Rompan todo: La omisión al sonido de acá

Esos matices son ignorados por Rompan todo, porque básicamente es un documental realizado en Estados Unidos y México, con una visión del rock que viene desde ahí y que viene desde los años 70’. La lectura chilena sería muy distinta, porque el rock solo acontece en los años 90’, con ya la globalización y el imperio que detenta MTV latino, fenómeno que el documental visibiliza mayormente. En otros términos, algo así como el rock latinoamericano sería un efecto del mercado y de la globalización, aunque eso no desvalore a las bandas latinas de la época, como Café Tacuba, Tijuana No, Aterciopelados, Los Tres o Babasónicos. Resta decir que la música, las canciones y los discos perviven sin dicha mediación. 

Advertimos de entrada que no se trata de una defensa chovinista, sino más bien de trazar una orientación con respecto a una cierta manera de concebir, de hacer y producir música popular que ha tenido lugar en Chile desde los años sesenta hasta la fecha. Es un modo de concebir la canción que es exterior a lo que la serie emitida por Netflix Rompan todo: La historia del rock en América Latina denomina “rock latino”. El sonido de acá es un cruce de estilos, géneros y sonoridades heterogéneas que recién en el siglo XXI tomarían una forma más clara, precisamente contraponiéndose al rock como relato hegemónico de la música popular. Aunque con esto reconocemos la necesidad de una distancia histórica para poder determinar de manera crítica y teórica aquel sonido o forma de producir canciones, que pareciera –al ver y digerir la serie– estar aún en un lugar menor o secundario. Por ello, estas notas ensayan dicha aproximación con el pretexto de comentar el documental en cuestión a partir de lo que está en falta. 

1- La música chilena realizada entre fines de los 50 hasta el golpe de estado fue prácticamente ignorada. No sólo Los Mac’s o Los Vidrios Quebrados, que son bandas muy similares a las mostradas en el documental, sino que el no haberse detenido mínimamente en el significado real de La nueva ola (aunque ni siquiera en Chile nos hemos detenido en ella, no mucho más allá de la visión que heredamos de la dictadura y la tele). Más importante quizás es la nula mención al fenómeno que representaron Los Ángeles Negros, no solo en Chile sino que en Latinoamérica, en esa muy original fusión entre el bolero por una parte y por otra un cierto sonido soul o funk que detentaba la base rítmica de la banda. Pero, sobre todo, la omisión de La nueva canción chilena (que no se restringe a Víctor Jara) que tenía harto de rock, tanto en espíritu como musicalmente, pero también por ser inspiración para las bandas de rock de principios de los 70 como Congreso, Los Blops o Los Jaivas y así también para todo cantautor que se precie de tal a nivel local. En otros términos, su poca atención podría ser expresada como la omisión a la singularidad misma de la canción popular hecha en Chile. Ahora bien, Los Jaivas aparecen no solo referidos, sino que también son una fuente, pero más que nada porque no hay cómo saltárselos, aunque sean bastante infravalorados, poniéndose por encima la banda de Santaolalla, Arco Iris, siendo que los Jaivas hacían lo mismo y más en su fusión del rock con elementos de la música latinoamericana. Agregaría el dato no menor que Los Jaivas en algún momento pasaron por banda argentina más que chilena, a mediados de los 70’.

2- El inicio del rock en Chile está fechado –como tradicionalmente se ha hecho– con el lanzamiento de La voz de los 80 en 1984 y así en Rompan todo se relata. Sin embargo, se obvia cierto material de archivo en donde el mismo Jorge González señala que Los Prisioneros nunca se consideraron (al menos él) una banda de rock, sino que de pop, más cercanos a revivir el formato de canción realizado en los 60 por La nueva ola. No obstante, se ha tendido a enunciar que González trató de escribir letras que podrían estar emparentadas con La nueva canción chilena. Algo habría en ese singular ensamble, de hecho, alguna vez ante la pregunta de cómo se sintió ser famoso o reconocido tan joven, González señaló que fue una cosa media extraña, un mixto entre ser Víctor Jara y el Pollo Fuentes al mismo tiempo (demás está decir que ninguno de los dos exponentes es “rockero”). 

3- Esos matices son ignorados por Rompan todo, porque básicamente es un documental realizado en Estados Unidos y México, con una visión del rock que viene desde ahí y que viene desde los años 70’. La lectura chilena sería muy distinta, porque el rock solo acontece en los años 90’, con ya la globalización y el imperio que detenta MTV latino, fenómeno que el documental visibiliza mayormente. En otros términos, algo así como el rock latinoamericano sería un efecto del mercado y de la globalización, aunque eso no desvalore a las bandas latinas de la época, como Café Tacuba, Tijuana No, Aterciopelados, Los Tres o Babasónicos. Resta decir que la música, las canciones y los discos perviven sin dicha mediación. 

