Guasón (2): Empatía, horror y belleza

Cualquier análisis sobre este film estaría incompleto si no se profundiza en el aspecto ideológico. Y aquí debo separarme de los comentarios que ven a Guasón como una película anarquista o anticapitalista. Efectivamente, se resalta la lucha de clases constantemente, tanto en la figura de los oprimidos como en la de Thomas Wayne encarnando una clase alta que trata al resto como “payasos”, pero no hay ninguna propuesta que lo desligue del capitalismo, hay desórdenes sociales y vandalismo, más no un discurso anarquista ni nada por el estilo.

Pareciera que hay tres tipos de audiencias tras ver Guasón, de Todd Phillips: los que la consideran una obra maestra, los que no conectan con el personaje o, como varias columnas de opinión nacionales, quienes de frentón la califican como una mala película.

Si bien todas estas posturas son respetables y más que debatibles, creo no estar de acuerdo con ninguna de ellas. No hay que confundirse, Guasón es uno de los grandes largometrajes del año y posiblemente trascienda en el tiempo, tanto por sus cualidades audiovisuales como por los elementos extra cinematográficos que se encuentran a su alrededor, pero tampoco se trata de la cúspide del séptimo arte ni mucho menos.

En el film, Phillips (quien además de director, ofició como co-guionista) nos muestra la tormentosa vida de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un payaso que aspira a ser comediante de stand-up comedy en una Ciudad Gótica ambientada a principios de los 80. La premisa es bastante simple: el viaje del “héroe” en el que se transforma desde un sujeto A en un sujeto B. Sin embargo, hay elementos claves que saltan a la vista.

El primero, y quizás uno de los más externos a la película, pero no por eso menos importante, es cuando se analiza la figura de Fleck. Aquí no hay espacio a otra lectura, el Guasón no es un antihéroe ni, mucho menos, un héroe. Es un villano y la película lo deja más que claro con numerosas acciones y diálogos, donde probablemente el más importante es cuando Murray Franklin (Robert De Niro) le enrostra su accionar tras confesar sus crímenes, en una escena que mezcla El rey de la comedia (Martin Scorsese, 1983) con Network (Sidney Lumet, 1976), sin quedar muy claro si es un tributo o simplemente una copia.

Por otro lado, da para mucho el pensar sobre si Arthur Fleck cambió realmente tras los hechos que acontecen en la película o si el asesino siempre estuvo allí dormido por el cóctel de pastillas que debía tomar para mantener a raya su enfermedad. Lo que nos lleva al, probablemente, punto más alto del largometraje, que es la deslumbrante y sobrecogedora actuación de Phoenix.

Además de su notorio cambio físico (para el cual bajó 23 kilos), el actor logró compenetrarse tan bien con su personaje que algunas escenas de cuando baila son fruto casi exclusivo de su habilidad y estudio. Es cierto, también brilla de forma omnipresente durante las dos horas de película porque el foco está centrado casi exclusivamente en él, pero esto no le quita mérito a su gran actuación.

Sin dudas la escena que mejor representa esto es cuando, después de matar a tres hombres de negocio que acosaban a una mujer, en un estado de catarsis baila al compás de la también genial musicalización de Hildur Guðnadóttir (compositora de Chernobyl), quien, dicho sea de paso, hace un gran trabajo para transformar en música los psicóticos estados de ánimo del Guasón, así como de infundir miedo con sus hermosas y terroríficas cuerdas. Las dos veces que ví la película en el cine se me puso la piel de gallina con esta escena, porque la perfecta sincronía que se logra entre fotografía, musicalización y actuación es simplemente estremecedora y terrible, pero también bella.

Si hubiera que definir el papel secundario más relevante, antes que De Niro, estaría la ciudad misma. Podría tratarse de cualquier gran urbe del mundo, incluida Santiago, donde cada vez se ve y se siente la segregación de forma física y geográfica. La decadencia social y personal se personifican de una interesante manera en la figura de Ciudad Gótica, donde la basura acumulada y la escalera cercana al hogar de Arthur Fleck representan la vida misma del protagonista. De hecho, previo a la transformación final, cada vez que vemos al personaje de Phoenix relacionándose con esta última lo vemos subiendo cuesta arriba, sin embargo, cuando asume y abraza su nuevo yo, es el único momento en que se muestra al Guasón bajándola y bailando al ritmo de Rock and Roll Part 2, elección cuestionable, pero con sentido si contextualizamos con que el autor de la canción, Gary Glitter, está condenado desde 2015 por abusar sexualmente de tres niñas.

