Mal Vecino: Estamos rodeados

El documental Mal Vecino, una producción autogestionada e independiente, trata sobre el impacto medioambiental de un proyecto de criadero de cerdos por parte de la empresa COEXCA, que fue aprobado sin el conocimiento y consentimiento de la comunidad de Sauzal y sus alrededores durante el año 2008. Ricardo Jara, director, comienza el proceso de creación de esta obra durante el 2015 y no abandona a las personas hasta que el proceso judicial está terminado y con un supuesto buen resultado.   

No siempre una industria le traerá beneficios a la comunidad dentro del mismo territorio, menos en un país donde las leyes medioambientales no son lo suficientemente estrictas para supervisar el daño que causarán. En Chile hay muchos casos de este tipo, por ejemplo, uno de los más famosos últimamente es el caso Dominga, otro que siempre es comentado es la intervención al Cajón del Maipo. Sin ir más lejos, en la región de O’higgins (de donde escribo) presentamos problemas con las industrias chancheras. Todos tienen en común el concepto de “zona de sacrificio” por ser lugares expuestos grotescamente al daño ambiental. 

Ese es el motivo de la denuncia que presenta el documental Mal vecino, una producción autogestionada e independiente, como se nos dice desde un comienzo que trata sobre el impacto medioambiental de un proyecto de criadero de cerdos por parte de la empresa COEXCA, que fue aprobado sin el conocimiento y consentimiento de la comunidad de Sauzal y sus alrededores durante el año 2008. Ricardo Jara, director, comienza el proceso de creación de esta obra durante el 2015 y no abandona a las personas hasta que el proceso judicial está terminado y con un supuesto buen resultado. 

El documental parte con un monólogo que nos sitúa de inmediato en una posición incómoda: “¿Te gustaría tener de vecino a un criadero de cerdos?”, esa es una de las ideas con las que parte esta primera intervención. Nos llena de un sentimiento de impotencia al conocer el caso de alguien que no puede tener una vida normal debido al mal olor y la peste de moscas. 

Por su parte, el tratamiento audiovisual no se queda atrás, pues va en un apoyo constante a la temática. Es un relato coral, comunitario. Aunque hayamos partido con un solo personaje, la persona que más cerca vive del criadero, no dejan sin voz a quienes habitan Sauzal. Constantemente hay entrevistas a quienes se han convertido en activistas casi por obligación, como forma de sobrevivencia. Las entrevistas son tanto individuales como grupales, reflejando el poder de organización que han tenido los vecinos a lo largo del tiempo. Rompiendo una estructura clásica de seguimiento a un solo protagonista. Otro elemento importante del relato es el ubicarnos constantemente en el espacio, saber a cuánta distancia nos encontramos del criadero, para darnos cuenta del nivel de impacto que tiene cada persona y familia. Uno de los relatos más crudos es el de una escuela ubicada a 15 km, tanto es el olor en verano, que las niñas y niños no pueden ni siquiera salir a jugar, perdiendo parte importante de sus infancias.

Los relatos de los habitantes se mezclan con imágenes de archivo del proceso de construcción del criadero, con declaraciones de los gerentes y con imágenes de los juicios. Normalmente los archivos de noticias los vemos desde una televisión, un reencuadre que nos distancia aún más de lo que vemos y escuchamos, reitera la sensación de impotencia. Dentro del sonido, más allá del ambiente, que resulta un elemento necesario para obtener contexto, tenemos la música compuesta por el director. Normalmente es música ambiente, un piano sutil y finalmente música esperanzadora para darnos la idea de que la gente seguirá luchando.

El documental, a pesar de ser sobre un caso específico, aborda muchas temáticas problemáticas. Algunas son, por ejemplo, la pelea por “la verdad”. ¿Quién tiene la verdad? ¿La comunidad o los dueños de la empresa? En cierto momento el montaje crea un diálogo entre Carlos Montoya y la gente del pueblo desmintiendo cada frase que él pronuncia. El deseo por mantener las tradiciones aparece reflejado en la realización de la cabalgata de Sauzal y en la maravillosa paya recitada también por un habitante de la zona, frente a una tradición impuesta como la fiesta del Chancho Muerto, donde COEXA es el mayor proveedor. Esta es una fiesta que realiza la empresa como una forma de instalarse permanentemente en la región y para justificar el lema “El Maule alimenta al mundo”, como si eso fuera motivo de orgullo, cuando en realidad el mundo pareciera querer comerse al Maule y llevarlo a su destrucción.

Sin embargo, la gente durante los últimos años no se ha quedado en silencio frente a esta actividad y se han realizado protestas. Creo que cabe destacar, aunque sea superficialmente abordado, que el avance del veganismo es una de las razones por las que la gente ha tomado conciencia del daño que producen este tipo de industrias y es probable que viendo este documental no te den muchas ganas de comer cerdo a futuro. También y no menos importante, uno de los mayores daños es la escasez de agua potable, un recurso que obviamente es necesario para vivir, pero que a las industrias no les importa malgastar.

Creo que Mal vecino, finalmente, es valioso porque visibiliza un problema que está ocurriendo en varias partes del país y ayuda a que las comunidades tomen conciencia y vean que la unión es la única forma de vencer a quienes nos quieren explotar y robar. 

 

Mal vecino. Dirección: Ricardo Jara. Producción: Ricardo Jara. Guión: Ricardo Jara, Marcela Nieto. Fotografía: Ricardo Jara, Marcela Nieto, Christian Salgado, Samuel Durán, Alexís Berrios, Javier Aguirre. Montaje: Ricardo Jara, Marcela Nieto. Sonido: Ricardo Jara Herrera. Casa productora: Cabrochico. País: Chile. Año: 2020. Duración: 95 min.