I Want to Eat Your Pancreas: Lo cotidiano de morir

*Dedico este escrito a mi abuelo Alfredo Villalobos

 

Cualquier espectador que haya recibido la noticia de una enfermedad terminal de algún ser querido sabe que luego del anuncio se genera una atmósfera extraña dentro de su círculo social. Desde el instante en que se recibe el comunicado fatal se genera una transformación radical de la rutina, naciendo un impulso arrollador por aprovechar al máximo la sonrisa de esa vida que está a punto de apagarse. Este deseo por construir y rememorar recuerdos con la persona que conscientemente bordea la muerte nos lleva a acelerar artificialmente los ritmos de nuestra vida, desencadenando una batalla contra el tiempo que difícilmente terminará con una sensación de completa satisfacción.

La ópera prima de Shin'ichirô Ushijima, I Want to Eat Your Pancreas, precisamente intenta controvertir estas prácticas: ¿es posible llevar a cabo una vida ordinaria pese a la certeza de una muerte próxima? ¿Podemos afrontar tanto individual como interpersonalmente el proceso de saber que moriremos sin alterar aquello que nos hace feliz en nuestro quehacer cotidiano? ¿Cuánto de realismo y cuánto de ficción hay en este intento por vivir normalmente los últimos respiros?

I Want to Eat Your Pancreas bien podría ser el título de la próxima película de zombies de Jim Jarmusch, pero su nombre engaña. Ushijima narra una breve historia difuminando los límites de amor/amistad, vida/muerte, presencia/ausencia entre los compañeros de clase Sakura y Takahiro. Sakura es una joven estudiante extrovertida diagnosticada con una falla al páncreas que irremediablemente la causará una muerte próxima. Frente al diagnóstico médico la protagonista decide mantener su enfermedad en secreto, buscando vivir sus días con completa normalidad como si nada anormal estuviese pasando. Sin embargo, este secreto se rompe cuando tiene la oportunidad de conversar con su introvertido compañero Takahiro, al cual le confiesa su estado de salud aprovechando el anonimato reinante entre ellos.

El primer contacto entre los protagonistas se lleva a cabo en el hospital del pueblo, introduciéndonos desde los primeros minutos en una atmósfera de fragilidad que se contrapondrá constantemente a la fortaleza de los lazos que generarán Sakura y Takahiro. Y es que la fragilidad se proyecta en el filme como un leve recordatorio de que nuestras vidas están expuestas a un orden aleatorio -a ratos injusto e impredecible- el que puede ser expresado en la llegada de enfermedades impredecibles, el involucramiento casual en algún accidente o en el hecho de ser víctimas de algún asesinato a las fueras de nuestro hogar.

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Sakura se aproxima a Takahiro revestida de un alegato de sencillez. La felicidad es simple, y basta con compartir en torno a una bandeja de sushi o admirar la profundidad de los paisajes naturales para alcanzar la plenitud terrenal. Takahiro por su parte avanza despacio, lleno de inseguridades que obligarán a Sakura a cuestionar sus propias creencias, recordar sus experiencias pasadas y encontrar también un espacio de felicidad allí en la reflexión entre pasado, presente y futuro.

Las conversaciones, alegrías y discusiones de los protagonistas se verán progresivamente mediadas por un guion que con el paso del tiempo le otorga una relevancia central a la literatura. Así, los comienzos de la relación es posible hallarlos bajo escenas silenciosas entre los libros de la biblioteca colegial, cuestión que será radicalizada hacia el final del filme luego de la muerte de Sakura. Desde este momento la literatura se transformará en el elemento que rompe la división entre el mundo de los vivos y los muertos, permitiendo un diálogo que permite prolongar la compañía mutua entre los protagonistas, desafiando de esta manera los límites impuestos por el tiempo y el espacio.

I Want to Eat Your Pancreas nos habla sobre lo frágil, banal y finito de la existencia humana. Pero Ushijima también nos recuerda que aún es tiempo de comunicar algo más allá de nuestras partidas, ya sea escribiendo, filmando, o dibujando y montando mediante el arte de la animación.  

 

Nota comentarista: 8/10

Título original: 君の膵臓をたべたい (Kimi no Suizō o Tabetai / I Want to Eat Your Pancreas). Dirección: Shin'ichirō Ushijima. Guion: Shin'ichirō Ushijima. Música: Hiroko Sebu. Producción: Studio VOLN. Voces: Mahiro Takasugi, Lynn, Yukiyo Fujii, Yuma Uchida, Jun Fukushima. País: Japón. Año: 2018. Duración: 108 min.