Huesera: Horror corporal que gesta un discurso feminista

Entonces uno se pregunta cuán genuino es su anhelo:¿por qué realiza esfuerzos insólitos para convertirse en madre? Su familia la presiona, pero no de forma sustancial. Su marido la apoya en un intento de hacerla feliz, no de someterla a una agenda personal. Los pasajes domésticos del principio albergan el quid de la cuestión: esta mujer aspira a una vida marital perfecta y una cocina chillona no es suficiente. Necesita, además, tener un bebé.

Qué meritorio ver a directores abrazar las tradiciones y creencias de su país al hacer cine de género y, en especial, si se trata de una ópera prima de horror corporal. Tal es el caso de la azteca Michelle Garza Cervera con Huesera (2022), coproducción peruano-mexicana sobre un embarazo maldito, la que nos remite a cintas emblemáticas del cine de terror y, al mismo tiempo, ostenta una idiosincrasia cautivadora y, desde luego, espeluznante.

En la primera escena, de una visualidad reminiscente de Ari Aster, conocemos a Valeria (Natalia Solián), nuestra heroína, mientras sube cientos de escalones hacia un monumento dorado y colosal de la Virgen de Guadalupe, ubicado en los montes boscosos de El Ahuehuete, Ocuilan, en México. Al llegar a los pies de la gigantesca estatua, realiza una especie de manda.

De regreso en Ciudad de México, la vemos intentando concebir con su marido, Raúl (un carismático Alfonso Dosal); ella rebosa de confianza en el procedimiento. Viven en un departamento de espacios limpios y cálidos, como si cada mueble estuviera recién colocado para la cámara. Me gusta creer que el colorido saturado de la cocina sugiere la artificialidad de una comedia de Almodóvar, y que Garza Cervera alude al mejor cineasta gay del cine iberoamericano para establecer un trasfondo queer, que se irá desarrollando a lo largo del metraje.

Los colores vivos también guardan una innegable relación con México en sí, cuyos artistas son notorios por su magistral uso del color. Por otra parte, el guion (coescrito por la directora y Abia Castillo) rescata el folclor sobrenatural del país. El estilo de la historia y hasta de la fotografía urbanaoscila entre lo gótico y lo pintoresco; la personalidad del filme es inconfundible y anticipa el horror que se desencadena una vez cumplido el objetivo de Valeria.

De súbito, comienza a tener visiones perturbadoras de gente con fracturas expuestas. Encima, ella misma truena sus dedos con frecuencia y las vértebras en su espalda se asoman por su piel más de lo normal. ¿Habrá una fuerza maligna que la atormenta o serán las visiones un desvarío? Quizá las transformaciones físicas que conlleva el embarazo estén desajustando su mente a tal punto, que la destrucción absoluta de su cuerpo, por abstracto que suene, sea una posibilidad lógica para ella.

Entonces uno se pregunta cuán genuino es su anhelo:¿por qué realiza esfuerzos insólitos para convertirse en madre? Su familia la presiona, pero no de forma sustancial. Su marido la apoya en un intento de hacerla feliz, no de someterla a una agenda personal. Los pasajes domésticos del principio albergan el quid de la cuestión: esta mujer aspira a una vida marital perfecta y una cocina chillona no es suficiente. Necesita, además, tener un bebé.

Solián entrega una excelente interpretación. Sus ojos grandes expresan un amplio rango emocional, desde la suma ilusión a una profunda vulnerabilidad, como buscando adelantarse a supuestas amenazas a su alrededor, y el semblante fatigado de su personaje revela heridas y carencias aún no resueltas.

Pronto es evidente que su maternidad es una sustitución de otro nacimiento, el de la verdadera Valeria, a quien nadie conoce y le cuesta tanto salir a la luz, que sólo puede manifestarse con violencia, afectando a todo su entorno familiar.

La exploración del mundo interior femenino es tan preponderante como la atmósfera macabra. Garza Cervera no disimula su compromiso con el feminismo; incluso los cargos principales de su equipo técnico los ocupan mujeres, lo que es admirable. Y aunque el énfasis en el discurso político a veces impide que el terror fluya, esta mezcla es eficiente en llevar al espectador a cuestionar el papel de una madre en la sociedad y, en general, de una mujer. Así, lo raro de la historia se vuelve poético.

El gesto más original de la película, finalmente, es la provocación, pues infunde el mayor miedo a través de la oposición de ideas, como sumisión y liberación, familias y pandillas, parto y muerte, hombres y mujeres.
 

Título original: Huesera. Dirección: Michelle Garza Cervera. Guion: Michelle Garza Cervera y Abia Castillo Producción: Edher Campos y Paulina Villavicencio. Elenco: Natalia Solián, Alfonso Dosal, Mayra Batalla, Mercedes Hernández, Sonia Couoh, Aida López. Fotografía: Nur Rubio Sherwell. Montaje: Adriana Martínez. País: México, Perú. Año: 2022. Duración: 97 minutos. Idioma: Español