Miss Marx: La tragedia de la hija menor
Esta película, coproducción italiano-belga, estrenada en 2020, pero con escasa circulación en América Latina, dio continuidad a una apuesta anual que Femcine desarrolla al exhibir en su apertura cintas que friccionen los archivos fílmicos y culturales desde un punto de vista feminista, o en su defecto, las interpelaciones que de allí se desprenden desde y sobre el cine. Miss Marx es parte ese gesto, e instala la urgencia por recomponer la historia de una de las figuras importantes del internacionalismo feminista y de cuya obra poco se sabe. La hija menor fue una activa militante, cofundadora de La liga Socialista, que no solo participó del círculo político e intelectual de su padre, sino también como interlocutora de su obra.
Es 1883. Eleanor aparece de frente, estoica, en un plano americano. La toma se acerca con velocidad a su rostro, llega a sus ojos, cambia de dirección. La vemos de espalda. Un pequeño grupo de personas, cuyos sombreros sobresalen en la altura, la escuchan. No es una arenga en una fábrica, tampoco un discurso público en un encuentro de mujeres socialistas; es el discurso fúnebre en el entierro de su padre. No llora. Cuenta la historia de amor de sus progenitores que ese día yacen en el mismo pedazo de tierra. Dice que Marx hasta su muerte llevaba en su bolsillo una fotografía de Jenny. Ni una palabra al movimiento de trabajadores, tampoco a su legado intelectual. El punto de partida es de tal intimidad, que enlaza con un cálculo perfecto la tragedia familiar los Marx y la tragedia de la hija menor que ese día cobra un rumbo propio, o al menos así lo escenifica la cineasta Sussana Nicchiarelli.
La directora italiana abrió con su biopic Mis Marx la 11ª versión del Femcine que, entre el 23 y el 28 de marzo, presentó por segunda de vez una programación virtual, en esta ocasión con focos en Carmen Guarani, el cine actual de la Bélgica francófona, un conjunto de directoras de fotografía y una selección del canadiense Female Eye Film Festival (FeFF). Esta película, coproducción italiano-belga, estrenada en 2020, pero con escasa circulación en América Latina, dio continuidad a una apuesta anual que Femcine desarrolla al exhibir en su apertura cintas que friccionen los archivos fílmicos y culturales desde un punto de vista feminista, o en su defecto, las interpelaciones que de allí se desprenden desde y sobre el cine. Miss Marx es parte ese gesto, e instala la urgencia por recomponer la historia de una de las figuras importantes del internacionalismo feminista y de cuya obra poco se sabe. La hija menor fue una activa militante, cofundadora de la Liga Socialista, que no solo participó del círculo político e intelectual de su padre, sino también como interlocutora de su obra. Tras la muerte de Marx preservó y organizó sus escritos, discutió con Engels El origen de la familia, escribió La cuestión de la mujer y una serie de artículos y panfletos que circulaban en el periodo, además de traducir El capital al inglés y un conjunto de obras literarias como Madame Bovary de Gustav Flaubert y del teatro de Henrik Ibsen.
La película recorre los hitos que transcurren entre la muerte del padre y su misterioso suicido, en arcos temporales organizados en cinco fechas: 1883, 1890, 1895, 1896, 1898. Cada uno de esos años son puntos de partida que esta biopic organiza como unidades de sentido en las que cobra protagonismo la superposición de la figura del padre con la de su amante Edward Aveling, escritor y dirigente socialista de quien se enamora a pesar de las sospechas y desconfianzas de su círculo cercano. También aparecen las incertidumbres, la revelación de que Marx era padre del hijo de Helene Demuth, las mentiras de Aveling y su enfermedad. Ambas figuras masculinas son representadas en la película de Nicchiarelli como una suerte de base argumental de la vida Eleanor y sus disputas más íntimas. En esa clave, la cotidianeidad intelectual y personal de Eleanor aparece como una válvula de fricciones entre la dominación de la mujer y sus potencialidades emancipadoras. Es una tensión reforzada por sus reclamos a la figura del padre “quiso todo para mí, menos mi libertad” y la lectura general del lugar de las mujeres como un espejo de su relación con Aveling, “las mujeres, al igual que los trabajadores, estamos condenadas a nuestra degradación moral”.
Las escenas están montadas sobre diversas materialidades de la escritura; textos reales de Marx, de la misma Elenor, hablados o manuscritos en cartas que a veces aparecen como documentos apócrifos con sus sellos postales y que conectan el presente con la infancia. La letra manuscrita y la letra hablada conforma el interrumpido diálogo interno de Tussy con los espectros y su deseo de libertad inscrito en la firma de la niña y la adulta, que tempranamente desarrolló la consciencia de un nombre propio. Todo esto puesto en escena con una brillante fotografía e imaginación de los espacios, los vestuarios, que rehúyen del ropero añoso con una viva paleta de colores, llena de texturas. Una atmósfera construida a partir de las luces y oscuridades en los interiores y exteriores, que la cámara atraviesa con precisión y belleza.
En Miss Marx lo antiguo y lo contemporáneo dialogan a veces con soltura y otras friccionan una apariencia estética, que enuncia una lectura mayor. Porque la principal interrogante pareciera rondar la actualidad de Eleanor, que no solo aparece en la apuesta gráfica de la película, en la oscilación entre el punk y el repertorio victoriano, más bien en la transversalidad de su historia plagada de silencios y omisiones. Las rupturas entre una generación y otra, la reinscripción de los legados, que a veces avanzan orgánicamente, como la cita recurrente de Eleanor a su padre, pero que hacen cortocircuito en el guion cuando se trata de la emancipación de las mujeres. Esas contradicciones son partes de la puesta en escena de Miss Marx, su lectura. La película muestra un punto de vista interno que difumina tramas contextuales, para abrir espacio a la tragedia psicológica de la menor de las Marx y su fuerza creativa. Incluso apuesta por dejar en suspenso las interrogantes sobre la muerte de Eleanor como un femicidio suicida, debatido en su misma época. La firma de Aveling autorizando veneno queda así, arrojada a una tragedia o al circuito de las omisiones. Un efecto lucido de poner en escena esa “hipocresía organizada de la vida al interior de los hogares”, que la misma Elenor denunciaba. Otro espejo más, como su interpretación de Nora Helmer en Casa de muñecas, de ese destino trágico que siempre estuvo latente, acechando.
Título original: Miss Marx. Dirección: Susanna Nicchiarelli. Guion: Susanna Nicchiarelli. Fotografía: Crystel Fournier. Montaje: Stefano Cravero. Música: Downtown Boys, Gatto Ciliegia contro il Grande Freddo. Reparto: Romola Garai, Patrick Kennedy, Felicity Montagu, Karina Fernández, Oliver Chris, Philip Gröning. País: Italia, Bélgica. Año: 2020. Duración: 107 min