El negro (1): La complejidad de la historia

Hay un interés por explicar el origen del protagonista para llevarnos a comprender que no es sólo un artífice de los hechos que se le imputan, sino que a la vez es el producto de muchos de los abusos que se cometieron en dictadura. Desde ahí, y como espectadores, es imposible no tomar una postura frente a la historia que nos cuentan. Es posible que la interpelación de la historia reciente sea esa. ¿En qué lugar estamos respecto a ella como sociedad? ¿Cómo leemos esa historia desde lo personal? 

El rescate de la historia sigue siendo un punto álgido en nuestra forma de hacer las cosas. Una polarización avivada por una construcción social regida por el capital, sigue bajo la lógica de los temas de los que es mejor no hablar. Sumándole el prejuicio de que en Chile “sólo se hacen películas sobre la dictadura” (sabemos que no es así, pero hay lugares en lo que se insiste en eso), decidir hacer un documental sobre un personaje controversial como Ricardo Palma Salamanca no deja de ser un acto intrépido. Chile es como algunas familias: un lugar en los que para mantener la paz no se debe hablar de política, ni de religión, ni de fútbol. Sin embargo, y como en algunas familias, es necesario poner ciertos temas sobre la mesa para exorcizar algunos demonios.

La imagen elegida por el director Sergio Castro San Martín para dar inicio a su documental El negro es simple. La voz en off sin imagen en medio de un interrogatorio, con un críptico intercambio sobre las condiciones de hacer algo que está mal. Ese algo se refiere al asesinato de Jaime Guzmán Errázuriz, artífice de la constitución política de 1980 y, para muchos, uno de los responsables ideológicos de varios de los conflictos que hoy vivimos como sociedad. Sin embargo, el documental no sólo tiene interés en este hecho, sino en todos los que forjaron la personalidad del protagonista. Palma Salamanca tiene, como todos los seres humanos, mil facetas que se exhiben en acciones que se llevan a cabo desde esas motivaciones y todo un mundo construido por su familia, principalmente sus hermanas y madre.

Hay un interés por explicar el origen del protagonista para llevarnos a comprender que no es sólo un artífice de los hechos que se le imputan, sino que a la vez es el producto de muchos de los abusos que se cometieron en dictadura. Desde ahí, y como espectadores, es imposible no tomar una postura frente a la historia que nos cuentan. Es posible que la interpelación de la historia reciente sea esa. ¿En qué lugar estamos respecto a ella como sociedad? ¿Cómo leemos esa historia desde lo personal? Y, aún más allá, ¿de qué manera reflexionamos los hechos ocurridos desde el 18 de octubre de 2019 a la luz de esta historia?

Si bien hay momentos en que el documental peca de la consecución de entrevistas y personajes hablando a cámara, también nos permite comprender la intimidad y contradicciones de quienes lo rodean. Mucho de lo que su familia cuestiona y repasa son precisamente los temas que seguimos revisando años después. Aquí hay una decisión sobre los tipos de acercamiento: mientras la familia se encuentra en una conversación alrededor de una mesa, usando el recurso de la imagen fija, obligándonos a mirar y detenernos, vemos al propio Jaime Guzmán, en un correcto idioma francés, hablando sobre su condición de anticomunista. Guzmán emerge ante nosotros como algo ajeno, aparte de nosotros, pero que, sin embargo, forma parte indisoluble de lo que conocemos. En este caso, nos apartamos de la épica para entender el acercamiento personal.

Tal vez todo esto puede resumirse en la idea que plantea su hermana mayor. Ricardo Palma Salamanca “pasó desde la convicción política a la convicción emocional”. Es probable que ahí se encuentre la diferencia fundamental: las acciones de quien se aleja de ese estímulo y las de alguien que decide tomar la justicia por sus propias manos, porque, tal como él señala, “esto no fue un homicidio, fue un ajusticiamiento”. Más allá de las opiniones que pueda generar este acto, conviene observarlas con más atención.

El negro no tiene la intención de exponer heroicamente los hechos ocurridos y las acciones cometidas por su protagonista y es por ello que resulta una obra interesante de observar. Mientras los ojos de Palma Salamanca nos observan desde las fotos de sus hermanas, nos llama a la vez a comprender los efectos de una dictadura sangrienta que hasta ahora cobra víctimas. Y sí, tal vez es imposible prestar atención a la historia sin nuestras propias subjetividades, pero a la vez es necesario colocar en ella los puntos de relevancia que merecen. Este documental lo logra, llamando al debate y a la conversación en torno a ello.

 

Título original: El Negro. Dirección: Sergio Castro San Martín. Casa productora: Storyboard Media. Producción ejecutiva: Carlos Núñez, Gabriela Sandoval. Fotografía: Eduardo Bunster. Montaje: Sergio Castro San Martín. País: Chile. Año: 2020. Duración: 90 min.