So Pretty: De transiciones humanas y visuales
La pregunta por la visibilización, por cómo se relacionan lxs sujetxs trans con el mundo y con su propio cuerpo cambiante, o por cómo sería un mundo donde nadie se da vuelta a mirarlxs en la calle son parte de las propuestas. No son respondidas, y tampoco planea hacerlo. Son preguntas sobre el qué pasaría, el deseo y la esperanza plasmado no solo en el discurso, sino que también en la imagen.
En la época de las relecturas, donde todo se revisita, todo se vuelve a consumir, se vuelve a monetizar y a rentabilizar, encontrar una adaptación de un artefacto artístico con una genuina intencionalidad de crear algo nuevo, comparando el estado actual de la temática versus la original, parece un gesto loable y digno de admiración. Y eso es precisamente lo que hace So Pretty.
La película se basa libremente en la novela So Schön, escrita por el alemán Ronald M. Schernikau y ambientada en el Berlín Occidental de los 80. ¿Y por qué libremente? Pues su directora, Jessie Jeffrey Dunn Rovinelli, no solo se limitó a cambiar narrativamente la idea original del libro (como el género de las parejas gays protagonistas y su intercambio por una comunidad trans de New York) sino que, en un ejercicio narrativo y estético interesante, utilizó extractos de la fuente original insertándolos en forma de narración meta cinematográfica/literaria.
Bastaba sólo con esto para obtener mi completa atención.
Pero vamos por parte. So Pretty narra la llegada de la propia Jessie Jeffrey Dunn Rovinelli -actuando de Tonia en vez del Tonio original- a la ciudad estadounidense para integrarse a la comunidad trans que pertenece su novio Franz (Thomas Love). Allí conocerá a un grupo de chicos y chicas que practican el amor libre con una mirada antifascista, quienes participan en marchas e intervenciones políticas en un mundo que parece estar en proceso de superación de las hostilidades hacia la comunidad trans, pero donde la lógica neoliberal sigue siendo un problema a superar.
Básicamente, la historia se desarrolla en torno a esa idea. Simple, podría decir alguno, pero la sustancia no está ahí. Lo lindo del largometraje se juega tanto en el lenguaje audiovisual como en la forma en que esta -aparentemente- simple narración se plasma. Ya sea a través de las metanarraciones del libro original que se insertan dentro del propio film, los planos pausados mostrándonos momentos fragmentados y eternos, el montaje (a cargo de la propia Jessie Jeffrey Dunn Rovinelli) que complementa esta experimentación visual, narrativa y sonora, o simplemente gracias a la granulada imagen que el Super 16 entrega, So Pretty desata una montaña rusa visual muy bien pensada que deambula y coquetea con el drama, el falso documental y la autoficción.
Otro de los puntos altos son su cuidada puesta en escena, lo que va de la mano con la fotografía (Bill Kirstein) de forma indivisible, especialmente en los espacios cerrados. Es en los planos estáticos, las cámaras en mano y sus paneos largos donde se juega una mirada de lo cotidiano, de momentos pequeños pero eternos que van armando esta semiutópica comunidad. Finalmente, la tercera pata que termina de configurar el panorama visual viene nuevamente de la mano de Jessie Jeffrey Dunn Rovinelli, pero esta vez a cargo de la coloración que impregna a la película de principio a fin.
Pero si bien hablo de esta unidad entre esos tres elementos, el largometraje no se entiende por sus partes separadas. Eso le da una coherencia cinematográfica muy valorable, pues el montaje experimental no funcionaría sin el formato de la narración, pero la intensidad de los diálogos no tendría sentido sin la construcción de personajes que la fotografía, el vestuario y el montaje aportan, y así podríamos seguir con un largo etc.
Mi único problema se centra en la excesiva duración de ciertos planos paneados, que no son pocos, y que se alargan sin aportar mucho narrativa ni estéticamente. En una película en que todo parece tener algo que decir, el alargar planos produce el efecto contrario.
Sin duda es imposible hablar de So Pretty sin nombrar su propuesta política. La foto de Lenin con un beso rojo es la representación de una lucha que se viene dando hace décadas, y de la cual el film se hace cargo por cierto, desde una óptica propia de esta década. La pregunta por la visibilización, por cómo se relacionan lxs sujetxs trans con el mundo (a través de chistes automolestándose) y con su propio cuerpo cambiante, o por cómo sería un mundo donde nadie se da vuelta a mirarlxs en la calle son parte de las propuestas. No son respondidas, y tampoco planea hacerlo. Son preguntas sobre el qué pasaría, el deseo y la esperanza plasmado no solo en el discurso, sino que también en la imagen.
Título original: So Pretty. Dirección: Jessie Jeffrey Dunn Rovinelli. Guion: Jessie Jeffrey Dunn Rovinelli. Novela: Ronald M. Schernikau. Fotografía: Bill Kirstein. Montaje: Jessie Jeffrey Dunn Rovinelli. Música: Rachika Samarth. Reparto: Jessie Jeffrey Dunn Rovinelli, Rachika Samarth, Edem Dela-Seshie, Thomas Love, Phoebe DeGroot, Arlene Gregoire. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 83 min.