Fantasías Animadas #7: Ruido de magia: el cine sin cámara de Víctor Iturralde
Partir diciendo que Víctor Iturralde fue un pionero de la animación sin cámara en Latinoamérica es quedarse corto. Su labor como crítico de cine, docente, cineclubista, divulgador, escritor, animador, entre otras cosas, hacen que cualquier perfil posible sea insuficiente para describir con detalle todas sus labores. Como crítico de cine, su trabajo como cofundador de la revista Tiempo de cine sería suficiente para dedicarle otro texto al respecto. Sumado a esto, su labor como cineclubista en diversas localidades es todavía materia de estudio gracias a sus propuestas en torno a lo infantil, en contra de cualquier acercamiento que "considera al niño como un futuro contribuyente", Iturralde se fascinó y escribió sobre la "relación imagen-niño".
Partir diciendo que Víctor Iturralde fue un pionero de la animación sin cámara en Latinoamérica (ya volveremos sobre lo que implica esto) es quedarse corto. Su labor como crítico de cine, docente, cineclubista, divulgador, escritor, animador, entre otras cosas, hacen que cualquier perfil posible sea insuficiente para describir con detalle todas sus labores. Como crítico de cine, su trabajo como cofundador de la revista Tiempo de cine sería suficiente para dedicarle otro texto al respecto.
Sumado a esto, su labor como cineclubista en diversas localidades es todavía materia de estudio gracias a sus propuestas en torno a lo infantil. Es posible decir que su trabajo como director de cineclubes infantiles (incluyendo la versión televisiva en el programa Cine Club Infantil durante los setenta) incluía también un desarrollo teórico. Iturralde armaba programas dedicados al público infantil en abierta oposición a lo que se había conformado como "entretenimiento infantil" según el cine y la televisión. En contra de cualquier acercamiento que, en sus palabras, "considera al niño como un futuro contribuyente", Iturralde se fascinó y escribió sobre la "relación imagen-niño", incluyendo recolecciones de testimonios a partir de su propia experiencia en los cineclubes. Por lo demás, también en estos se ponían en práctica algunas ideas propias. Por ejemplo, Iturralde experimentó realizando funciones en la penumbra, evitando la oscuridad total de la sala para permitir la posibilidad de que los niños pudiesen verse entre sí mientras la película transcurría.
Sin saber con exactitud si Iturralde veía alguna vinculación de su trabajo animado con estas ideas (Fernando Martín Peña menciona que Iturralde no mostraba gran interés en mostrar su obra, su prioridad programática siempre estaba en la difusión de la obra ajena), existe una cualidad lúdica y desenfadada en sus cortos que tienen algo de broma infantil. Iturralde fue un pionero en Argentina y Latinoamérica de la animación sin cámara, la técnica en la que se dibuja (raya, pinta, etc) directamente sobre el celuloide. Si bien el origen de esta es incierto, los trabajos tempranos de Len Lye y Norman McLaren le dieron forma a esta técnica, una de las más libres y caóticas del lado de la animación que normalmente se cataloga como "experimental".
Iturralde fue uno de los grandes conocedores y divulgadores de la obra de McLaren en Latinoamérica, publicando incluso un libro dedicado a él, titulado El ojo oye, el oído ve. Vida, obra y técnica de Norman McLaren: un genio del cine, en 1981. A pesar de haber comenzado sus primeros trabajos en el cine sin cámara antes de conocer a McLaren, la influencia de este y los intercambios que tuvieron durante su visita a Argentina en 1954 fueron cruciales para el trabajo animado de Iturralde. Trabajando sobre rollos de latas compradas, encontradas o donadas por embajadas (Iturralde también se encargaba de reparar rollos de películas), sus cortos se asemejan al trabajo de McLaren por la inestabilidad y la rapidez con la que van pasando las líneas. Aún así, el trabajo expresivo de McLaren aparece en una versión todavía más lúdica y ligera en manos de Iturralde. En medio de las líneas de color, aparecen volando anteojos, botellas o personajes "de palo" sobre el espacio de la película. Con la anarquía de los primeros cortos tempranos de Émile Cohl, cualquier objeto puede ir y venir, entrar o salir de cuadro. Incluso, las mismas películas bromean sobre su factura, avisando a través de carteles en qué momento nos encontramos, o advirtiendo que ya queda poca película. Las películas de Iturralde pueden interrumpir su curso en cualquier momento, siempre en nombre de la diversión.
Por último, es necesario agradecer especialmente a Adrián Iturralde, quien aceptó tener una conversación para este especial, e incluso se dio el trabajo de subir un corto que no estaba disponible (digitalizados por Martín Peña, a quien también agradecemos de forma indirecta).
Puna (1954)
2 min.
Animación sin cámara/Dibujo en película.
