Películas hechas de películas: Film Title Poem y No creas que voy a gritar
Actualmente se encuentran disponibles en Mubi dos filmes que podríamos incluir dentro de la categoría de cine expandido y que hacen de la historia del cine una singular experiencia poética y narrativa: Film Title Poem (Jennifer West, 2016) y No creas que voy a gritar (Frank Beauvais, 2019). La incorporación de ambas películas en el actual catálogo de esta plataforma disparó una reflexión sobre sus puntos de encuentro y nos anima a hacer lo que más nos gusta: reflexionar sobre el cine con el cine, recordar películas, vivir el cine como experiencia.
Actualmente se encuentra disponible en Mubi dos filmes que podríamos incluir dentro de la categoría de cine expandido, y que hacen de la historia del cine una singular experiencia poética y narrativa. Me refiero a las películas: Film Title Poem (Jennifer West, 2016) y No creas que voy a gritar (Frank Beauvais, 2019). La incorporación de estas películas en el actual catálogo de esta plataforma disparó una reflexión sobre sus puntos de encuentro, quizás una decisión aleatoria o caprichosa pero que sin embargo nos anima a hacer lo que más nos gusta, reflexionar sobre el cine con el cine, recordar películas, vivir el cine como experiencia.
Film Title Poem es una suerte de poema visual de la artista plástica norteamericana Jennifer West que nos propone un recorrido por títulos de películas que, a modo de lista cinéfila, construyen una memoria emotiva del cine y que, como tal, nos invita a dejarnos llevar por esas evocaciones, a la vez que, inevitablemente, nos impulsa a contrarrestarla con nuestra propia memoria cinematográfica.
La artista se ha destacado por trabajar con collages visuales que compone a través del desmontaje y montaje de cortes de películas (operación propia del cine de metraje encontrado) los que luego interviene en su materialidad[1]. En Film Title Poem, West filmó en 35mm una gran cantidad de fotogramas de títulos de películas, los cuales interviene a través de dos procedimientos en los que la “mano” del artista actúa sobre el material fílmico. La primera capa de esta intervención es a través de una linterna (dirigida por West) que actúa sobre los fotogramas visibilizando algunos de sus detalles o iluminándolos por completo. Y luego una segunda intervención en la que la artista dibuja sobre el celuloide, pintando o rayando la emulsión; antes de transcribir todo a un formato digital y comenzar el proceso de edición.
Los títulos de las películas se encadenan la mayoría de las veces siguiendo un patrón alfabético (desde títulos que inician con la letra “A” hasta aquellos que comienzan con “Z”), pero este orden es interrumpido muchas veces por otros modos de asociación: ya sea respondiendo a una categoría temática o hilando oraciones con palabras sueltas de distintos nombres de películas. La memoria cinematográfica emerge así a modo de lista, procedimiento literario que es activado a través de una operación de montaje que combina el orden tradicional alfabético, con otros encadenamientos de carácter alusivo, y como tal menos objetivo, más abierto y personal. Muchos de estos “títulos” están tomados de imágenes digitales, provenientes de un archivo desjerarquizado en sus formatos de proveniencia: DVD, VHS o Youtube, este último además se torna reconocible ya que aparece la barra de progreso junto a la parte inferior de la pantalla; proponiendo, así, un particular vínculo entre lo analógico y lo digital.
De esta manera, la obra visual de West nos ofrece un recorrido por la memoria emotiva del cine en el que se mezclan filmes diversos de toda la historia del cine, sin distinguir patrones de nacionalidad, época o género (desde el cine de los hermanos Lumière hasta Toy Story). Evocación que es además activada a través de la intervención de la propia mano de la artista, la que ilumina los fotogramas también intervenidos, pintados, rayados. Así la evocación cinéfila se combina con una atracción por la propia materialidad del filme, haciendo del cine una experiencia memorativa y material.
No creas que voy a gritar va más allá de una evocación cinéfila, conformando una obra donde la pasión cinematográfica confluye en un relato vital. A través de una suerte de diario, el director relata, con una voz en off en primera persona, la experiencia vivida durante un período de aislamiento en un pueblo apartado de la región francesa de Alsacia. Dicho relato será montado exclusivamente con imágenes de otros filmes, fragmentos seleccionados de entre los centenares de películas que Beauvois visionó durante ese particular período de su vida.
El relato se desata a partir de una ruptura amorosa con quien compartía sus días en aquel poblado, y que lo llevará a refugiarse en el compulsivo visionado de los más diversos y dispersos filmes. Son producciones de distintas épocas, géneros, algunas de un cine “comercial”, otras de uno “independiente”, como así también muchas rarezas de cine B, películas eróticas, de países de Europa del Este… La operación de Beauvois consiste, entonces, en montar breves secuencias de estas películas con una voz en off que reflexiona sobre el momento que vive, la ruptura con su pareja, cómo se siente parte y a la vez ajeno en ese lugar, su padre, sus ideas sobre el cine y sobre Francia, la relación con su madre, su depresión. El vinculo entre lo que la voz relata y las imágenes de esas películas no responde a una configuración de sentido plena, sino que está más bien marcado por los contrapuntos, el humor e incluso el absurdo.
Las secuencias de películas que monta no son necesariamente identificables para el espectador, no hay ninguna referencia específica que el director añada para que podamos reconocer el film, destacando así más bien los gestos propios y autónomos de cada imagen, antes que la posibilidad de inscribirlas en alguna referencia en la que podamos también evocar nuestra memoria cinéfila. De esta manera la historia del cine se torna en un repertorio abierto de imágenes autónomas que le permiten al director construir su propio retrato. En una operación contrapuesta a Film Title Poem, las películas no son evocadas para inscribir la historia del cine dentro de una memoria social evocativa, sino que los filmes son “citados sin comillas”, extraídos de sus espacios de procedencia con el único fin de conformar un lenguaje audiovisual a su diario. El cine como refugio o, en palabras de Beauvois, “el cine como salvación y condena”, por lo mismo es que este filme tiene un carácter “hipnotizador” para los espectadores.
Film Title Poem y No creas que voy a gritar surgen de un amor genuino y continuo de ver películas, una devoción al medio que se vuelve tema y modo de producción de cada una de estas obras. Ambos filmes producen una máquina cinematográfica genuina con la forma de pensamiento que nos propone el cine: a partir del carácter asociativo. Así cada una de estas obras configura un singular sistema de alusiones, oposiciones y correspondencias entre elementos cinematográficos que nos permiten siempre “volver a mirar”. Películas hechas con películas, imágenes que convocan otras imágenes, la capacidad de las imágenes para hablar de otras imágenes.
Título original: Film Title Poem. Dirección y guion: Jennifer West. País: Estados Unidos. Año: 2016. Duración: 68 min.
Título original: Ne croyez surtout pas que je hurle. Dirección y guion: Frank Beauvais. Guion: País: Francia. Año: 2019. Duración: 75 min.
[1] En una de sus obras más reconocidas, Skate the Sky, presentada en el Tate Modern en 2009, la artista invitó a skaters a patinar sobre tiras de película pegadas al piso en el Hall del museo.