Algunos apuntes sobre Euphoria
Escribimos poco sobre series en el blog. Tenemos, quizás, aún algunos diálogos pendientes y posturas diversas sobre la narrativa, la exhibición y el consumo de contenidos que han modificado la forma tanto de su distribución como de su visionado. Sin embargo, posturas a favor o en contra (bastante popular ha sido la opinión de Lucrecia Martel sobre el tema), cada cierto tiempo aparecen series que generan un diálogo y una discusión más allá del capítulo a capítulo, sino que por otros elementos que trascienden incluso a su novedad semanal.
Haciendo clases, les preguntaba a mis alumnos que vieron durante el verano, a lo que la mayoría de ellos respondió Euphoria. La serie creada por Sam Levinson (una adaptación de una serie israelí del mismo nombre), producida y protagonizada por Zendaya se transformó en un hito adolescente durante los últimos cuatro años. Y esto, a mi modo de ver, tiene dos razones principales: por una parte, la historia casi coral presenta y representa conflictos y dinámicas adolescentes con las cuales una audiencia de este o similar rango etario puede sentirse identificada; y por otro, referencias visuales (y cinematográficas) que la distancian de otras propuestas sobre temas juveniles y coming of age.
La serie es narrada por Rue (Zendaya), una adolescente que sale de rehabilitación por drogas, pero que inmediatamente vuelve a consumir. Este va a ser el relato central de la serie y desde la cual se van a desprender otras historias que hablan de drogas, sexo, prostitución infantil, trastornos alimenticios, hipersexualización adolescente, padres ausentes, entre muchos otros conflictos que, por lo general, se tratan por separado en las series adolescentes.
Las dos temporadas de Euphoria, si bien están centradas en Rue, permiten el diálogo entre un coro de personajes que se vinculan, algunas de manera más directa que otra, con su propia vida, pero al mismo tiempo desarrollando otras problemáticas que les rodean. Cada capítulo, por lo general, habla de un personaje en particular mientras seguimos desarrollando la historia de Rue, la cual, hasta al menos el final de la segunda temporada, va en caída libre en su adicción a drogas cada vez más fuertes y adictivas.
Lo que hace a esta serie relevante, es que no habla desde la idealización de un mundo adolescente ni de sus problemas. Comparándola, por ejemplo, con Sex Education (Netflix), los problemas sexuales de los adolescentes son situaciones anecdóticas y divertidas dentro del mundo del protagonista (salvo, obviamente, el capítulo sobre el acoso en el bus, el cual es quizás el más relevante de toda la serie). En Euphoria, sin embargo, la sexualidad adolescente observa algunos temas similares, pero los aborda desde un mundo más agrio, real, y bastante más crudo.
La aparición de Jules (Hunter Schafer) en el colegio y en la vida de Rue es uno de los ejes transversales en la serie. Jules es una chica transexual quien, en paralelo a sus estudios, explora su sexualidad prostituyéndose, exponiéndose a los riesgos que eso conlleva. Su historia de transición se narra desde el abandono de su madre, quien la interna en un centro psiquiátrico, para luego dejarla definitivamente a cuidado de su padre. La atracción entre Jules y Rue marcan la tensión amorosa, pero al mismo tiempo permite ahondar en como la adicción a las drogas van alejando emocionalmente a Rue siendo incapaz de sentir tanto físicamente como en otros ámbitos.
Sin embargo, son las mismas drogas quien le dan a Rue las amistades más honestas desde el inicio de su adicción: Fez (Angus Cloud), su dealer, y Elliot (Dominic Fike), un compañero de colegio que aparece en la segunda temporada. Fez es quien intenta evitar que Rue consuma drogas cada vez más fuertes, la acompaña en sus intentos de desintoxicación, y muchas veces es el único capaz de ponerle límites al descontrol de Rue. Por su parte, con Elliot se conocen en una fiesta, donde ambos comienzan una relación basada en el consumo de drogas más alejados del resto de sus compañeros.
Las historias secundarias se vinculan con esta etapa de crecimiento, madurez, pero también están dentro de este ambiente decadente y sin esperanzas. Por ejemplo, Cassie (Sidney Sweeney) es una adolescente que ha sido hipersexualizada desde pequeña, expuesta al acoso y abuso de los adultos en encuentros familiares; a ser grabada sin su consentimiento teniendo sexo con sus compañeros, quienes viralizan por redes sociales estos videos; y con una madre que plantea abiertamente que tiene su vida asegurada solo por ser bonita. Pero, para Cassie, eso ha significado desarrollar no solo una dependencia emocional y sexual con sus parejas, una inseguridad extrema cuando está soltera, sino que además perder la posibilidad de pensar en un futuro distinto al de casarse con su novio del colegio y seguir viviendo en el pueblo para siempre. Ese sueño es el que plantea Cassie cada vez que está en una relación.
Hay otros personajes y temas que aparecen en la serie que requieren mayor atención: la relación abusiva entre Nate (Jacob Elordi) y su padre, lo que provoca que Nate desarrolle una personalidad violenta, reprimida y una incapacidad de involucrarse honestamente con sus parejas. Maddie (Alexa Demie), novia de Nate, sufre el rechazo de la familia de él por encontrarla “ordinaria”, y al enfrentarlos sufre de violencia física por parte de Nate, donde su relato termina siendo silenciado y ella asumiendo “la culpa” de la agresión. Kat (Barbie Ferreira), es una chica insegura sobre su físico, con un trastorno de ansiedad y que es presionada por sus amigas para perder su virginidad; en este proceso, Kat termina haciendo lives eróticos por internet, comenzando a ganar dinero y empoderándose de una sexualidad basada en su inseguridad.
Sin embargo, uno de los personajes secundarios que toma una mayor relevancia en términos narrativos, pero también simbólicos, es Lexi (Maude Apatow), hermana de Cassie y mejor amiga de Rue antes de la adicción de ésta. Durante la primera temporada, Lexi pasa casi desapercibida, observa los hechos a la distancia y rara vez se involucra en lo que les sucede a sus amigas y su hermana. Es reconocida como la outsider y nerd al mismo tiempo, que no se integra, aparentemente, a este proceso revelador de su generación. Pero la segunda temporada comienza a mostrar una presencia mayor, sobre todo cuando comienza a escribir la obra escolar de fin de año.
Todo esto culmina, a mi modo de ver, con uno de los mejores capítulos de una serie de TV en los últimos años, “The Theater and It’s Double” donde Lexi presenta su obra escolar llamada Our Life. La obra cuenta la historia de sus amigas, que ya los espectadores hemos visto a lo largo de la serie. Sin embargo, en la obra Lexi plantea la forma en que ella, siendo un personaje secundario en sus vidas, ha observado como sus amigas han crecido y cambiado, para bien o para mal, mientras ella se mantiene aparte, sin participar en estos procesos. El capítulo tiene muchísimas referencias cinematográficas y teatrales, mezcla escenas del pasado y de la obra, proponiendo como muchos adolescentes viven y crecen observando como al resto le pasan cosas, sintiendo que no son lo suficientemente relevantes para ser protagonistas incluso de sus propias vidas. La obra, y el capítulo, es un statement de esa gran mayoría de adolescentes que sienten la monotonía de su mundo, sin nada espectacular que les pase, siendo observadores del resto y que sus vidas no tienen, quizás, el mismo sentido y relevancia que la de los demás.