Dos de las caras de Ted Bundy: “Extremly Wicked, Shockingly Evil and Vile” y “Conversations with a Killer: The Ted Bundy Tapes” de Joe Berlinger
Me parece excelente el arrojo y el experimento que hace Berlinger, al tratar un mismo tema en dos formatos distintos, pero también en dos posiciones casi opuestas, en una se tiene toda la información y en otra, la cercanía del personaje/narrador la hace ignorante de la totalidad del relato.
Piensa en una sala de cine vacía, está oscura, a la espera de que el proyector inunde de luz los ojos, de los que poco a poco van colmando las butacas. Esa imagen es recuerdo y es fantasía a la vez. Está construida por la memoria, pero está completada por nuestro deseo. Ruiz nos da un ejemplo perfecto en el primer tomo de su Poética, al contar la historia de un maestro pintor que toma un fragmento muy pequeño de un cuadro y multiplica en 100 su tamaño, haciendo su propia versión de esa porción. En cada uno de esos cuadros, iba agregando algo de detalle que no estaba, “perfeccionándolo” de cierta manera. Al morir el maestro, habiendo pintado todo el cuadro en su versión ampliada, los discípulos intentan unificar los cuadros, buscando ver la gran obra terminada. Pero esta no se logra, al tener cada una más detalle, todo se corría y generaba una versión “cubista” del original. Algo de ficción quedaba en ese peaje del ojo a la brocha, algo de narrativa. Y la excelente serie documental sobre el asesino serial Ted Bundy, como también, la dudosa versión dramatizada del mismo caso policial, el mismo año y sí, el mismo director, el gran Joe Berlinger, nos abren el campo para hablar sobre los conceptos de documental, ficción e historia.
Primero entremos en contexto y sepamos cuales son las piezas básicas de este puzzle a considerar: Ted Bundy es un personaje increíblemente interesante, se trata de un asesino serial que aterrorizó a Estados Unidos durante los 70s y 80s, desde la vereda de un psicópata sediento y también, por otro lado, en la de un diablo carismático que pregonaba su inocencia, con estudios en leyes y sociología, un personaje más de TV creado por y para la cultura norteamericana, otro monstruo de Frankenstein. Formó parte activa de campañas políticas, la iglesia mormona, universidades y como no, del juicio más televisado hasta esa época en el mundo. Bundy no tenía dos caras, tenía muchísimas. Fue capaz de contarse un cuento de si mismo, en el umbral del delirio, de armar un show y un circo, en el que él era el perverso narrador principal.
Dejando un camino de tristeza y muerte, su historia es un ejemplo perfecto de la trampa del lenguaje. De cómo la palabra puede ser una llave que abre mil puerta o puede ser la asesina de la cosa o incluso, el origen de la locura misma, que tanto “nos” aterra. Bundy se contó una historia durante años, una de inocencia, de pureza, de alegría y éxito. Por eso, el documental de Netflix Las Cintas de Ted Bundy (2019), logra dar en el punto exacto en el que relato y forma, se unen. Al ser los casetes de las entrevistas al mismísimo Bundy, la fuente principal de información que la película utiliza, nos pone de inmediato en una perspectiva 0 objetiva, la misma que les sirvió de método a los periodistas para quebrar las barreras que el acusado les ponía. Al principio no lograban encontrar ninguna forma de entrar en la mente de Bundy. Cuando supieron dos cosas: la primera, que Bundy es un narcisista que amaba ser escuchado y tomado como una fuente experta; la segunda, la parte visible de su patología, estaba en como él se contaba a si mismo, como se narraba. Sabían cuál era la llave. Ted debía hablar de los crímenes en tercera persona, como hablaría un psicólogo, un abogado o cualquiera de los personajes, que intentó adoptar durante su vida. Ahí estaba el verdadero testigo.
