Europa Ya! (4): Eisenstein en Guanajuato (Peter Greenaway, 2015)
Sergei Eisenstein es uno de esos personajes inamovibles de la historia del cine, uno de aquellos que, de no haber existido, no tendríamos la mitad de la experiencia cinematográfica mundial. Tanta poesía a través del montaje se habría perdido, ese tan delicado balance (que parecía cuerda floja) entre propaganda absoluta y el arte más limpio y librado de todo peso del contexto humano. El montaje desarrollado a lo largo de la carrera de Eisenstein, pese a casi ser un ejercicio matemático de oposiciones y relaciones, adquiere un carácter hipnótico y a la vez lírico que sin lugar a duda da cuenta de un corazón enternecido por las figuras filmadas, más allá de la aparente frialdad con la cual se ve y se analiza sus cintas hoy en día. Personalmente, no creo conocer una película con más compasión por sus personajes que El Acorazado Potemkin, pese a las horribles secuencias que se lograron filmar.
Es ese corazón y ternura oculta las que explora la nueva cinta del director inglés Peter Greenaway, haciendo una crónica falsa de la experiencia de Eisenstein mientras filmaba ¡Que Viva México!, cinta que finalmente él nunca pudo montar y menos ver, después de que todo el material grabado fuera confiscado por los productores que financiaron su expedición de más de un año por tierras norteamericanas. Aunque la película no se fija tanto en la experiencia de filmar per se, sino mas bien en la vida de alcoba que realizaba Eisenstein en ese tiempo, basándose en rumores que surgieron en los años 90, Greenaway crea a un Eisenstein explosivo, extrovertido, filosófico y a la vez exhibicionista (ayudado por la increíble actuación de Elmer Bäck en el papel principal) que se le muestra explorando su sexualidad, aparentemente, por primera vez.
Acompañado de su guía por Guanajuato, Palomino Cañedo (interpretado por el mexicano Luis Alberti), Eisenstein no sólo se abre a la majestuosidad y vibrante visión de la ciudad de Guanajuato, sino que también se abre a la experiencia sexual, en la que es quizás la secuencia central de la película y que considero una de las mejores que he visto en todo el año debido a las repercusiones literales y filosóficas: la pérdida de la virginidad anal de Eisenstein, de la mano de su guía personal. La cámara de Greenaway se mantiene quieta por buena parte de la secuencia, mostrándonos una mecánica de esa timidez que se va acabando, el dolor que se sucede y principalmente la riqueza de los diálogos, que en esta película son sin duda lo mejor que tiene, repletos de anécdotas y referencias estéticas, epistemológicas y sexuales constantes.
Visualmente es, sin duda, una cinta que sorprende desde sus inicios, mezclando el blanco y negro con el color, la repetición de las tomas, la división de la pantalla para mostrar no necesariamente imágenes diferentes, sino otras tomas, otros ángulos de lo que ya estamos viendo, como una necesidad de completar todas las dudas, como si no hubiera nada que desperdiciar. Y pese a que la película tiene un par de secuencias donde sorprende por su montaje y la manera en que usa la cámara (cosas que, honestamente, en mi vida había visto en el cine), pareciera tan sólo quedarse ahí, sin buscar algo más allá de la sorpresa inicial, repitiendo en diferentes puntos esa misma estética que, aunque no aburre, si deja de sorprender y se transforma en muletilla, o estilo, como quiera llamarse.
Nota: 8/10. Eisenstein en Guanajuato. Director: Peter Greenaway. Guión: Peter Greenaway. Reparto: Elmer Bäck, Luis Alberti, Maya Zapata, Jakob Öhrman, Rasmus Slatis. Año: 2015. Duración: 105 mins. País: Holanda, México, Finlandia, Bélgica.