Los modernos es la ópera prima del dúo Mauro Sarser y Marcela Matta, del año 2016. La película tiene como protagonistas a Fausto ( Mauro Sarser) y a Clara (Noelia Campo) Ambos trabajan en el mundo de las comunicaciones y mantienen una relación de pareja de hace varios años. Desde su relación, la trama hace una representación del adulto moderno y sus rasgos de personalidad, como la inmadurez de una generación que no quiere terminar nunca de definirse y de explorar caminos nuevos que, a su vez los mantienen en un limbo de indecisiones y en una actitud aparentemente descomprometida con lo que sucede en sus vidas. Es interesante en su  intento de representar a este mundo desde su cotidianidad, del día a día. Esto se logra sin llegar a un resultado en que “no pasa nada”  al estilo de 25 watts (2001), en donde el sin sentido está latente en la inmovilidad y desinterés de los personajes.  En Los modernos, en cambio, los protagonistas cambian y su entorno los amenaza constantemente. Discuten, se separan, pierden el trabajo, viajan, se cuestionan su tendencia sexual, se enfrentan a la decisión de un aborto, y casi al final de la película, se van al campo para terminar en un acto reflexivo en que cuestionan todo su estilo de vida.

En oposición al título de la película, en la estructura dramática hay una búsqueda de lo clásico, con referencias notorias a directores consagrados como Woody Allen, en su intento de representar el absurdo de las conversaciones o discusiones de pareja.  Sin embargo, creo que el resultado visual no alcanza a competir con sus fuentes de inspiración fílmicas. La falta de recursos, si bien es un factor a considerar, en Los modernos llega también a respaldar  una simplificación en la puesta en escena . La dirección de fotografía poco se atreve a experimentar desde otra vereda y se queda en un nivel de mero registro y seguimiento de personajes, en tanto que, desde lo clásico del argumento, el montaje tampoco pareciera sofisticarse en decisiones que muestren una búsqueda autoral. Los recursos utilizados se ven como experimentaciones interesantes pero insertadas, como el recurso de la imaginación de los personajes, en que sus miedos o deseos se expresan a modo de elipsis de subjetivas. Así, casi todo el peso está puesto en las actuaciones y en sus líneas dramáticas que, si bien son lo mejor logrado, tienen también sus momentos inverosímiles, en que da la sensación de escuchar a los directores hablar tras los personajes o de estar en departamentos-set.

La película apuesta por retratar un micromundo abordando varios tópicos modernos. Los más notorios son la maternidad, el trabajo  y las relaciones de pareja. En el primero de ellos, se cae en una suerte de cliché de la mujer que desea efervescentemente ser madre ante un hombre reacio a esta idea. En el segundo, se aborda el mundo del trabajo en la televisión, en donde la Clara dirige un programa de contenido cultural pero que es a su vez tan complejo que llega a ser inentendible para la audiencia. Aquí me parece que se aborda el tema superficialmente, y la postura de los directores frente al tema queda en la ambigüedad. A pesar de ello, creo que hay aciertos realmente buenos en la trama, como por ejemplo, que la referencia al aborto sea desde el mayor de los absurdos: Ana, la nueva pareja lesbiana de Clara queda embarazada porque Clara aún mantenía relaciones con Fausto. En una escena, Clara pasea con Ana por un parque, se encuentra con su ex, Fausto, y en unos minutos, pasan de la incomodidad del saludo a almorzar juntos y luego a plantearse la idea de ser padres. Este trío amoroso le da cuerpo a toda la película y es lo que más le hace guiño 25 Watts, en el retrato del infantilismo que mueve la adultez, en que las relaciones se dilatan, y nada es tan relevante.

El estilo clásico de la trama pareciera delinear ciertas resoluciones. El crecimiento personal de Fausto llegaría con la paternidad, en cuanto dice darse cuenta que no es tan terrible pensar en un otro antes que en él, y entonces, todo este preámbulo de relaciones efímeras respondía quizás a un estado, a una búsqueda donde los caminos no están claros, y donde el mayor acto reflexivo, en que se plantea la posibilidad de dejar el estilo de vida de la ciudad, queda en una mera conversación en un paseo al campo.

Creo que el valor de esta obra reside en su podría encarnar una suerte de ensayo de los directores. Como ópera prima, tiene elementos interesantes que podrían ir agudizando en futuras obras, sobre todo en su búsqueda por la identificación con el espectador y en la empatía o cercanía que generan sus protagonistas y sus problemas  mundanos,  que nos recuerdan que las vivencias del día a día si se traduce, finalmente, en un estilo de vida.

Nota comentarista: 6/10

Titulo original: Los modernos. País: Uruguay. Año: 2016. Duracion: 135'. Dirección: Mauro Sarser -Marcela Matta. Elenco: Federico Guerra - Stefanía Tortorella - Marie Hélène Wyaux - María Paz Rodríguez. Distribuye: Salamandra Cine