Cine en cuarentena (15): Intensidades del cuerpo en Fontainhas

En el barrio de Fontainhas (Lisboa, Portugal) aparecen cuerpos que operan como fantasmas; marcados por los efectos de la colonización se encuentran al amparo de algo que nunca vendrá, resistiéndose a su propia desaparición. Si entendemos el cuerpo como un soporte de inscripción en donde interactúan múltiples fuerzas, encuentros y códigos, podemos leer la obra de Pedro Costa como una exposición de las relaciones que forman los cuerpos que exceden al capitalismo en un determinado territorio, afectando todos los rincones de la periferia portuguesa a través de sus formas de vida.

Hace un par de años descubrí a Pedro Costa, recuerdo que lo que me hizo entrar en su filmografía fue haber leído sobre la influencia de directores formalistas (o de estilo trascendental) en su obra. Decidí revisar de nuevo Vitalina Varela (2019), ya que sentía que había pasado muchas cosas por alto y porque la dirección de Costa me parece útil como acercamiento a la realidad, en contraste con otras obras que funcionan bajo dispositivos de dirección que podrían recibirse como efectistas y condescendientes hacia los sujetos retratados.

En el barrio de Fontainhas (Lisboa, Portugal) aparecen cuerpos que operan como fantasmas; marcados por los efectos de la colonización se encuentran al amparo de algo que nunca vendrá, resistiéndose a su propia desaparición. Si entendemos el cuerpo como un soporte de inscripción en donde interactúan múltiples fuerzas, encuentros y códigos, podemos leer la obra de Costa como una exposición de las relaciones que forman los cuerpos que exceden al capitalismo en un determinado territorio, afectando todos los rincones de la periferia portuguesa a través de sus formas de vida.

Pedro Costa se adentra en Fontainhas a partir de Ossos (1997), sin embargo, es en No Quarto da Vanda (2000) en donde instaura un corte diferenciador en relación a toda su obra anterior y empieza a desarrollar una política fílmica que diluye todo género atribuible, de ahí que resulte inútil encasillarlo en cualquier clasificación.

Prescinde de un guion preestablecido y permite que las personas hablen, estas guían la escritura, siendo la intervención de Costa mínima. De esta manera, se instaura una relación comunitaria entre el director y los residentes del barrio. Por otra parte, retoma de Robert Bresson la idea de un no-actor, con la diferencia que estos ya no se sirven como modelos mecánicos a esculpir sino como cuerpos que responden a sus propios intereses y realidades, dirigiéndose contra el espectáculo que la tradición cinematográfica ha producido del sujeto subalterno.

En Vitalina Varela, una mujer caboverdiana llega tarde a Lisboa para el funeral de su marido, Joachim. A partir de este punto, inicia un viaje ceremonial donde Vitalina encontrara la respuesta después de 25 años de su separación.

En Fontainhas ya no queda nada, los cuerpos van y vienen en la espera de algo que nunca llegara. Es un territorio aislado que resiste al contacto con sus extranjeros. Joachim, a pesar de su enfermedad, prefiere la muerte a la intervención biomédica, el aislamiento del territorio con el exterior es de tal magnitud que produce la anulación de toda posible asistencia. Otro hecho relevante es la posición de Ventura (recurrente en la obra de Costa), ya no como el Ventura de sus obras anteriores sino en una suerte de sacerdote bressoniano que realiza una misa fúnebre marcada por la ausencia, acentuando así, la situación en la que se ven enfrentados los habitantes de Fontainhas.

Es probablemente la obra mejor lograda del director a nivel formal, destacada por una composición en claroscuro que se introduce por todas partes: ventanas, puertas, esquinas y callejones. Son intensidades profundamente densas las que se filtran por la pantalla, el encuadre quieto exhibe una arquitectura de los cuerpos que agota el espacio en todas direcciones e imprime en la memoria del espectador una realidad portuguesa visceral.

Son los movimientos que conducen a nada, es ese cuerpo que se arrastra por el suelo, es ese techo que se cae a pedazos y es el registro que hace de la ausencia una presencia que trasciende a la derrota de los cuerpos.

 

Título original: Vitalina Varela. Dirección: Pedro Costa. Guion: Pedro Costa, Vitalina Varela. Fotografía: Leonardo Simões. Reparto: Vitalina Varela, Ventura. País: Portugal. Año: 2019. Duración: 124 min.