Los iluminados (2): Extraña pero entrañable adolescencia
Sebastián Pereira logra una ópera prima que resulta humilde en sus intenciones y consciente de su propia fragilidad. Consigue con pocos elementos levantar y sustentar un entramado de cuestiones potentes en significantes, permitiéndole a la obra abrirse a una variedad de lecturas.
La película presenta a Felipe, un joven adolescente muy pánfilo, en plena edad del pavo, y que está ad portas de terminar el año escolar, para lo cual solo le queda un último trabajo de Historia que debe realizar con su mejor amigo, Lucas. Con el fin de concentrarse por entero en esta tarea, Lucas lo aloja por unos días en su casa. El filme presenta desde ahí las disfuncionales realidades familiares de ambos. Nuestro protagonista vive solo con su madre en un pequeño departamento en alguna zona de clase media-alta de Santiago, y con quien nunca vemos en una relación muy afectiva. Por su parte, la casa donde lo recibe su amigo está en un barrio mucho más adinerado, que corresponde al imaginario de San Carlos de Apoquindo: una casa grande, con piscina, patio delantero, nana (que parece más bien como parte estructural, pero no humana, de la casa). Aunque se trata de un ambiente igualmente disfuncional. Allí se encuentran un padre -o padrastro- que viaja mucho y tiene negocios raros, otro hombre que -lo entendemos después- es un cura del colegio y de quien nunca sabremos bien qué figura ocupa en el hogar, un hermano mayor zorrón y una madre pasada a ravotril. Los problemas de Felipe empiezan cuando durante su estadía en el hogar de Lucas cae en un affaire amoroso con la dueña de casa.
Pero el filme no se encierra allí, en esa casa, y abre un segundo eje de lectura por medio del personaje de José, un ecuatoriano inmigrante en Chile, que arrienda una casa en el barrio Yungay a la madre de Felipe y que trabaja como artista callejero en el centro de Santiago disfrazado como los indios sioux de Norteamérica. La relación entre ambos es al mismo tiempo amistosa, de complicidad y hasta paternal.
Los iluminados se cubre además de un extraño efecto retro, un toque nostálgico, como salido de otra época: no aparecen iphones, ni redes sociales, ni micros del Transantiago. A ello se agrega el uso, y evidente tributo, de la banda chilena Los Vidrios Quebrados (grupo chileno de rock que en los años sesenta cantaba canciones en inglés), no sólo como banda sonora absoluta del filme, sino que también ocupando a su vocalista (Juan Mateo O’Brian) en un papel secundario. Todo suma elementos de extrañeza y aires pretéritos a la película.
Está opción anacrónica termina por dejar la sensación de que lo que vemos es el recuento que el protagonista hace sobre un momento confuso y turbulento de su adolescencia, cuando las hormonas no lo dejaron entender por completo lo que sucedía a su alrededor. Una época que -a pesar de lo difícil por tener una voz y voluntad propias- marcó de manera importante la búsqueda no solo de su propia identidad, sino, más bien, de los lugares concretos de la ciudad donde encontró refugio y las personas con que pudo contar y relacionarse para sentirse como en casa.
Este ejercicio de egreso de la Escuela de Cine a manos Sebastián Pereira puede parecer a primera vista demasiado amateur. Sin embargo, si reconocemos en sus búsquedas formales los antecedentes de Cristián Sánchez, Raúl Ruiz y José Luis Sepúlveda, como el uso de actores no profesionales, el registro de un tipo de habla informal, la manera de sacar la cámara a la calle y los cortes abruptos del montaje, se comprende que tales elementos dotan a su estética deslavada de gran riqueza para la historia que narra.
Por último, y volviendo a otra similitud entre Sánchez y Pereira, aunque tal vez menos afortunada, se puede considerar con Los iluminados, luego de su paso por festivales nacionales, que se la estrena de forma acotada en la Sala Radicales, similar al caso Tiempo malos, la brillante última película de Cristián Sánchez que tuvo estreno único en la sala de Cine UC, apenas durante un mes a mediados de 2015. Con esto la película de Pereira reabre la pregunta por los lugares y las maneras de exhibición, lo que conduce también a otras: cuál sería su público y qué manera de relacionarse deberían tener con este tipo de cine, al que podríamos llamar anómalo y en el que el sufijo de autor habla más de una libertad que de una pose particular.
Nota comentarista: 7/10
Título original: Los iluminados. Dirección: Sebastián Pereira. Guión: Sebastián Pereira. Fotografía: Nicolás Ugarte. Montaje: Sebastián Pereira. Sonido: Andrés Fuentealba. Reparto: Felipe Campero, Rafael Maldonado, Lucas Claude, María Pía Salas, Juan Mateo O’Brien, Mariana Pavissich, Claudio Gutiérrez, Joaquín Massardo, Clemente Matte, Benjamín Ceppi, Constanza Sepúlveda, Fernanda Núñez, Guillermo Alfaro, Luz María Peña Burga, Ñusta Janet Maldonado Peña, María Raquel Garrido, Rocío Toscano. País: Chile. Año: 2015. Duración: 80 min.