Editorial: La promesa (política) de las imágenes

Las imágenes, siguiendo una reflexión reciente del académico Rodrigo Zúñiga, son “performativas”. Ellas persuaden, engañan, promueven, afectan. En otras palabras, están vivas y disponibles, componen una agencia que por estos días hemos visto actuar, reproducirse, circular, en definitiva, producir realidad.  Ellas adquieren formas de memes, fotografías, videos de registro, videos testimoniales, filmes evocativos, contra propaganda, contrainformación.

Las imágenes, siguiendo una reflexión reciente del académico Rodrigo Zúñiga, son “performativas”. Ellas persuaden, engañan, promueven, afectan. En otras palabras, están vivas y disponibles, componen una agencia que por estos días hemos visto actuar, reproducirse, circular, en definitiva, producir realidad. Ellas adquieren formas de memes, fotografías, videos de registro, videos testimoniales, filmes evocativos, contra propaganda, contrainformación.

Por estos días hemos visto imágenes sucias, pixeladas, nocturnas. Muchos videos capturados en dispositivos móviles de “baja fidelidad” con usos de night shot, en los que a veces distinguimos apenas manchas negras y blancas. Muchos videos buscan registrar el actuar represivo de la policía y la lucha de un pueblo. Ninguna teoría que haya discutido a fondo la pérdida de referente ha podido deshacerse de esa insistente función de registrar "lo acontecido", un registro de lo real. Son imágenes que se utilizan a veces a modo de “fuente” o “prueba”, circulan para denunciar determinada acción y su tecnología precaria de registro se pone al servicio de lo representado. De forma polémica, se contienen en ellas el rastro de un mundo que se resiste a desaparecer.

Ellas a su vez sitúan una polémica confusa sobre su propia verdad. Esta aporía la podemos proponer así: su uso ilustrativo basado en el registro también puede ser utilizado para un uso ideológico. Son los llamados “montajes”. Estos tienen un uso y un contrauso donde importa menos el bando que el método. Se enfatizan emociones pero no se hacen distinguibles hechos, pulverizan el raciocinio por vía de la exposición cruda de la violencia. Frente a eso nuestra percepción obnubila el juicio y desata reacciones viscerales de rechazo, rabia, frustración, odio, muchas veces representando a un “otro” que debe ser expelido. La “edición” de muchos de estos videos obtura lo representado, se vuelven a veces ejercicios donde su retórica devora lo que supuestamente busca representar para enfatizar un tratamiento de la imagen con fines ideológicos, de abierta manipulación. Hemos visto, así, videos con efectos digitales o posproducción de sonido, aparecen registros privilegiados de hechos que en otros casos no se tenían o un locutor o texto en off enfatiza un rechazo moral de lo que se ve, mientras la cámara lo muestra. Pocas veces se propone otro punto de vista de cámara o discursivo desde donde ejercer un juicio crítico.

 

 

 

Todo es un montaje (Fuente: Youtube, 23 octubre 2019)

¿Dónde medir los límites, entonces, del uso ético de un medio en servicio de las causas políticas que hoy nos importan?

Aquí no hay claves: son las mismas imágenes las que exploran sus propios límites y prometen una epistemología por venir. Ellas mismas pueden ser videos testimoniales que buscan por vía del “registro neutral” generar un archivo, reciclaje contrapropagandístico que se opone a la hegemonía mediática, desmontaje analítico de determinadas representaciones dominantes, la traducción de una experiencia colectiva e incluso expresión de afectos que establecen por vía del montaje el sentido presente de una comunidad en lucha. Un buen ejemplo de todo ello podemos verlo en los distintos trabajos que por estos días han realizado colectivos como Escuela popular de cine (por estos días más dedicado al agit-prop y el registro documental directo), Colectivo Registro Callejero (registro más testimonial), Caos Germen (reciclaje de imágenes), Colectivo MAFI (registros documentales de tratamiento elaborado) u OjoChile (entre el agit-prop experimental, la denuncia y el registro documental).

Esta sensibilidad “revuelta”, como nos proponía Laura Lattanzi en un reciente posteo en este mismo blog, no nos deja fuera de la pregunta por excelencia del cine en este momento: ¿Cuál es la promesa política de sus imágenes?