Star Wars: El Despertar de la Fuerza (1/3)
Siempre se produce un momento algo mágico justo antes de que empiece a tocar una orquesta. Luego de los aplausos que han bienvenido al director, todo el teatro se va sumando lentamente en un deseoso silencio. Tanto el público como los músicos aguardan al instante preciso, participando de esa delicada tensión inicial, esa apnea teñida de emotividad, la que se encarga de impulsar el viaje hacia adelante. Igual situación se vive al inicio de cada película de Star Wars, un momento de expectante oscuridad entre la famosa frase inicial –Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana…– y la clásica tonada con la que arranca cada entrega de la saga más grande en la historia del cine. Y no podía ser de otra forma con el estreno de El Despertar de la Fuerza; el mero aparecer del título y la potencia de la música compuesta por John Williams abrazan al espectador, quien ha esperado años para esto, e inmediatamente lo rinden a sus pies.
Si bien la narración es lo suficientemente clara para que nuevas audiencias puedan sumarse a la populosa fanaticada de la saga, queda claro que la propuesta busca hacer vibrar a los fieles seguidores, quienes crecimos buscando la comunión con la Fuerza. Y la película no decepciona, ya en los personajes originales que regresan como ecos de un pasado nostálgico, ya con las innovaciones que le entregan frescura a un universo por todos conocido. La apertura a esta nueva trilogía se construye a partir del rechazo a la idea del ‘final feliz’, donde 30 años después de los eventos que conocimos en El Regreso del Jedi (1983), las esperanzas de paz se han desvanecido, la Fuerza ha vuelto a caer en el olvido y se inicia una nueva disputa entre la totalitaria Primera Orden, liderada por el malvado Snoke y su caballero oscuro Kylo Ren (Adam Driver) y la Nueva República y su brazo armado, la Resistencia, comandada por la general Leia (Carrie Fisher). Así, por una casualidad que tiene mucho que ver con el destino, los nuevos protagonistas, la chatarrera Rey (Daisy Ridley) y el renegado Stormtrooper Finn (John Boyega) se ven involucrados en medio de la batalla por el control universal.
El guión es lo suficientemente hábil como para conjugar las escenas de acción, el drama y la comedia -donde destaca con luz propia el personaje de Han Solo (Harrison Ford)- a la vez que logra introducir de manera interesante las historias de Rey y Finn: un futuro promisorio en la huérfana olvidada a su suerte, un pasado crudo en el desertor aterrorizado.
El relato en sí es prácticamente un remake de la primera Guerra de las Galaxias, donde vuelven a utilizarse elementos narrativos como el androide extraviado que contiene información clave para los rebeldes, la talentosa protagonista atrapada en un planeta desértico con un brillante futuro por delante, o la búsqueda del microscópico punto débil en las brutales instalaciones del enemigo. Aquí puede instalarse una primera disyuntiva, que de seguro avivará discusiones por mucho tiempo, donde una corriente que podríamos llamar apocalíptica verá esta decisión como un desperdicio de creatividad y un gesto de exagerado conservadurismo, mientras otra corriente más integrada lo tomará como el merecido gesto de reconocimiento que merece el inicio de la saga y sus personajes. Lo cierto es que el director J. J. Abrams fue lo suficientemente cuidadoso como para no herir sensibilidades y equilibrar, a ratos de manera bastante sutil, el reciclaje que hace de los elementos de antaño en el relato presente.
La película es potente también en el aspecto visual. Este tema no es menor, precisamente cuando la industria hollywoodense se está cuestionando el uso y abuso de la imagen generada por computador, a la vez que la preponderancia tecnológica por sobre el componente narrativo fue una de las principales falencias de los sobreactuados episodios I, II y III. En El Despertar de la Fuerza casi no hay alusión a las precuelas y está filmada de una manera totalmente diferente, privilegiando el efecto especial práctico y el maquillaje a base de prostéticos. Si bien abundan las secuencias con CGI, el trabajo está lo suficientemente cuidado para que nunca se pierda de vista el peso material de los objetos en el registro. Las ruinas dejadas por el antiguo Imperio están recreadas de forma magistral, con un uso bastante atractivo del plano general, e incluso las célebres batallas con sables de luz están mejor coreografiadas, careciendo de piruetas y maromas innecesarias.
Si bien no deja de tener ripios, principalmente en algunas acciones resueltas de forma poco creíble o determinadas secuencias un tanto rígidas en términos de ritmo, se trata de una clase bien especial de alquimia cinematográfica, que combina las bondades del cine de fantasía y ciencia ficción actual con una medida justa de añoranza por un contenido que ha definido parte importante de la cultura popular occidental. Mucho se había especulado sobre qué traería este séptimo episodio, sobre todo debido a su reciente filiación con la compañía Disney. Los creadores jugaron al secretismo y la fórmula funcionó de maravillas, con récords de ‘preventas’ y un sinnúmero de manifestaciones alrededor del globo -con el cambio de guardia en La Moneda al son de la “Marcha Imperial” o el presidente Obama despidiendo una conferencia apurado por llegar a la proyección como ejemplos del delirio masivo.
¿Es necesaria esta nueva trilogía? Desde una perspectiva dramática la respuesta es más bien negativa, la conclusión del Episodio VI no requería profundizar en un capítulo a todas luces cerrado. Sin embargo el reencuentro, como actividad humana, no deja de ser un justificativo suficiente, pues sí, volver a ver a un personaje querido es como reencontrarse con un viejo amigo -sin contar que siempre se supo que la historia completa contaba con nueve partes. Podremos culpar todo lo que queramos a las industrias de la cultura por impulsarnos a crear lazos emocionales con productos de mercado, y es un hecho que la administración de la nostalgia es un negocio lucrativo, pero Star Wars tiene una capacidad de despertar afectos que ya trasciende los vaivenes mismos de su discurso. Este es tal vez el principal mérito de El Despertar de la Fuerza, que si bien no deja de ser una ficción, es capaz de movilizar recuerdos y activar sueños, trae devuelta experiencias y nos reúne con personas con las que compartimos de este, el gran mito de nuestro tiempo.
Nota Comentarista: 9/10
Título original: Star Wars Episode VII: The Force Awakens. Dirección: J. J. Abrams. Guión: Lawrence Kasdan, Michael Arndt, J.J. Abrams. Fotografía: Daniel Mindel. Música: John Williams. Reparto: Daisy Ridley, John Boyega, Adam Driver, Harrison Ford, Carrie Fisher, Peter Mayhew, Andy Serkis, Domhnall Gleeson. País: Estados Unidos. Año: 2015. Duración: 136 min.