Se puede ver acá: https://www.youtube.com/watch?v=sMC3FjZEjj4
Si bien los cortos de Iturralde en general podrían catalogarse como animación abstracta, muchas veces existe un centro temático o conceptual que da forma a la parte más figurativa de los cortos. En Puna se trata, como podríamos adivinar, de las características geográficas del altiplano. El corto comienza, después de algunos carteles bromistas que dicen "ArchiPuna" y "RequetePuna", con un par de cactus iluminados por el sol. Sin embargo, rápidamente, el sol baja hacia estos y los convierte en estepa, para después dar paso a unas montañas. Si esto puede sonar como una metamorfosis animada progresiva, en el cine de Iturralde esto ocurre en cosa de milésimas, haciendo que una forma pueda dar paso a otra al instante gracias a la velocidad inestable de las animaciones sin cámara.
Después, a pesar de la aparición recurrente de cactus, el corto toma una dirección bastante más libre. Jugando con la división de pantalla (es decir, separando en dos el propio cuadro del negativo al dibujar), las imágenes pueden incluir rombos, números, corazones y distintos elementos que aparecen caprichosamente para luego desaparecer de la misma manera. También se suceden algunos bloques de líneas de color, en uno de los momentos más mclareanos de los cortos de Iturralde. En medio de esto, un personaje (muy similar al "protagonista" de Piripipí, un corto que realizó dos años después) se encuentra con una botella de aguardiente, haciendo que la perspectiva de algunos cactus se ponga al revés. Este indicio de narración entrega algunos de los momentos más cómicos, que en la rapidez de los cortos de Iturralde pasan casi como chistes subliminales, casi entre parpadeos.
Duerme liebrecita (1956)
2 min.
Animación sin cámara/Dibujo en película.
Se puede ver acá: https://www.youtube.com/watch?v=gJM2s1ODaRE
Probablemente el cortometraje más narrativo en la obra de Iturralde, Duerme liebrecita no comparte el caos formal de sus trabajos más abstractos. Basado en el trabajo musical de Virtú Maragno (mentor de Les Luthiers y compositor de cine, entre otras credenciales), el corto sigue a una niña de apariencia bastante similar a la Caperucita roja, pero con un relato diferente. Después de encontrar a la liebrecita del título, la no-Caperucita le canta una canción para aliviarla de lo que parece una lesión por una trampa de caza. Las imágenes que acompañan este canto, sin embargo, profundizan el malestar de la liebre y conducen la narración a otro lugar. Después de presenciar a un cazador disparando contra unos pájaros, la liebrecita entra en alianza con diversos animales para robar las herramientas a las figuras humanas que depredan en el bosque.
Si bien la historia puede sonar más densa que los juegos de color anteriores, también existe una cuota de humor al mezclar esta especie de canción de cuna junto a los animales robando sus armas o cañas de pescar a los humanos. Por lo demás, el diseño de la fauna de Iturralde mantiene su relación con el dibujo infantil, dejando el detalle de sus cuerpos al mínimo, formados por líneas gruesas y un relleno de color inestable.
Agradecemos nuevamente a Adrián por subir la copia.
Petrolita (1958)
2 min.
Animación sin cámara/Dibujo en película.
Se puede ver acá: https://www.youtube.com/watch?v=esbRtr-m0QY
Si el cortometraje anterior ya mostraba una visión crítica a la caza y la depredación, en Petrolita nuevamente tenemos un alegato respecto a la intervención humana en el ambiente. Si bien no se trata de un relato lineal como el de Duerme liebrecita, también podríamos decir que se trata de uno de los trabajos más "centrados" de Iturralde. Esta vez no existen desvíos ni intermedios de colores; se cuenta todo siempre a través de figuras blancas sobre un fondo negro, en una especie de historia del petróleo. Comenzando con el secado de plantas y la muerte de peces, el relato va de a poco mutando al extractivismo y los beneficios humanos derivados de este. Esta vez sí podríamos decir que se trata de uno de sus cortos menos humorísticos.
Si bien el centro temático es más firme, habría que destacar cómo el trabajo musical puntúa las acciones de manera menos tradicional. Algunos trabajos de Iturralde eran pensados para realizar la sincronización musical en vivo, indicando en cada lata la pista musical que podría acompañar al corto (otro dato entregado por Peña). En Petrolita, en cambio, el trabajo musical de Roberto Ruiz busca darle sonidos diferentes a cada movimiento. Notas de cello, percusiones, voces, sonidos de gotas y diversos foleys sonorizan cada acción durante el tiempo que estas tomen (similar a la técnica conocida como mickey mousing, pero en un uso bastante diferente al de Disney). Se trata, probablemente, del trabajo sonoro más interesante de los cortos de Iturralde.