Rezagadas (2): Una pistola en cada mano
Dirigida por Cesc Gay, un joven director catalán, Una pistola en cada mano es uno de esos filmes en que hay que separar lo que se piensa del trabajo que se analiza de aquello que se piensa de los personajes que lo protagonizan. Se trata de 8 hombres que han pasado los cuarenta y que atraviesan, cada uno, algún tipo de crisis existencial. Estos 8 hombres, a diferencia de las mujeres que los rodean, no tienen un nombre de pila identificable.
La narración esta armada sobre la base de unas pocas secuencias en que la acción que prima no es otra que el diálogo, ya sea entre dos de estos hombres o entre uno de ellos y una mujer; todo parece transcurrir en un solo día en distintos lugares con el punto común de que todas estas personas (salvo tal vez uno) confluirán en una fiesta como secuencia final.
Primero dos viejos amigos que se encuentran mientras uno acaba de salir de una sesión con el sicólogo y el otro va a la casa de su madre con la que vive. Ninguno parece estar pasándola bien, pero enfrentan sus asuntos con un ánimo distinto. Es un encuentro difícil, porque parecen no tener ganas de hablar, no tienen éxito de que ufanarse, por el contrario todo indica que se ven a sí mismos como fracasados, y sin embargo se siente en el aire que necesitan esa charla medio arrebatada a la coincidencia. Cuentan de sí lo suficiente para saber que, al menos por ahora, son un par de perdedores, y quedan en verse más tarde, más adelante….tal vez. La segunda secuencia es otro individuo medio patético que al ir a dejar a su hijo a casa de su ex mujer, le cuenta que sueña con ella, que creen que pueden volver, en una conversación inundada de triste insistencia cuando es claro que para ella ese matrimonio ya es historia al punto que está embarazada de otro hombre y ha empezado una vida nueva. El tercer encuentro, es entre un deprimido hombre que ha seguido a su mujer hasta la casa de su amante, del que sabe hace tiempo. Se encuentra con un conocido del verano y le cuenta su situación y pide consejo….no será el la persona indicada. Este diálogo es especialmente ingenioso y uno de los mejores del filme, sin duda. La sorpresa es parte del truco, por eso no entraré en detalles.
Luego, un episodio de oficina en que al final de una fiesta, un sexto personaje finalmente se atreve a flirtear con la chica a la que viene observando hace tiempo; él está casado y acaba de tener un hijo, la breve conversación lo conducirá a quedar en un ejemplar ridículo a merced de esta mujer que le da una buena lección. Finalmente, camino a aquella cena final, dos amigas se encuentran cada una con el marido de la otra y, en el intento por sacar información sobre sus respectivos maridos, terminando ellas revelándoles a ellos el lado oscuro de su mejor amigo: la disfunción sexual de uno y el real carácter agresivo del otro. Los segundos de silencio en que estos dos hombres esperan juntos el ascensor, con esa nueva información que ahora tienen del otro, que creía saberlo todo, es uno de los momentos mejor logrados y más hilarantes del filme….el tiempo destinado a esa escena es perfecto. Todos, salvo el marido engañado interpretado por Ricardo Darín, se reúnen en la casa del hombre rechazado por su ex mujer.
Lo cierto es que es cada uno de estos personajes provoca algún grado de irritación, básicamente por lo patético y perdedores que parecen ser a estas alturas de sus vidas o por lo desconsiderados y egoístas que son con sus mujeres. Por otra parte, “Con una pistola en cada mano”, es una frase que parece aludir a esa falsa seguridad sexual que exhiben algunos hombres, tal como dice Manen al tipo de la oficina que ahora se decide a acercarse. Se trata de tipos más bien bastante lastimosos.
Entonces el desagrado y las ganas de abofetear a algunos de estos personajes es lo mejor que logra esta película. Sus diálogos están bien interpretados, particularmente el que sostiene Ricardo Darín como el marido engañado que siente que le debe a su mujer la comprensión por su infidelidad. Hay un cierto ritmo que inicialmente puede parecer algo lento, pero se justifica plenamente y se entiende luego. Lo mejor logrado es sin duda la dirección de actores y el guión, inteligente, mordaz, irónico y de un humor negro bastante divertido. Los silencios, las pausas, son tan reveladoras como lo que se dice que no es mucho tampoco, todo es entre líneas. En suma un montón de tristes hombres, cuyos nombres no le valió la pena al director destacar.
Por eso no hay que confundir: el que una película logre transmitir tan bien lo patético de sus personajes al punto de volverlos ingratos, solo habla bien de la película, supuesto claro que era la idea del director, y aunque esta crítica llegue tarde, es una película que sugiero ver de todos modos.
Por: Elena Valderas