La La Land (4): Sacrificio y ocaso de la pareja fundada en el amor
Las particularidades del diván analítico me han proporcionado el siguiente material: he escuchado a mucha gente que luego de ver La La Land llora desconsoladamente, como si las escenas del final abrieran las compuertas de una emoción contenida que se ha gestado durante todo el filme, pero también he escuchado todo lo contrario, que en ningún momento se contactaron con la historia de Mia y Sebastian, que la sintieron distante y carente de profundidad.
¿Qué decir de estas dos reacciones? Lo primero es destacar que las personas de ambos grupos dicen ser profundamente románticas, ambas enarbolan a su modo las banderas del amor. Para el primer grupo toda la maquinaria audiovisual desplegada en la pantalla intensifica la respuesta amorosa, para el otro el amor es algo más complejo que la historia banal que encarnan los personajes. Lo segundo es que lo común de estas reacciones es la relación entre estos tres elementos: el amor, la pareja y el desenlace final que ofrece La La Land. Estos elementos configuran una estructura que de acuerdo a las combinaciones posibles origina diversas respuestas. Sin embargo, y más allá de los caminos que sigan esos derroteros en la subjetividad de quien habla en un diván psicoanalítico, me interesa extraer de ambas reacciones algunos elementos que nos presenta el filme de Damien Chazelle.
No cabe duda que la cuestión del uso y efectos del género musical haya sido quizás lo mas comentado por la critica, pero me interesa relevar otros aspectos: centrarme en la coyuntura frente a la cual los personajes deben tomar decisiones vitales y la decisión del director de componer un desenlace que suplementa con un final alternativo que solo existe en la imaginación de los personajes y donde se recrea una historia de amor muy distinta de la que formalmente ofrece la película.
Si seguimos la historia de la conformación de la pareja entre Mia y Sebastian se encuentran las reglas clásicas: primero se conocen como al azar en la autopista hacia Los Ángeles, pero lo más importante se produce cuando se reconocen por medio de una nueva contingencia, luego esa contingencia -por ser la segunda- parece ser necesaria, ambos inevitablemente se iban a conocer. Imaginariamente se encontraban presos de sus sueños y estancados en su realización: ser una actriz para Mia, el jazz para Sebastian. En dicho momento de la historia, la presencia del otro en sus vidas los impulsa hacia la realización de sus sueños, el otro aparece como necesario e indispensable porque viene justamente en el lugar de aquello que a cada uno le falta. Pero una vez que los sueños se vuelven posibles surge para ambos un conflicto que los lleva a suponer que la sobrevivencia de la pareja requiere de algún sacrificio, de alguna postergación en pos de algo que vaya más allá de cada uno y que justifique tal renuncia -nada mas y nada menos que sus sueños. A ese tercer elemento otrora se le llamaba el amor, pero hoy -cuando la pareja ha conseguido una perfecta simetría y los deseos de uno valen tanto como los deseos del otro- aquello que se sacrifica es justamente la pareja porque para ellos ese es el nuevo obstáculo que se debe sortear para acceder al bien mas preciado: uno mismo realizado en el trabajo.
En La La Land se retoma el conflicto entre aspiraciones personales y la pareja como obstáculo: o se ama al otro o se aman nuestros sueños porque los sueños son sin el otro. Freud a comienzos del siglo XX había advertido que en toda elección amorosa hay un inevitable componente de narcisismo donde el otro viene a representar algún aspecto de mis ideales y que sin su presencia no serían realizables. Pues bien, esa modalidad amorosa está en crisis y en la película presenciamos con un fondo musical su ocaso mas radical.
Presenciamos en pantalla la progresiva desaparición del modelo de la pareja fundada en el amor, se nos revela el carácter histórico de lo que cada época considera como el amor y, tal como Foucault lo estudiaba para el fenómeno de la locura, lo podemos extender al amor: aquello que consideramos amor es un invento, un producto cultural destinado a ficcionar un impás estructural entre los sexos, algo que Lacan llama la no relación sexual.
No siempre la formación de la pareja se había sostenido en el amor romántico, todo indica que sus primeras significaciones se remontan a la poesía de los trovadores en el contexto del amor cortés y ha debido sortear diversos momentos históricos, desde el rastreo de su origen en el siglo XII hasta su forma más plena en la leyenda céltica de Tristán e Isolda. Salvando las diferencias, entre ambos momentos el punto común es la idealización, en el amor cortés lo idealizado será la mujer elevada a la condición de "Dama" y en Tristán e Isolda son "los enamorados". Sobre estos elementos se edifica esa nueva modalidad del amor en la pasión amorosa, que luego será extendida en el romanticismo por la literatura y en el siglo XX en gran parte por el cine norteamericano. La pregunta es ¿qué es lo idealizado hoy?
A pesar de esa común conclusión de los personajes de La La Land, ese resto sacrificado, esa modalidad de la pareja fundada en el amor, no se extingue totalmente sino que reaparece en lo que no fue y toma su fuerza cuando las escenas finales nos cuentan la otra historia, aquella donde sí Mia y Sebastian son una pareja, donde sí hay un happy end.
Aquellos melancólicos del amor verán en esa historia la nostalgia de la pasión amorosa de los clásicos musicales hollywoodenses, pero se trata de uno del siglo XXI donde él sigue con su piano y el jazz y ella con su brillante carrera de actriz. El que toda esa historia se nos entregue en clave de musical y en una ciudad como L.A., donde el cine de industria tiene su cuna, parece indicarnos que Hollywood ya dejó de estar interesado en promover el modelo de la pareja fundada en el amor o la historia edípica del viaje iniciático de una pareja, ese cine que según Žižek “ponía a una serie de pruebas a la pareja de tal modo de posibilitar su unión final”, promoviendo la ideología burguesa del matrimonio. Hoy es claro se trata de otra cosa.
Miguel Reyes S.
Nota comentarista: 5/10
Título original: La La Land. Dirección: Damien Chazelle. Guión: Damien Chazelle. Fotografía: Linus Sandgren. Música: Justin Hurwitz. Canciones: Benj Pasek, Justin Paul. Coreografía: Mandy Moore. Edición: Tom Cross. Reparto: Ryan Gosling, Emma Stone, John Legend, Rosemarie DeWitt, J.K. Simmons, Finn Wittrock, Meagan Fay, Callie Hernandez, Sonoya Mizuno, Jessica Rothe, Tom Everett Scott, Josh Pence. País: Estados Unidos. Año: 2016. Duración: 127 min.