Anima: Vanguardias revisitadas

Con un nuevo ejemplo de la alzada de Netflix como plataforma streaming  y de estrenos, en lo que ya debería ser norma para medir qualité: películas celebradas por la crítica, autores de prestigio y títulos con un toque rimbombante; el turno llegó para Paul Thomas Anderson. Si bien el corto Anima no es Burning (Lee Chang-dong), Rolling Thunder Revue (Martin Scorsese), The Ballad of Buster Scruggs (Hermanos Coen), ni menos The Other Side of the Wind (Orson Welles) y obedece a una nueva colaboración con Thom Yorke -en su faceta solista, sin Radiohead- no deja de ser ambicioso como presentación, a modo de videoclip extendido, para el último disco de este, al que el corto debe su nombre, con el resultado de 15 minutos para tres canciones seguidas. Colaboran, y no es dato menor, la pareja de Yorke -la bailarina Dajana Roncione- y el coreógrafo Damien Jalet, quien ya hizo su aparición coreografiando la Suspiria de 2018.

El trabajo en sí parece aunar las carreras de los nombres mencionados y poner en común sensibilidades y temas para dar como resultado el producto impecable que Netflix requiere para mantenerse en los primeros lugares de la corriente audiovisual contemporánea. La demanda va en alza y el tiempo es poco, y bien algo como Anima puede ser un bocadillo entre la oferta de películas, viejas, nuevas o estrenos de la plataforma, atracones de Strangers Things, Black Mirror o la serie que esté a uso. Pero algo destaca en la presente colaboración, y que a este escritor le trajo nostalgia de lo que no está en Anima salvo como imagen-rayón virtual en las imágenes danzarinas antigravitacionales del corto.

A lo que me refiero es al espectro de revisiones, homenajes, parodias y citas que el videoclip hizo moneda común en la década del 90 del siglo pasado, década que vio nacer las carreras de Radiohead y Anderson, y que por ahí los debió haber juntado ya que Anderson no es extraño en el territorio de los videos musicales y Yorke ya aparecía en pantallas ajenas -más grandes (cines) u hogareñas (dvd) que las de MTV- con el rockumental “distópico” Meeting People Is Easy (Grant Gee, 1998). Sobre todo pienso que ese “espectro” es tanto relacional, intertextual, como superviviente, fantasmal, “animado”. Ver videos musicales en esos tiempos era perderse en un mar de referentes, montajes y cortes que reciclaban la cultura de masas y algunos grandes nombres del arte y la historia con un toque performativo. La música tenía que saltar y agarrar los oídos del espectador, la imagen y el artista figurante tenían que ser más grandes que la vida, el mundo donde sus historias de tres a nueve minutos sucedían en el territorio del imaginario social estético y el inconsciente colectivo, el engranaje de la industria cultural más aceitado y festivo que nunca.

Hago hincapié en que no era citar por citar, se usaba el medio para referir alegremente escenas, formatos, estilos, lenguajes y soportes al tiempo que se estaba haciendo algo nuevo. El videoclip adelanto mucho del lenguaje y cómo comprendemos el uso (menos la interactividad) de los gadgets de las redes sociales de hoy.

Entonces, ¿es Anima un videoclip? No, es un corto musical. Sí, es un objeto visual que está asociado a una producción de música ambient-pop. Desde donde se le mire tiene el aura de lo reconocible. En el mundo de lo representado unos trabajadores cualquiera, como los obreros de INGSOC en 1984, van en el metro somnolientos, acabados por la rutina. Hay un arriba y un abajo, un espacio precario, oscurecido, laberíntico, monocromo, sub-terra, y otro habitable, con parques, calles, espacios abiertos y cielo. De pronto el quiebre, la irrupción de lo no coordinado, el olvido, el déjà -vu, la danza, la posibilidad del amor. Metropolis (Fritz Lang, 1927), Zardoz (John Boorman, 1974), Brazil (Terry Gilliam, 1985) presentan mundos separados, donde los explotadores necesitan como vampiros a los explotados, como el capital, como los socialismos históricos, como las distopias.

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En un repertorio dispuesto por Anderson para que se desplace Yorke -como pasó en el video Daydreaming- se pueden ver, además de los ya señalados, variados guiños a lo que fue la vanguardia del cine, las vanguardias históricas de las primeras tres décadas del siglo XX. Los ángulos de cámara, los escenarios, las duraciones de los planos, las tomas que juegan con perspectivas de fondo y primeros planos, las diagonales y los movimientos centrípetos y centrífugos recuerdan todo el tiempo a los cometidos de las comprometidas imágenes del cine vanguardista, que va del surrealismo al constructivismo ruso, de Maya Meren a Guy Maddin, y, por supuesto, a su reciclaje por el videoclip de consumo.

Entre medio, el territorio es tan familiar como cómico y sorprendente, como cualquier de la MGM de los 1950, solo cambia el ambiente. El personaje de Yorke aquí surge llevado por el azar en la representación y figuración del conflicto del cuerpo superado y en lucha con otros, contra masas pequeñas, contra fuerzas y leyes de la física sometidas al orden de la productividad. En un grado evidente las coreografías de Jalet, que tanto deben a Pina Bausch, se narrrativizan mostrando gestos, posturas, en un ballet mecánico que va del desajuste al orden frágil, momentáneo de la vida que respira en algo que se cree natural o espiritual, al menos en algo sensible. De ahí que cuando el amor se corresponda se instaure un orden y se provea el ajuste en los cuerpos. El personaje finalmente gana el dominio y gana a la chica, que cosa más clásica. Pero, ¿qué pasó con el motivo de la lonchera, el gatillante? ¿Acaso los obreros no comen y solo viven del amor?

El resultado es tan bello como ingenuo, tanto como puede ser llegar a ver en Netflix alguna noche, acostado, À nous la liberté (René Clair, 1931), habiendo creído que solamente Chaplin podía filmar a un obrero delante de una máquina sin saber qué hacer.

 

Nota comentarista: 7/10

Título original: Anima. Dirección: Paul Thomas Anderson. Guion: Thom Yorke. Productor: Paul Thomas Anderson. Fotografía: Darius Khondji. Coreografía: Damien Jalet. Música: Thom Yorke, Nigel Godrich. Reparto: Thom Yorke, Dajana Roncione. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 15 min. Distribución: Netflix.