Rescates (1): La tortuga roja. Territorios de la animación
La tortuga roja corresponde al primer largometraje de Michaël Dudok de Wit, y a la primera coproducción de Studios Ghibli fuera de la frontera nipona. Al igual que en el cortometraje Father and Daugther (2000), el director propone una pieza audiovisual carente de diálogos verbales, en donde el silencio resulta un elemento prescindible ante el uso de una paleta cromática que opera de manera análoga a la luz cinematográfica.
La utilización de los colores de pasteles permite explorar no sólo los estados anímicos de los personajes ante las dificultades de cada ciclo vital, sino que también permiten contrastarlos con los tonos grises asociados a los mundos oníricos de cada uno. Que los sueños individualistas sean retratados de forma opaca y la cotidianeidad sea dibujada desde la diversidad cromática es un elemento que viene a controvertir y cuestionar las instancias donde se busca la realización de cada personaje.
La tortuga roja se erige en torno al concepto de isla, territorio en el que acaecen de manera simultánea naufragios, reproducciones y muertes, tanto de humanos como de animales. La construcción de estos ciclos vitales es estructurada mediante el juego constante de planos detalles y planos generales, aprovechando el director la completa ficción cromática del campo visual para generar un efecto de continuidad en el relato, sin la disrupción que provocaría este montaje en un filme no animado. De esta manera, resulta posible contemplar los contornos de pequeños cangrejos que se desplazan en la arena, a la vez que se admira la vastedad de toda la costa isleña que desborda la pantalla.
Haciendo explícita la influencia de Ghibli en la obra, el director viene teñir estos ciclos de vida de una atmósfera panteísta que ronda por toda la isla. En el relato se genera, en principio, una división entre evento cotidiano/coyuntural asociado a animal/humano. Así, cada amanecer viene a develar la muerte de algún pez o el naufragio de alguna tortuga en la orilla del mar, a diferencia de los naufragios o muertes de humanos que forman parte de espectaculares catástrofes naturales.
Esta dicotomía viene a romperse con la aparición de la tortuga roja/mujer pelirroja. El mundo de dualidades planteado en términos de amor/odio, vida/muerte, eternidad/contingencia se disuelve de la misma forma que el caparazón del animal/persona. Es el odio a la criatura rojiza el que transforma y libera a quien será la pareja de por vida de uno de los protagonistas. A su vez, es la propia muerte de este la que desencadena el retorno a la vida en el mar de la tortuga roja hacia otros rumbos, marcando el paso de un amor pasajero pero a la vez infinito para uno de los amantes.
Considerando lo anterior, Dudok de Wit acierta en la utilización de las formas del color y montaje para delimitar un territorio ficcional propio de la animación, ofreciendo la posibilidad de contemplarla a partir de las particularidades propias de una película dibujada.
Como es de público conocimiento, en los pasados premios Oscar La tortuga roja fue nominada a la categoría de mejor película animada, perdiendo finalmente en desmedro de Zootopía, dirigida por Byron Howard y Rich Moore, y producida por Disney. La decisión no resulta sorpresiva considerando los cánones de la industria y el historial de los últimos años. En este sentido, resulta posible identificar una tendencia que espera de las películas animadas alguna enseñanza, una especie de función “pedagógica” que finalmente comunique ciertos valores universales para la comunidad. Esta línea encuentra correspondencia con una de las creencias aún vigentes dentro de la sociedad occidental, la que vincula al cine de animación con un público infantil al cual hay que educar como futuros integrantes de la sociedad, invisibilizando de paso la relevancia de las formas y estilos cinematográficos que puede desarrollar este tipo de cine.
Zootopía se circunscribe en esta línea como un llamado directo a la inclusión e integración en un país que -paradójicamente- ha elegido como máximo representante político a un personaje cuyo discurso institucional gira en torno a la exclusión y diferenciación del otro. Frente a este escenario, La tortuga roja constituye más bien un filme que sin grandes pretensiones pedagógicas nos recuerda que, en cuanto a experiencia estética, la distancia entre niños y adultos no es tan nítida como se declara.
Nota comentarista: 8/10
Título original: La tortue rouge. Director: Michael Dudok de Wit. Guión: Michael Dudok de Wit, Pascale Ferran. Música: Laurent Perez del Mar. País: Francia-Japón. Año: 2016. Duración: 80 min.