Los Castores (2/3): El avance de una amalgama de los estilos
Los Castores es la historia de una pareja biólogos (Derek y Giorgia) que recorren Tierra del Fuego con el objetivo de estudiar y luchar contra la plaga de castores que arrasa la zona. Las consecuencias de esta invasión son demoledoras, una enorme amenaza que llega a superar a las devastaciones de termoeléctricas, incendios y mineras juntas. Ahora bien, éste es sólo el argumento superficial, porque lo que nos interesa destacar es más bien el particular estilo, o, mejor dicho, la variedad de estilos con que los directores tejen en su relato.
Y es que si bien a primera vista el argumento del film de los jóvenes directores Nicolás Molina y Antonio Luco nos sugiere encasillarlo en un documental de denuncia, enseguida notamos que se trata de una amalgama de géneros y registros por demás sugerentes y empáticos con el espectador. Así el film mezcla los géneros de la ciencia ficción, el terror y el suspenso, en estilos que nos aluden a los escenarios post-apocalipticos de algunas series de zombies, el juego híbrido de ficción y documental de The Blair Witch Project, los personajes anómalos de Herzog; e incluso también algunas escenas que registran las transformaciones de la vida urbana con sus topadoras e instalaciones eléctricas que recuerdan también a esos ritmos artificiales del nuevo cine latinoamericano.
Las estampas del comienzo, la banda sonora y hasta la tipografía de los créditos y los carteles del inicio nos introducen en el género de la ciencia ficción o el terror “clase B”. Por otra parte la estrategia de visibilización del “depredador” sigue, de forma muy efectiva, la “receta tradicional” de los filmes de terror psicológico. La primera mitad del film observamos sólo las huellas indiciales de este intruso -como lo llaman muchos lugareños-, los troncos mordidos, los diques desviados, se trata de seres esquivos que “solo actúan por la noche”. Luego vendrán los juegos de ocultamiento, un castor debajo de la tierra, en un hueco que nunca se asoma y que sortea las trampas y las balas de Derek. Finalmente la imagen del castor se hará presente, pero a través del registro de una cámara “Stealth” (cámara de caza nocturna). El formato de este registro nos ofrece una primera imagen de la plaga: sombría, pero atrapante.
Sin embargo el clima de suspenso no llega a invadirlo todo, estas imágenes van montadas también con escenas cotidianas donde los biólogos cantan, manejan, tocan la guitarra, cocinan y se hablan con ternura y alegría. Así se produce una dosificación de las miradas sobre los “depredadores”, mezclando un cierto humor, ternura y misterio que también nos habla de las contradicciones existentes entre la naturaleza y la humanidad. Son quizás estas escenas, donde se juntan estás emociones contradictorias, las que más destacan en el film, como la de la autopsia al castor o la escena del banquete final.
Así, Los Castores es antes que nada una película fresca, que abre el campo del cine, una película que reutiliza géneros y estilos de forma lúdica y efectiva. Una película que concibe al cine como una práctica más allá de sus tradicionales esteticismos y funciones sociales, políticas. Que nos invita a reflexionar no desde la distancia crítica, sino desde la empatía de una multiplicidad de estilos que el espectador contemporáneo identifica, comparte, y lo llevan a adentrarse y comprometerse en el relato.
Laura Lattanzi
Nota comentarista: 8.5/10
Nota promedio del sitio: 8.5/10
Título: Los Castores. Dirección: Nicolás Molina, Antonio Luco. Guión: Pablo Núñez, Nicolás Molina, Antonio Luco. Fotografía: Nicolás Molina. Montaje: Camila Mercadal, Valeria Hernández. Sonido: Roberto Espinoza, Roberto Collío. País: Chile. Año: 2014. Duración: 68 mins.