una de las canciones de la banda sonora es parte de composiciones que hicieron chicas y chicos, un disco que pueden escuchar en Spotify que se llama “De pana”. Están sus voces ahí, son parte de la banda sonora de la película.

Pinto: Suena el rap ahí en un momento, mi pareja preguntó, y obvio que era de un niño del Sename. 

Huaquimilla: Así es. Son parte de chiques que habitan este centro ahí donde filmamos, así que se pueden escuchar sus voces directamente, me parecía que tenían que estar ahí. Son las canciones que suenan más fuerte y eso me encanta.

Pinto: Bueno, lo último, tratando de no tirar spoilers para quienes no han visto la película, pero respecto al final, la decisión del final como elegía, podríamos decir. ¿Cuál es la figura para ti? ¿Por qué eligen esa figura o es otra cosa? Hay ahí una cosa medio mártir, santificador. ¿Cómo ven ustedes esa dimensión del final?

Huaquimilla: Creo que, para mí, algo importante a la hora de acceder a este espacio fue ver qué podía aportar yo desde mi mirada, cómo puedo contar yo esta historia. Espero que se cuenten muchas más, desde libros testimoniales, películas, documentales, pero quería ver qué podía contar desde mi lugar. Creo que lo que yo podía aportar tiene que ver con ideas que me llegaron, poder ver cómo a través del dolor se unían chiques que formaban una familia no tradicional, poco convencional, donde hay una hermandad, una resiliencia.

También me interesaba que no se cortaran las ideas de un futuro, del soñar. Pero, a su vez, me daba cuenta que para poder resistir en este espacio los chicos están sumamente medicados, están bajo el efecto de ansiolíticos, de antidepresivos, y pareciera que están adormecidos. Entonces, perder la noción del tiempo y el espacio, que los recuerdos se confundan con los sueños, fue lo que marcó el tratamiento de la película, era otra capa que está ocurriendo en paralelo. 

Eso me permitió dar un final que, a pesar de que es duro, lo más importante era dar cuenta de voces que están intentando dejar algo rayado en la pared, están intentando dejar un testimonio de que existieron, pero son efímeras y pareciera que se pierden con el viento, que se van borrando. Creo que este final, para mí, tiene que ver con ese símbolo, con esta película intentar darles un instante de acceder a eso, pero que se van borrando, a no ser que uno haga algo al respecto. 

Por ahí va ese final, sin hacer spoiler, son dos líneas que se unen, es como un limbo, hay simbolismos en esas voces que se pierden. Me marcó mucho a mí que cuando vi uno de los pocos testimonios de estos chicos, uno de los casos que ocurrió, era una animita con fotografías veladas. Quisimos hacer el ejercicio de ver qué pasaba si a esas fotografías les volvíamos a dar color. Eso tiene que ver con el comienzo de la película y cómo llegamos a ese final.