Haydee y el pez volador (2): Memorias y olvidos en pasado-presente

Parece todo ello parte de un stock estable al que se echa mano al momento de abordar los resabios de la dictadura pinochetista. Si ello ha ido configurando una determinada estabilidad y una suerte de “tradición”, ahondando en una memoria inconclusa que busca justicia, es también claro que algunos recursos narrativos que se han ocupado llevan un buen tiempo dando vueltas en el formato, lo que hace pensar siempre en la necesidad y pertinencia de (re)utilizarlos.

El documental chileno ha creado un género abordando las heridas de la posdictadura. Durante los últimos treinta años hemos visto desfilar personajes incansables seguidos por cámaras al hombro, travellings por largos pasillos en tribunales a la espera de juicios, primeros planos testimoniales de abogados defensores de derechos humanos, voces en off frente a viejas fotografías y cartas enmohecidas.... Parece todo ello parte de un stock estable al que se echa mano al momento de abordar los resabios de la dictadura pinochetista. Si ello ha ido configurando una determinada estabilidad y una suerte de “tradición”, ahondando en una memoria inconclusa que busca justicia, es también claro que algunos recursos narrativos que se han ocupado llevan un buen tiempo dando vueltas en el formato, lo que hace pensar siempre en la necesidad y pertinencia de (re)utilizarlos.

Haydee y el pez volador bien entraría en este “género”, y es, a mi modo de ver, una nueva puesta a prueba de aquellos recursos e historias, donde el realizador/a debe hacer frente a un relato doloroso, esta vez desde la voz y rostro de la protagonista Haydée Oberreuter. La particularidad de su historia está en ser un juicio inédito respecto a casos de tortura, logrando obtener condenas para los militares involucrados. Es, también, un caso que muestra una ensañada crueldad: Haydée fue secuestrada embarazada junto a su madre y su hija. Fruto de las torturas con un cuchillo corvo, perdió a su bebé en gestación, Sebastián, dejando también marcas imborrables en su cuerpo. El documental realiza el seguimiento de la búsqueda de justicia, apoyada por su hija, así como por Vicente Bárzana, abogado que solidariamente redactó la causa para llevarla a la corte. Por lo tanto, esta historia nos hablaría no sólo de la resiliencia, sino también de la solidaridad e incansable espera por justicia; con un final, si no feliz, sí simbólicamente liberador para su protagonista.

Pachi Bustos, su directora, es alguien con oficio y solidez investigativa. En Actores secundarios (en codirección con Jorge Leiva, 2004) marcó un hito en un reencuadre a la memoria de los movimientos sociales de la década del ochenta, generando gran audiencia para un formato -el documental- que veía en lento crecimiento. En Cuentos sobre el futuro (2012) abordó las expectativas frustradas de integración social de grupos más necesitados, a partir de un taller de video realizado con jóvenes de población a inicios de la década del noventa y el presente de esos personajes. Con Haydee y el pez volador Bustos vuelve, de algún modo, a un universo de personajes cuyos sueños en espera llegan -mirando hacia el pasado o el futuro- a destiempo para la actual amnesia colectiva. A diferencia de sus trabajos anteriores, se trata aquí de un retrato más íntimo, que sigue de cerca el daño producido en Haydée por la tortura, incluyendo sus relaciones de pareja y con sus hijos, su estado de salud física y emocional, en un retrato que busca desde ahí, y con pudor, mostrar lo justo para la comprensión de su proceso. El tratamiento incluye, también, algunos recursos de interés: un trabajo con fotos fijas que enfatizan un clima emocional, escenas claramente producidas para el filme, donde Haydée se presta a un juego semiactoral (performático) con la cámara, entre otros, que forman parte de una paleta expresiva que aún quiere respetar mucho el formato preestablecido (retrato, documental de memoria). Por el otro lado: como en otros filmes vinculados a estos temas, es el personaje el que absorbe la atención, particularmente su entereza y entrega para relatar su propia historia.

Haydee y el pez volador es el primer documental estrenado este año en formato streaming vía el circuito Miradoc. Llega luego de lo que significó Octubre del 2019 en nuestro país y en medio de la crisis sanitaria del Coronavirus, con números en alza que nos lleva de lleno a una catástrofe social según los expertos. Lo que une el documental a este panorama social 2019-2020 no es otra cosa que la posibilidad de justicia para los miles de damnificados por las biopolíticas securitarias que han aflorado en todo este proceso (muertos, mutilados, sectores vulnerables). La necesidad de actualizar esa “memoria” en una línea de continuidad con nuestro presente señala así la fuente de un archivo que debe dejar de mirar únicamente el espejo de la catástrofe en el pasado reciente, para volver a mirar cómo ello no ha dejado de ocurrir con los mismos resultados para quienes más los padecen. Una necro-política, en palabras del pensador Achille Mbembe, cuyo archivo debe reconocer en nuestra coyuntura la fragilidad radical de nuestra democracia, obligando a ajustar los recursos e imágenes de un género ya probado hacia la "zona de peligro" que el presente viene reclamando.

 

Título original: Haydee y el pez volador. Dirección: Pachi Bustos. Guion: Pachi Bustos, Paola Castillo. Casa productora: Errante Producciones. Producción ejecutiva: Belisario Franca. Producción: Paola Castillo. Fotografía: Pablo Valdés: Montaje: María Teresa Viera-Gallo Chadwick. Sonido: Romina Núñez. Música: Juan Antonio Leyva, Magda Rosa Galbán. País: Chile. Año: 2019. Duración: 76 min. Distribución: Miradoc.