Logan (1): El fin de un camino
A diferencia de otras producciones de la ya atiborrada industria de superhéroes, Logan llegó a estrenarse sin la parafernalia de otras películas de este tipo, que se anuncian con meses de antelación, con varios tráilers rondando por todas partes y creando una alta expectativa mediática, la cual recién fue tomando fuerza cuando la película se estrenó y la crítica empezó a hablar de ella. De ahí en más, la impresión y sorpresa fue mayúscula porque el filme, si bien podía ser excelente al ser comparado con X-Men: Días de futuro pasado, al fin y al cabo termina por persuadir de estar asistiendo a una de las mejores entregas de su género, incluso más significativa que The Dark Knight de Christopher Nolan.
¿Qué es lo que hace diferente a Logan de otras películas de superhéroes? En una primera instancia la respuesta puede ser obvia, ya que el camino del personaje se termina, y existe la idea del cierre. Pero lo interesante es la propuesta, y cómo se plantea este final: Logan es un película dura, con una estética sucia y por sobre todo realista y violenta; porque sin duda este pudo seguir otro camino y tener un tono totalmente diferente. Cuando empecé a escuchar los primeros comentarios sobre el tono crepuscular y las claras referencias al mismísimo Clint Eastwood realmente me sorprendí, creyendo que la referencia era mucho más superficial de lo que efectivamente era. Incluso dadas la forma y la estética con que se ha ido construyendo el imaginario de los superhéroes a través de los años esta idea crepuscular pudo no haber sido tan coherente y perfecta como terminó siendo, de ahí en más Logan mira al pasado para construir una de las más emocionantes aventuras de los últimos años.
Logan es muchas cosas. Emocionante, nostálgica, y violenta, pero por sobre todo es el final de un camino, no solo de los personajes que llegan al límite de su cuerpo, de sus capacidades, y más aún dispuestos al sacrificio. Porque la película, si bien claramente tiene como referencia al western y a esos héroes cansados que vimos personificados en John Wayne o en el propio Eastwood, esta logra conformar una identidad propia que va más allá de ese género y marca una clara diferencia con casi todas las películas de este otro género, el de superhéroes, y creo que eso es lo más difícil en el cine. Teniendo en cuenta que todo buen director o película nace con claros referentes de otros sitiales, tomar esas referencias y lograr que todas esas alusiones formen un todo coherente y no un pastiche sin sentido, conforman el gran logro de James Mangold.
Las referencias son obvias y diversas críticas aluden a varios westerns, como Los imperdonables (Clint Eastwood, 1992) o Más corazón que odio (John Ford, 1956), pero para mí la conexión más importante es una de las películas más subvaloradas de Eastwood. Se trata de Un mundo perfecto (1993), un road movie donde un convicto, sin planificarlo, rapta a un niño, luego escaparan juntos de la policía que los persigue y forjaran una amistad que terminará por llenar el vacío dejado por el abandono de sus padres. En Logan también hay una búsqueda muy parecida y la huida constituye el principal motor de la historia, pero lo más importante es la relación que establece el personaje de Laura -una niña-, tanto con Charles Xavier como con Logan, siendo el lazo con este último aún más importante, ya que durante el recorrido él no solo la tiene que proteger a regañadientes, sino que va descubriendo algo que prácticamente parecía muerto, algo que podríamos llamar amor. Los detalles en este aspecto son lo fundamental, sensaciones o sentimientos expresados en imagen, porque en la relación entre Laura y Logan estos prácticamente no se hablan, pero logran una empatía que termina estructurando su relación de una forma inolvidable. La figuración y significancia de planos de manos y miradas cómplices son fundamentales en este sentido, Laura parece estar buscando con su mirada la protección y la cercanía de sus compañeros, mientras que las manos funcionan como signo de unidad, de encuentro entre los personajes. Detalles y significaciones que implican proximidad, acercamiento, y que marcan una clara diferencia con tantas otras películas de superhéroes, la mayoría de las cuales se fundan en un espectáculo grandilocuente que acaba por olvidarse apenas se sale de la sala de cine.
El resultado final de Logan termina demostrando que una película de este tipo, entendiendo su lógica y procedencia, se puede trabajar con una lógica realista, desde el punto de vista de una puesta en escena y una narración que se aleje totalmente del infantilismo y lo básico de las tramas que conforman gran parte de estas producciones-espectaculo, porque, finalmente, en los X-Men hay un sustrato temático mucho más complejo que lo se aparenta: el racismo, la propia naturaleza humana y su reacción frente a la amenaza, y tantos temas éticos que surgen y se implican mediante estos personajes dados a enfrentar su propia existencia en un entorno hostil que les teme y que es incapaz de entender su naturaleza. Porque Logan es la película más fiel al carácter y alma de los personajes de X-Men, entendiendo que estos siempre estuvieron condenados al miedo y la violencia humana, y que para los mutantes nunca hubo un final feliz o esperanzador, de ahí que las palabras del Profesor X en su lecho de muerte fueran tan profundas y emocionantes, un momento, un segundo de felicidad antes de que todo terminara.
Y porque si la intención es construir un personaje y una historia donde el cansancio y la decadencia es la idea principal, no queda otra opción que mirar al western, el gran referente tal vez el más importante; incluso alguna vez Eastwood dijo en un documental de Scorsese que el western era el único arte propiamente norteamericano.
Nota comentarista: 9/10
Título original: Logan. Dirección: James Mangold. Guión: Scott Frank, James Mangold, Michael Green. Fotografía: John Mathieson. Reparto: Hugh Jackman, Patrick Stewart, Dafne Keen, Boyd Holbrook, Stephen Merchant, Elizabeth Rodriguez, Richard E. Grant, Doris Morgado, Han Soto, Julia Holt, Elise Neal, Al Coronel. País: Estados Unidos. Año: 2017. Duración: 135 min.