El cuaderno negro: Épicas de alcoba

 

La centralidad del concepto autoral en el ejercicio crítico es prácticamente ineludible. La herencia francesa (y su posterior reformulación estadounidense) parecen ser el punto de partida previsible para hablar sobre la nueva obra de cualquier director con una trayectoria reconocida. La autoría puede, en el mejor de los casos, funcionar como una especie de brújula teórica para leer de entrada una obra, pero también puede convertirse en una herramienta de análisis cómodo, una simple enumeración de gestos repetidos que nos salvan de pensar en conexiones más audaces. Como decía Godard, el tema es que pusimos el acento en la parte de los “autores”, ignorando la parte de la “política” en la ecuación.

Por otro lado, desde acá, afirmarse en la autoría puede ser un método para relevar figuras. Si bien el concepto de autoría se originó para repensar el canon hollywoodense y europeo, posteriormente sirvió también para defender cinematografías “periféricas”. Por lo mismo, pensar una película de Valeria Sarmiento desde la perspectiva autoral puede ser una manera de poner la atención sobre una filmografía relegada. Si todavía se puede notar una odiosa insistencia en comparar sus películas con las de Raúl Ruiz, analizar a Sarmiento desde la autoría puede ser una forma de esquivar ese discurso y reclamar el lugar de su cine.

Ahora, a pesar de mantener esa intención, el acceso a su obra se convierte en un obstáculo para asumir esta perspectiva. En el caso de Sarmiento, algunas películas gozan de un sustento académico importante, pero de escasa difusión y posibilidades de acceso. Para quienes nos interesa la obra de la directora, existe una especie de autoría “imaginaria” constituida a través de lecturas y análisis, más las pocas películas que hayamos visto.

En el caso de El cuaderno negro, su más reciente película, queda el deseo inconcluso de poder pensarla en relación a los filmes anteriores. Si bien uno puede “conocer” su trabajo con el melodrama a través de las lecturas mencionadas, me queda la inquietud de cómo vería esta película si hubiese visto sus trabajos previos dentro del género. Incluso la táctica de ingresar a la película través de una estrategia “anti-autoral” se vería condicionada por las lecturas anteriores. Por lo mismo, ¿es El cuaderno negro una reformulación del melodrama trabajado por Sarmiento con anterioridad? ¿Qué elementos cambian al tratarse de una película realizada en Europa? ¿Qué relaciones directas hay con un clásico no-visto como Amelia Lopes O’Neill (1991) o Nuestro matrimonio (1985)?

El cuaderno negro es una adaptación de El libro negro del Padre Dinis (1855), novela de Camilo Castelo Branco, adaptada por Carlos Saboga, y encontrada recientemente por la directora al ordenar algunos archivos de Ruiz. Una especie de precuela de la historia de Misterios de Lisboa (Raúl Ruiz, 2010), la película inicia en el momento en que un pequeño huérfano es entregado al cuidado del marqués Lusault (Neils Schneider), quien se va a vivir junto al niño y su criada Laura (Lou de Laâge). En el preámbulo de la revolución francesa, Laura empezará a hacerse cargo del niño frente a la indiferencia del marqués, mientras aparecen misteriosos personajes a su acecho. Tanto Laura como el pequeño deberán enfrentar el hecho de tener un origen incierto.

Le_cahier_noir

Se trata de una historia que reúne superlativamente los elementos del folletín literario melodramático; hay duelos de espada, dramáticos lechos de muerte, filiaciones secretas y cuadernos secretos. A pesar de este formato tradicional de época, Sarmiento acumula tantos elementos de aquella tradición literaria, que la película pareciera más bien una lectura desmesurada de las traiciones y mentiras del drama de tipo shakesperiano.

Un poco como en Meek’s Cutoff (Kelly Reichardt, 2011) o en Maria Graham (Sarmiento, 2014), la focalización en un personaje femenino, la criada en este caso, hacen que la película preste la misma atención a los elementos de su vida privada que a los momentos más históricamente estelares. La breve aparición de Napoleón, por ejemplo, queda en segundo plano frente al descubrimiento del origen familiar de Laura. Es como si la película decidiera voltear la cámara, dándole la espalda a los nudos dramáticos por los que el cine normalmente se preocuparía.

En contraposición a esta apuesta por lo mínimo, El cuaderno negro enseña valores de producción que se ajustan a lo que se podría esperar del drama de época europeo. Si en Maria Graham el uso de fondos en chroma key le daba un sentido de irrealidad a la recreación histórica, en esta película el aspecto de época se siente más ajustado, y ciertamente más europeo. La apuesta por cierta elegancia formal se nota, en primer lugar, en los objetos y vestuario de época, pero también por un cuidado uso del dolly y las coreografías de cámara. La influencia de un tipo particular de cine clásico se encuentra en el caso de los calculados planos secuencia, más cercanos a la perfección de Max Ophüls que a la exuberancia de alguien contemporáneo como Emmanuel Lubezki.

Por lo mismo, quizás por falta de claves autorales, me cuesta pensar qué tipo de juego está planteando Sarmiento al combinar estos elementos. Por momentos, pareciera ser una apuesta por la acumulación, una forma de relato histórico que recorre varios de los tropos del drama de época, pero narrados oblicuamente. Por otros, pareciera acomodarse demasiado a las expectativas de la qualité francesa, tradición que se revitaliza cada tanto a partir de guiones funcionales y puestas en escena elegantes. Aun así, el plano final logra emular las elevaciones de cámara de Ophüls con la precisión suficiente para demostrar que a Sarmiento no le interesa del todo encajar en esa comodidad.

 

Nota comentarista: 6/10

Título original: Le cahier noir. Dirección: Valeria Sarmiento. Guion: Carlos Saboga. Fotografía: Acácio de Almeida. Reparto: Lou de Laâge, Neils Schneider, Stanislas Merhar, Jenna Thiam, Victória Guerra, Joana Ribeiro. País: Francia. Año: 2018. Duración: 103 min