Visión nocturna (2): Conocimiento por los abismos

La película es mucho más que una denuncia, el tratamiento audiovisual del viaje a la oscuridad de Carolina, llevada por su violador, es un relato personal que va saltando de un espacio y tiempo a otro, uniendo fragmentos que tienen una dirección no lineal, y que fueron registrados a modo de diario audiovisual antes de que existiera la idea de usarlos en una misma película. Esta colección de imágenes va tomando sentido cada vez que una de ellas sirve como metáfora de la visión, y recreación de las sensaciones fisiológicas de Moscoso.

Imagine que la violación y la violencia de género no forman parte del debate nacional ni global, ya que nuestra sociedad, es decir, nosotrxs mismxs en nuestros comportamientos ciudadanos y en las instituciones que formamos, ya hemos comprendido que lo primero que había que hacer era liberarnos de ciertos automatismos para empezar a construir relaciones en base al cuidado colectivo y el autocuidado. Si esta ensoñación le suena muy rara, muy new age o utópica, probablemente sea por el mismo motivo que Visión nocturna, el primer documental de Carolina Moscoso, ha sido cuestionado por los elementos que muestran el nombre de su violador, y acusan las faltas que el sistema judicial y médico legal ejerció contra la directora.

La película es mucho más que una denuncia, el tratamiento audiovisual del viaje a la oscuridad de Carolina, llevada por su violador, es un relato personal que va saltando de un espacio y tiempo a otro, uniendo fragmentos que tienen una dirección no lineal, y que fueron registrados a modo de diario audiovisual antes de que existiera la idea de usarlos en una misma película. Esta colección de imágenes va tomando sentido cada vez que una de ellas sirve como metáfora de la visión, y recreación de las sensaciones fisiológicas de Moscoso.

Hacia la mitad de la película, la directora se sube a una bicicleta y monta su cámara en el pedal para registrar el movimiento kinestésico de su andar, lo cual recuerda a algunas obras de Claudio Caldini, un referente latinoamericano del cine experimental. La secuencia de ciclismo en Visión nocturna no muestra un trayecto determinado, sino que indaga en los límites expresivos del plano y su movimiento, con lo cual logra dar con un significado acerca del vitalismo y equilibrio que implica transportarse de tal manera, ambos indicios del deseo de salir adelante de la protagonista-directora de este documental autobiográfico. La luz, la tiniebla, el fuego, la pintura y otros elementos, son indispensables como referentes emocionales que fluyen en este recorrido por la oscuridad. Con ellos, muchas veces los planos simulan ser lienzos o mesas para mezclar las distintas materias que dan forma al ungüento sanador de Carolina.

El diseño de sonido -a cargo de Mercedes Gaviria y con la música original de la cantautora Camila Moreno- está sugiriendo en cada momento variaciones paralingüísticas de la voz, que evocan a un cuerpo afónico que está intentando cantar y, junto a esta constante promesa de sacar la voz, aparecen los intertítulos, cuya verbalización es la contraparte muda de la memoria más racional haciendo su trabajo de búsqueda y archivo.

La amistad, por otra parte, es una presencia permanente en el filme; Camila Moreno y Fabiola Machado, entre otros, participan activamente en el entorno de la protagonista, creando espacios de seguridad emocional y también de mucho juego y creatividad, lo cual es una ventaja muy valiosa que se muestra en imágenes donde se percibe una conexión con lo nuevo, con lo que emerge como metáforas espontáneas y lúdicas, como por ejemplo, en la psicodélica escena del sopapo se da a entender el mensaje de que hay que desatascar la materia acumulada.

El análisis de los sueños y la medicina ancestral mapuche son otros tipos de conexiones que aparecen en el recorrido para alcanzar la cura, desde los espacios más íntimos a los más externos, como son las marchas feministas donde el fuego se presenta como símbolo de un movimiento colectivo en busca de transformación social. Sin el feminismo, dijo Moscoso en una entrevista, esta película no tendría cabida en la sociedad chilena, por lo mismo, la responsabilidad de participar en el movimiento colectivo va acompañada de una libertad creativa personal de la directora, que le permite tomar posición en el cine y su industria, y de acercarse a los límites del sistema patriarcal que se encarga burocráticamente de desdibujar cualquier movimiento que le dificulte identificar. Carolina logra conocer tales territorios, ya que consigue hacer de su posición de víctima un trabajo para inventar y descubrir nuevas formas, una práctica del saber que nace de la imaginación, de la amistad y de la recapitulación a través del montaje.

La riqueza de este filme me parece que no tiene límites, pero no se puede dejar de nombrar la compañía creativa que Moscoso tuvo, detrás de la cámara, de tres grandes productoras de cine, María Paz González (Hija, 2012) en el guión, Macarena Aguiló (El edificio de los chilenos, 2010) en la producción, y Marta Andreu[1] de Residencias Walden.

 

Título original: Visión Nocturna. Dirección: Carolina Moscoso. Guión: Carolina Moscoso, María Paz González. Producción: Macarena Aguiló. Fotografía: Carolina Moscoso. Montaje: Juan Eduardo Murillo, Sonido: Mercedes Gaviria. Música: Camila Moreno. País: Chiles. Año: 2019. Duración: 75 min.


[1] Andreu vino a Chile en el marco de la primera versión de los seminarios de El cine es escuela (2014) de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile (ICEI).