Pero no todo puede ser flores. El talón de Aquiles de Guasón reside en un aspecto del guión que, pese a lograr que empaticemos con un sociópata asesino con la cara pintada, cae constantemente en ideas poco originales y cada vez que se acerca al canon de Batman parece burdo e innecesario. Esto último también pasa en series como Legión (2017), donde la trama se sostiene por sí misma, sin necesidad de incluir aspectos superheroicos, y cuando lo hacen se siente fuera de lugar.

Eso sí, el elemento más cuestionable a nivel del guión es el plot twist sobre las cosas que Fleck se imagina, como lo es su relación con Sophie Dumond (Zazie Beetz). Además de ser un recurso muy ocupado en el pasado, y que de hecho el mismo Phillips utiliza de cierta forma en Qué pasó ayer (2009), donde no lo usó solo una vez, sino en las tres entregas de la saga, da la sensación de que no era necesaria su aplicación para justificar aún más su transformación hacia el Guasón.

Pero cualquier análisis, especialmente sobre este film, estaría incompleto si no se profundiza en el aspecto ideológico sobre el que Phillips se lanza. Y aquí debo separarme de los comentarios que ven a Guasón como una película anarquista o anticapitalista. Efectivamente, se resalta la lucha de clases constantemente, tanto en la figura de los oprimidos como en la de Thomas Wayne (Brett Cullen), encarnando una clase alta que trata al resto como “payasos”, pero no hay ninguna propuesta que lo desligue del capitalismo. En la película hay desórdenes sociales y vandalismo, más no un discurso anarquista ni nada por el estilo.

También hay un interesante uso de la violencia como recurso de impacto, lo que, en la “sociedad del espectáculo”, como dice Susan Sontag, toma un interesante cariz. No es que Guasón se salga del modelo del espectáculo ni mucho menos, de hecho es parte del él. Sin embargo, en un medio en que la violencia y la muerte se banalizan constantemente -donde el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) juega un rol clave-, ver algo que viene desde el mismo “subgénero” pero con un tratamiento completamente distinto es, al menos, rescatable. Se agradece la propuesta cinematográfica fuera del mundo de los universos cohesionados, tanto de Marvel como DC, y de hecho este último ni siquiera aparece en los créditos iniciales de la película, por lo que es refrescante ver un film fuera del ultra repetido molde que tantas veces hemos visto en los últimos años.

Es difícil no empatizar con Fleck. Abusado física y sexualmente, con una madre perturbada, además de sus problemas para socializar y su enfermedad. Esto no justifica de ninguna manera sus actos, pero si nos interpela como sociedad sobre qué grado de culpa tenemos en la propagación de casos así, limitándonos a condenar los actos sin asumir nuestra responsabilidad como sujetos discriminadores.

Se puede amar u odiar Guasón, pero sin lugar a dudas es algo que hay que ver, ya que, al igual que Logan (James Mangold, 2017), el personaje encarnado por Joaquin Phoenix habla más de nuestro pasado y presente que de un legendario lugar habitado por un murciélago gigante. Quizás es posible un cine de superhéroes con contenido, y contenido de calidad. Spider-Man: Un nuevo universo (Bob Persichetti, Peter Ramsey, Rodney Rothman, 2018), la ya mencionada Logan, y ahora Guasón son prueba de aquello.

 

Título original: Joker. Dirección: Todd Phillips. Guion: Todd Phillips, Scott Silver. Fotografía: Lawrence Sher. Montaje: Jeff Groth. Música: Hildur Guðnadóttir. Reparto: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz, Frances Conroy, Brett Cullen, Bill Camp, Shea Whigham, Dante Pereira-Olson, Douglas Hodge, Jolie Chan, Bryan Callen, Brian Tyree Henry, Mary Kate Malat, Glenn Fleshler, Marc Maron, Josh Pais, Leigh Gill, Adrienne Lovette, Sharon Washington, Mandela Bellamy. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 122 min.