Stranger Things 3: Reírse de uno mismo

Las razones de por qué seguir haciendo Stranger Things son obvias: el revuelo que la primera temporada generó hace un par de años mantiene un núcleo de público cautivo importante, perfilándola como una de las joyas más brillantes del abundante pero empalagoso catálogo de Netflix. Las razones de por qué seguir viendo Stranger Things, sin embargo, son difusas. A menos que el pre-adolescente de la casa se adueñe del control remoto (bueno, del streaming), o simplemente se espere tener un fin de semana de bajas expectativas audiovisuales, no parecen haber muchos incentivos para seguir viendo a Eleven y su grupo de amigos de nombres olvidables enfrentarse a monstruos hechos de maldad. La segunda temporada ya anticipaba el envejecimiento prematuro, pero esta, la tercera, se reivindica abrazando al máximo sus propias torpezas.

Estrenada el 4 de julio -y usando esta festividad gringa como supuesto eje articulador de la trama-, esta tercera parte se ambienta en el verano de 1985, con los protagonistas nuevamente enfrentados a ese mundo oscuro y alternativo que busca devorar al nuestro, pero esta vez auspiciado, por supuesto, por los rusos. Esta es la excusa, porque lo importante es ver en qué están los niños/púberes, sus idas y venidas amorosas, las amistades quebradas, la sombra de la adolescencia sobre ellos. Las referencias al imaginario pop ochentero siguen ahí, acumulándose unas tras otras, sin ningún tipo de vergüenza ni discreción.

Quizás esta actitud impúdica es lo que hace que la temporada se sienta tan ridícula como honestamente chistosa. Un Terminator sin razón de ser, Volver al futuro y Day of the Dead calzadas ahí con descaro, todo Invasion Of The Body Snatchers, un soundtrack sin control que abarca desde Madonna hasta La historia sin fin. De igual forma, las sobreactuaciones no tienen freno y los ripios argumentales de las temporadas anteriores se repiten sin ningún intento de ocultarlos (¿Cómo es posible que personajes que son amigos y familiares se reúnan sólo hacia el último capítulo para juntar las piezas del puzzle?).

Es difícil saber si estamos ante una autoparodia, si se optó de manera abierta por intensificar las grietas hasta volverlas ridículas -el tratamiento visual saturado de luces de neón y juegos kitsch podría indicar que sí-, o ante la incompetencia de unos showrunners que aún no notan el poco sustento que contiene el mundo que han creado. Stranger Things 3 hace lo que tiene que hacer, cumple con sus tiempos (ocho capítulos, cuatro para el sábado, cuatro para el domingo), y saca unas risas incómodas que podrían o no apelar a nuestra complicidad. Como siempre, la decisión queda en el espectador.

Nota temporada: 6/10

Título original: Stranger Things. Temporada: 3. Año: 2019. País: Estados Unidos. Episodios: 8. Creador: Matt Duffer y Ross Duffer. Producción ejecutiva: Shawn Levy. Distribución: Netflix.