También es en ese terreno en el que el director Joe Berlinger hace una apuesta de investigación. Lleva adelante el proyecto citado en el párrafo anterior, de “Documental de crimen real” , formato que ha ayudado a dar forma, con alguno de sus títulos más importantes, tales como la brutal y descorazonadora saga de Paradise Lost (1996-2011) o la investigación cinematográfica definitiva del caso Clutter, que tanto le obsesionó a Capote, Cold Blooded: The Clutter Family Murders (2017); con resultados notables. En especial al poner en el centro de la tensión, eso que Hitchcock llamaba Suspense, la niebla más fundamental que cubre al personaje: ¿Será siquiera Ted Bundy capaz de saber que él es Ted Bundy, el asesino?
La contraparte que viene a sellar el proyecto de Berlinger, es su primera incursión en la ficción, tomando un punto de vista completamente distinto y por lo mismo, ocupando otro material como base informática, en este caso se trata de las memorias de la pareja de Bundy. Es por eso que Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile (2019) (título sacado de una de las frases que el Juez le dedicó a Bundy en su sentencia), toma como prisma, la mirada de una novia que no sabe que creer y más importante aún, los ojos por los que habitamos la historia, son de un personaje que no ha visto ese lado B de su pareja, no tiene ninguna prueba, sino más bien guiada por un mal presentimiento, la película se mueve en esa incredulidad de que si es o no este personaje interpretado, por el “encantador” Zach Efron, el asesino. De seguro el público debería estar preguntándose eso. Con el único pero de que Ted Bundy, sin lugar a dudas debe ser uno de los asesinos seriales más famosos y reconocibles que ha existido. El título tampoco invita a la inocencia. Es por eso que la película dramatizada no funciona. Su móvil (su suspenso) reside en una pregunta que para gran parte del público no tiene relevancia alguna.
Me parece excelente el arrojo y el experimento que hace Berlinger, al tratar un mismo tema en dos formatos distintos, pero también en dos posiciones casi opuestas, en una se tiene toda la información y en otra, la cercanía del personaje/narrador la hace ignorante de la totalidad del relato. Las comparaciones suelen ser tan odiosas como inevitables, pero creo que hay algo más arriesgado y profundo en el tratamiento de este “supuesto” documental, que logra juntar la forma y el fondo en inseparable mixtura. En una de sus escenas, previa a que Ted entre en la dinámica de volverse un narrador, en tercera persona de su relato, el protagonista nos entrega su punto de vista, el cual es fundamental a la hora de entender, porque es tan interesante que este director haya decidido recorrer, ambos caminos: “Ese es el defecto de la historia, el obstáculo que los historiadores deben enfrentar. Creo que somos todos historiadores. Hablar sobre ficción…de eso se trata la historia” T. Bundy.
El documental es un género más bien estético, formal, el cual reconocemos y agrupamos, al igual que el cine de terror o de ciencia ficción. El cine es un arte de formas y estructuras, si la gente de seguro ve películas porque quiere las historias que esos personajes pueden entregar a su imaginario, el proceso en el cual es entregada esa historia es incluso más trascendental en su entendimiento e interpretación de esos hechos. Cassavetes entendió esto y eso le permitió poder ocupar la línea que dividía estas dos formas, para saltar la cuerda. En lo macro, no existe ni Ficción ni Documental, porque todo es Ficción…lo único que realmente existe, en nuestro estrecho campo de visión, que llamamos conocimiento, son las historias que nos contamos, ahí está nuestra cárcel y también nuestro tesoro.
Nota comentarista: 4/10
Título original: Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile. Dirección: Joe Berlinger. Producción: Joe Berlinger. Guion: Michael Werwie. Dirección de Fotografía: Brando Trost. Editor: Josh Schaeffer. Dirección de Arte: Matt Hyland. Reparto: Zac Efron, Lily Collins, John Malkovich, Angela Sarafyan, Kaya Scodelario, Jeffrey Donovan, James Hetfield, Grace Victoria Cox, Kevin McClatchy, Carly Tamborski, William Cross, Jim Parsons, Haley Joel Osment. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 108 min.
Nota comentarista: 8.5/10
Título original: Conversations with a Killer: The Ted Bundy Tapes. Dirección: Joe Berlinger. Guión y creación: Joe Berlinger. Dirección de Fotografía: Adam Stone. Editores: Cy Christiansen, Joshua L. Pearson, Sarah Devorkin. Música: Justin Melland. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 236 min. (60 min. aprox por capítulo).