4- Existe una diferencia en la aproximación al fenómeno de la música popular, porque tradicionalmente se ha dicho que el rock tiene una relación comprobada con los acontecimientos sociales y políticos. De ahí que se tienda a elevar a los compositores o estrellas de rock como portavoces o representantes de generaciones y hechos políticos determinados. Creemos que es un relato insuficiente, porque si pensamos en el mayor referente chileno de esa mirada, como es Jorge González, en boca de él mismo el relato se desarma. No hay una idea preconcebida de armar un relato para que las masas se identifiquen, es más bien a un nivel inconsciente que las canciones atraviesan la experiencia de los cuerpos y que de cierta manera sostienen un efecto empírico en el campo social. Pero no es el contenido de las letras, es más bien el efecto en bloque que producen las canciones, pero la hipótesis que habría que defender es que aquello no es una cualidad inherente del rock sino que de la música popular en su integridad. 

5- Una omisión bastante grande ocurre en el apartado en que entran al rock las máquinas, a principio del 2000, en un momento en que la industria discográfica cae y asciende la difusión independiente a través de internet. Ahí Chile juega un papel fundamental, porque es también el origen de lo que se llamará “el nuevo pop chileno”. La ausencia de alguien como Javiera Mena para relatar cómo el uso del computador se convirtió en aquel tiempo en una nueva “guitarra de palo” para componer, es a lo menos lamentable. No solo por una perspectiva de género (deficiente quizás en Rompan todo, pero deficiente porque el relato del rock ha sido y será siempre masculino), sino que más bien porque ella encarna esa transición y es también una compositora que crea junto a Daniel Riveros (Gepe) un modo de hacer canciones que no solo impactó en Chile, sino que en gran parte de Hispanoamérica en los últimos quince años. Pero claro, quizás ya no se trata de rock.

6- Del mismo modo, a partir de la fuente que ofrece Jorge González, se pudo agregar lo significativo del disco Corazones. Que, por cierto, el mismo Santaolalla produce. Quizás hubiese sido un exceso de protagonismo. Sin embargo, era la mejor manera de entrar en una serie de discos, bandas, pero, en definitiva, de un sonido, que a mi modo de ver sintetiza qué significaría hacer canción en este rincón del mundo. La generación del pop chileno que tuvo su mayor alcance en el 2010 proviene de la herencia del sonido de Corazones y de cierto ethos musical que formó el mismo González en los años 80’, es decir, de que el rock no es algo de acá, aunque eso no signifique ponernos a tocar instrumentos autóctonos, sino que más bien habría que buscar un sonido de acá a partir de las referencias musicales que inconscientemente escuchamos en nuestras casas, a través de nuestros abuelos o padres, pero también en los almacenes, en la calle y en las fiestas. Es decir, eso que el crítico Carl Wilson llamó “la música de mierda”. González ya en 1983 hacía interpretaciones de Adamo o de Albert Hammond, qué decir del “Yo no te pido la luna” interpretado por Javiera Mena en su primer disco, o el ícono Juan Gabriel que Ases Falsos elevó en la portada de su primer disco, o también cómo, de a poco, esa música que llamábamos peyorativamente de “dueñas de casa”, de “señoras” o en definitiva, de mujeres, a toda una generación nacida entre los 80’ y principios de los 90’, le parece muy fácil de adoptar como suya. De ahí también a Mon Laferte, que en el documental pareciera ser solo una fuente de opinión pero que nunca se llega a ella misma, como alguien que encarna esa ruptura de un paradigma muy del siglo XX, entre el rock (música seria, en relación con procesos sociales) y el pop (música de mierda, vacía y sin contenido político). Mon Laferte encarna precisamente esa ruptura, por ser ícono pop pero también activista política. No obstante, no sería solo un fenómeno local sino que conosureño, en el sentido de que a principios del 2000 bandas de rock como Babasónicos adoptan un sonido que viene de la canción romántica latinoamericana, pero también proyectos como Miranda!, que en pleno auge del rock chabón o barrial en la Argentina, situaron su música en un lugar no hegemónico, con varias referencias a esa “música de mierda” que el rock siempre apartó. Qué decir de bandas actuales como Bandalos Chinos que parecieran convivir entre esa lectura de la canción romántica y la influencia del llamado “rock nacional”. 

7- Por último, habría que celebrar que Santaolalla haya producido el archivo para elevarlo a él al sitial que merece. Quizás es triste que lo tuviera que hacer el mismo, pero es un músico y productor que tradicionalmente fue ignorado (por los mismos rockeros que homenajeó el documental), y es alguien que de cierta manera siempre se salió del molde del “rock nacional”. Ahí está su trabajo con Jorge González (fue el primero en decirle a él que era un buen músico, ningún chileno se lo había dicho), con Café Tacuba (de seguro, la banda no hubiese sido la misma sin él, sin la seguridad que les brindó), con Julieta Venegas (que es más pop que rock, digamos, aunque su pasado por Tijuana No la sitúa en otro lugar), solo por nombrar a los más destacados. 

 

Título original: Rompan todo: La historia del rock en América Latina. Creado por: Nicolás Entel. Productora: Red Creek. Producción ejecutiva: Gustavo Santaolalla, Nicolás Entel, Picky Talarico, Ivan Entel. Dirección: Picky Talarico. Guion: Nicolas Entel, Nicolas Gueilburt. Año: 2020. Temporadas: 1. Episodios: 6. Distribuición: Netflix.