La hija oscura: Maternidad ambivalente

Mientras otros trabajos abordan los aspectos negativos de la maternidad desde la exageración y la caricatura, esta cinta evita recurrir a la locura y a la maldad para explicar lo que pasa con la protagonista. No hay respuestas definitivas sobre las motivaciones de Leda, que puede estar actuando por impulsos tan diversos como el tedio o incluso los rasgos sociopáticos. Lo cierto es que se trata de un personaje que transgrede los roles de género, que no cumple con las expectativas que se espera de quienes son madres.

El comienzo de La hija oscura (The Lost Daughter) augura un futuro sombrío para su protagonista. La escena, con la cual el relato adopta una estructura in extrema res, muestra al personaje interpretado por Olivia Colman en una playa de noche, tambaleándose hacia el mar, con una herida en el estómago y desmayándose en la orilla. Es un contraste notorio con las secuencias siguientes, donde la mujer acaba de llegar a la costa de Grecia para disfrutar sus vacaciones en un soleado pueblo. Con ese aviso de lo que ocurrirá, esta adaptación de la novela homónima de Elena Ferrante a cargo de Maggie Gyllenhaal instala una sensación de inquietud que se extiende durante todo el metraje, en anticipación a un hecho que sabemos será inevitable.

La protagonista es Leda Caruso, una profesora de literatura que arrendó un departamento en la costa para pasar las vacaciones. Lo que parecía una estadía tranquila y solitaria, en la que aprovecharía de avanzar su trabajo académico, es interrumpido por la llegada de una ruidosa familia a la playa que frecuenta. La presencia disruptiva del grupo es suficiente para incomodar a la mujer, pero uno de los integrantes llama su atención: Nina (Dakota Johnson), una joven madre que está acompañada de su hija pequeña. Hay algo en ellas que cautiva a Leda, al punto de revivir unos recuerdos de su propia experiencia como madre, pero lo que es presentado como simple curiosidad no tarda en revelar unos pensamientos más oscuros en su mente.

A través de unos flashbacks, la obra nos muestra la vida de Leda unos veinte años atrás (interpretada por la actriz Jessie Buckley), cuando debía equilibrar una promisoria carrera intelectual con las obligaciones de la maternidad. Presente y pasado dialogan a lo largo de la película, como si los recuerdos de la protagonista fuesen el eco de lo que está observando ahora en el caso de Nina. La narración en primera persona del libro de Ferrante es reemplazada por las imágenes y las actuaciones, algo que le da una mayor ambigüedad a la adaptación, porque no necesariamente los diálogos reflejan lo que cada personaje piensa realmente. Por lo mismo, no todas las interpretaciones sobre lo que ocurre durante la historia serán las mismas, en especial la relación que surge entre Leda y Nina.

Gracias a los códigos que toma prestados del thriller, la obra le va dando forma a una atmósfera opresiva, con una tensión que surge de manera subterránea, desde las entrañas del relato. A simple vista, la trama gira en torno a situaciones más o menos aterrizadas, dentro del terreno de lo plausible, pero prevalece la impresión de que hay un peligro oculto. Una fuente con frutas podridas, la aparición de una cigarra, la luz de un faro, son señales de que algo siniestro se acerca. El recuerdo de la escena introductoria nos advierte que la amenaza puede estar a la vuelta de cada esquina, y a medida que la historia avanza vemos ciertos destellos de esa posibilidad, como la hostilidad que Leda provoca en algunos miembros de la familia de Nina, cuyas ocupaciones son tan desconocidas como sospechosas. Sin embargo, no es en los otros personajes donde se encuentra la dimensión más enigmática de la cinta, sino que en la misma protagonista.

Así como Distancia de rescate (2021) de Claudia Llosa, otra película de Netflix estrenada el mismo año, La hija oscura explora la maternidad desde una perspectiva poco habitual, incluso tabú. En términos sociales y culturales, ser madre es visto casi como una bendición, y el instinto materno como una consecuencia natural de tener hijos, por lo que mostrar posturas distintas a esa visión corre el riesgo de ser reprochado. La novela de Ferrante, al igual que el guion adaptado por Gyllenhaal, se atreve a abordar la ambivalencia que a veces puede surgir de la maternidad, con sentimientos como el remordimiento, la culpa, la frustración, el cansancio y hasta la crueldad, en una obra que no vacila frente a esas ideas complejas.

Mientras otros trabajos abordan los aspectos negativos de la maternidad desde la exageración y la caricatura, esta cinta evita recurrir a la locura y a la maldad para explicar lo que pasa con la protagonista. No hay respuestas definitivas sobre las motivaciones de Leda, que puede estar actuando por impulsos tan diversos como el tedio o incluso los rasgos sociopáticos. Lo cierto es que se trata de un personaje que transgrede los roles de género, que no cumple con las expectativas que se espera de quienes son madres. Un tema recurrente en la película es el de los padres ausentes, que dejan la crianza casi exclusivamente en manos de las mujeres, ya que así ha funcionado tradicionalmente; pero basta con invertir esa dinámica para crear una fisura profunda.

La hija oscura es el largometraje debut de Gyllenhaal como directora y guionista, una labor que, debido a su experiencia actoral, aborda con especial atención por aquello que no siempre se dice en palabras. Una parte fundamental de la película está dada por las interacciones de los personajes, donde las convenciones sociales, los prejuicios, las insinuaciones y el lenguaje corporal complementan lo expresado en voz alta. El comportamiento de Leda, por ejemplo, posee una actitud muy franca, a ratos áspera y cortante, lo que puede descolocar a algunas personas, mientras que en otras ocasiones resulta difícil descifrar cuál es su verdadera intención. La película no utiliza situaciones desmesuradas para construir los conflictos, sino estos elementos más meticulosos, que sin la necesidad de lo aparatoso se sienten igual de efectivos.

Si bien podía haber elegido proyectos más sencillos, Gyllenhaal prefirió el desafío de adaptar un material como este. Además de los elementos ligados al suspenso, que no son fáciles de ejecutar, el relato tenía la complejidad de representar temas espinosos, algo que logra escapando de las lecturas moralistas y simplificadoras. Ante una cinefilia que tiende a ablandarse y espera que las historias les entreguen protagonistas con los que se puedan identificar, este largometraje presenta un planteamiento menos cómodo y por lo tanto de mayor resonancia.

 

Título original: The Lost Daughter. Dirección: Maggie Gyllenhaal. Guion: Maggie Gyllenhaal. Novela: Elena Ferrante. Fotografía: Hélène Louvart. Reparto: Olivia Colman, Jessie Buckley, Ed Harris, Dakota Johnson, Peter Sarsgaard, Paul Mescal, Oliver Jackson-Cohen, Dagmara Dominczyk, Alba Rohrwacher. País: Estados Unidos. Año: 2021. Duración: 121 min.